“El jiennense es tremendamente solidario y abierto”
Carmen Cárdenas (Córdoba, 1964) es vicedelegada de Manos Unidas en Jaén. Ayudar y más concretamente servir es uno de los verbos que explican cómo vive una letrada que acumula más de tres décadas en la administración de la Seguridad Social.
Hoy, segundo domingo de febrero, Manos Unidas celebra el día grande de una campaña nacional que también sufre el impacto del coronavirus. La oenegé cuenta con 71 delegaciones en la provincia y es un activo en impulsados en países en desarrollo de América, África y Asia. "Enseñamos a pescar, no repartimos el pescado", subraya la cordobesa, una jiennense más desde hace décadas. Cárdenas visita la Redacción de este periódico, en Cuatro Gatos, para hablar de asuntos mayúsculos, como el hambre, la vida y Dios.
—¿Cómo llegó a Manos Unidas Jaén?
—Es el resultado de una cadena de ayuda solidaria que se remonta a la infancia. Empecé en Córdoba con Mensajeros por la Paz. También colaboré durante la carrera con Cáritas en Córdoba. No dejé de hacerlo durante mi itinerario profesional y en Jaén estuve de voluntaria siete años en el hospital con los niños pequeños a través de Maristas. Y de forma casi simultánea, la delegada de Manos Unidas, Lola González, tomó las riendas de la organización y me pidió que fuese vicedelegada. No me lo pensé porque no sé decir que no.
—La última vez que hablamos me dio un dato estremecedor: 821 millones de personas pasan hambre. ¿Tiene arreglo?
—El problema es que el número aumenta. Cuando yo entré en Manos Unidas la cifra era de 800 millones. ¿Arreglo? Nuestra primera presidenta en 1959, Pilar Bellosillo, dijo que cuando hubiese de verdad voluntad política se acabaría con el hambre. Igual que se acabó con la esclavitud. Ella solía poner ese ejemplo. Personalmente, no veo que haya esa voluntad política. Entran muchos factores, y por eso son tan importantes las organizaciones no gubernamentales y los cambios individuales. Desde Manos Unidas creemos que lo fundamental es la suma de cambios individuales. Sobre la acción de los gobiernos tenemos nuestras dudas.
—Este año la campaña de Manos Unidas lleva por título 'Contagia solidaridad para acabar con el hambre'. ¿Los jiennenses somos solidarios con los países en vías de desarrollo?
—Tremendamente solidarios. Los jiennenses, fíjese, somos muy solidarios pese a que tenemos una de las rentas per cápita más bajas de España. Solemos estar entre las primeros 20 ó 24 provincias en el ranking de recaudación de Manos Unidas. El jiennense es muy solidario, quizá porque vive la pobreza y los problemas muy de cerca. Me refiero al desempleo y a los obstáculos sociales. Eso le acerca a los más desfavorecidos. Nuestra experiencia es conmovedora.
—En este periódico hemos dado a conocer cómo son los proyectos en el Salvador, Camboya e India. Básicamente, estas iniciativas son fundamentales para temas de trabajo. ¿Falta conciencia en el denominado primer mundo acerca de las necesidades tan elementales ausentes en el tercer mundo?
—Quizá sí. Quizá falta conciencia y sensibilización. Manos Unidas trabaja en dos vertientes importantes. La gente nos conoce porque pedimos dinero para los proyectos en países de desarrollo. No obstante, la primera vertiente en la que trabajamos es la sensibilización social. Nuestra oenegé es netamente española. Hacemos actos que no tienen recaudación y que están dirigidos a sensibilizar. Entramos en los colegios y en los institutos, porque si los valores de solidaridad se inculcan bien en la gente joven luego se mantienen en el tiempo. Mi caso no es un mérito personal, sino que he estado rodeada de mucha gente que me ha dado la posibilidad de ayudar.
—¿Y qué tal cala el mensaje en la población estudiantil?
—Somos 25 voluntarios en la dirección de Manos Unidas en el ámbito de Jaén capital. En la provincia tenemos 71 delegaciones. Tenemos presencia en casi todos los pueblos. Y en la sede de Jaén capital tenemos responsables que se dedican sólo a los colegios e institutos. La respuesta es muy buena. Ahora los misioneros estarían arropando la campaña y visitando los centros educativos. A los jóvenes les llegan los testimonios directos, a pie de necesidad. La juventud responde, pero hay que formarlos y sensibilizarlos para que luego sean adultos solidarios.
“MANOS UNIDAS ES TRANSPARENCIA Y AUSTERIDAD”
—Volviendo a la campaña de Manos Unidas. ¿Qué supondría el segundo domingo de febrero para la asociación en un contexto sin pandemia?
—Es una movilización total de Manos Unidas a nivel nacional, con una presentación de campaña que este año ha sido el pasado día 11, retransmitida por Trece TV en directo con la presidenta nacional de Manos Unidas, Clara Pardo, una mujer fantástica. En Jaén capital hubiésemos tenido el acto de lanzamiento en el Colegio de Arquitectos y, como decía antes, estaríamos con los misioneros por la provincia. Este año seguiremos en las misas con los sobres azules —muestra uno de ellos—, que son los característicos de las colectas donadas por los feligreses. Todas las colectas en misa serán para Manos Unidas. El problema con la pandemia es que la gente tiene miedo a ir a misa. De ahí que estemos haciendo un llamamiento especial para que los aportes se hagan por otras vías, como las telemáticas. Por eso hemos apostado por la primera Cena del Hambre virtual.
—¿En qué consiste exactamente su cargo como vicedelegada?
—Fundamentalmente los ‘vices’, como sabe, somos la sombra de los primeros. Trabajamos mucho sobre el terreno. Lola González y yo nos compenetramos muy bien, y yo me ocupo de las relaciones institucionales, que comprenden el trato con las administraciones y con el resto de los actores sociales, como los colegios profesionales, que siempre nos apoyan. Me encargo de ayudar también con el asunto de los escritos y de la relación con los medios de comunicación.
—Tengo la sensación de que con Manos Unidas ocurre igual que con Cáritas. Ambas tienen muy buena imagen en la sociedad.
—Sí, y ¿sabe por qué? Porque somos una organización de voluntarios. El 98% de Manos Unidas a nivel nacional es gente voluntaria. Eso hace que nos volquemos de una manera distinta y hagamos una labor muy verdadera. Hay dos rasgos que caracterizan a Manos Unidas, que son la transparencia y la austeridad. Los gastos de mantenimiento son mínimos. Tenemos buena prensa porque el dinero que llega aquí siempre se aplica a los proyectos de desarrollo. Además las cuentas siempre están disponibles en la plataforma de Manos Unidas.
—Seguro que hay gente no creyente que colabora con Manos Unidas.
—Fíjese, nosotros somos la oenegé de la Iglesia Católica, pero normalmente los proyectos de desarrollo no están dirigidos a comunidades católicas. No se pregunta qué religión profesan los auxiliados. Nuestra misión es ayudar para que ellos recobren su dignidad y no se conculquen los derechos fundamentales.
—Hace poco tuvo un encuentro con el alcalde de Jaén. ¿Es importante para ustedes estar en contacto con las administraciones?
—Importantísimo. Crucial. Dependemos mucho de todos, también de los medios de comunicación, que son imprescindibles. El Ayuntamiento no nos da dinero, pero sí puede ayudarnos a llegar a otra gente. Además, nos abren puertas para difundir nuestros mensajes y celebrar actos. Hay mucha sintonía con todas las corporaciones municipales. La colaboración es total. Económicamente ya sabemos cómo está la Administración local, pero siempre se vuelcan con nosotros en el acto de lanzamiento. Sentir ese refuerzo es muy importante.
—Entiendo.
Me gustaría precisar cómo funciona Manos Unidas. Nos guiamos por el proverbio chino que subraya la importancia de enseñar a pescar en lugar de dar el pez. Manos Unidas trabaja así. Nosotros no mandamos alimentos, sino que hacemos proyectos de desarrollo demandados desde las zonas, a partir de los socios locales, que pueden ser desde un particular hasta una congregación religiosa pasando por Cáritas. El socio local que detecta una necesidad en África, en América y en Asia pide ayuda a Manos Unidas, que va al lugar. Los técnicos estudian el proyecto, la viabilidad y la incidencia en el tiempo. Cuando los especialistas aprueban el proyecto es adjudicado por una provincia y lucha durante el año natural por el proyecto. También es muy importante la labor de supervisión hasta que la gente de la zona asume el proyecto. Por eso es tan importante lo de enseñar a pescar.
“HASTA LOS 25 AÑOS NO HICE OTRA COSA QUE ESTUDIAR”
—Acabó la carrera, se presentó a las oposiciones de administración de la Seguridad Social y aprobó en la segunda convocatoria. Más de uno querrá saber cómo es posible tal efectividad en tan poco tiempo.
—Mi primer destino fue León, luego estuve en Almería y después conseguí plaza aquí, en Jaén.
—¿Siempre se le dio bien estudiar?
—Sí (ríe), siempre. Siempre he sido muy estudiosa. Creo que es un don con el que naces. Tampoco le veo mayor mérito.
—Hincaba los codos.
—Hasta los 25 años no hice otra cosa que estudiar. Cuando escucho que la gente aprueba y acaba las carreras sin estudiar me maravillo. Yo he estudiado mucho en mi vida.
—A menudo se carga contra la gente que hace oposiciones en comparación con los emprendedores. Pero sacar una oposición no es sencillo...
—El funcionario es un servidor público. Tengo muy arraigado el concepto de servir, que es lo he hecho toda mi vida. Soy catequista desde hace 25 años, coordino el retiro de Emaús en Jaén y siempre he estado así, sirviendo. Mi forma de vivir es dar un poco de lo mucho que he recibido de Dios o de la vida. Ser servidora pública, si te lo tomas en serio, tambié es gratificante y bonito. Llevo 31 años en la administración.
—¿Qué me puede decir de su trabajo? ¿Cómo es una jornada normal para Carmen Cárdenas?
—Me voy por la mañana al despacho. Voy al juicio si lo tengo, lo hago. Vuelvo al despacho, donde completo la jornada laboral normal. Por la tarde si hay trabajo, lo hago y el resto del tiempo es para catequesis, para Manos Unidas y para Emaús. Intento reservar el fin de semana para mi familia, con excepciones de los actos en domingo. Lo bueno de vivir en Jaén es que la ciudad es pequeña y así se optimiza el tiempo. Es importante organizarse, pero el asunto de las distancias cortas ayuda.
—Es cordobesa, vive en Jaén, ha hecho su vida aquí y sus dos hijos son jiennenses. ¿Qué le gusta de esta tierra y en qué debemos mejorar?
—Me gusta la calidez de la gente. Es muy acogedora. Cuando llegas de fuera y no conoces a nadie, se agradece. Más aún en mi caso que era opositora y tenía el tiempo libre muy limitado. Lo valoro mucho y todavía me siento muy bien acogida. Hay ciudades más cerradas, pero el jiennense es muy abierto, se da mucho. ¿Mejorar? Pues pensar en grande. Cuando piensas en grande se convierte en realidad lo que has soñado. El jiennense es muy conservador en este aspecto. Me da pena ver a Jaén tan hundida, con la crisis económica y con la pandemia. Es triste ver los comercios cerrados. Tenemos que pensar en grandes y ser más ambiciosos.
—Me ha llamado la atención cuando antes ha comparado Dios y la vida.
—Soy profundamente religiosa, creyente. La base de Manos Unidas es el evangelio y la doctrina social de la Iglesia. Lo único que hacemos es llevar a la realidad lo que Jesucristo dijo: que todos somos hermanos y que nacemos con la misma dignidad. Lo que pretendemos es devolver la dignidad a personas que la pierden por diferentes factores. Nuestra diferencia con otras oenegés es que vemos el rostro de Dios en cada una de estas personas, y desde esa visión hacemos nuestra tarea. Sin juzgar y sin preguntar en qué Dios cree cada cual.
Fotos: Esperanza Calzado.
Vídeo: Fran Cano.
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