DOS AÑOS ABANDONADA POR LA ADMINISTRACIÓN
Este es el relato de Ana Dolores D.C., a la que todos conocen como Inma. Tiene 62 años pero una edad mental de 7. Desde hace dos años está sin tutor legal al amparo de la buena fe y voluntad de la viuda de su cuñado y la hija de ésta. Esta es la historia de un desamparo administrativo que ha durado dos años y está a punto de llegar a su fin
La Ley 1/1999, de 31 de marzo, de atención a las personas con discapacidad en Andalucía dedica su capítulo IV a los “Recursos tutelares”. Prescribe que "la administración de la Junta de Andalucía promoverá, coordinada con la autoridad judicial, la atención a las personas presumiblemente incapaces o incapacitadas total o parcialmente, promoviendo entidades sociales sin ánimo de lucro que puedan desempeñar la tutela o curatela de aquellas, de acuerdo con lo previsto en el Código Civil. Para ello, impulsará la creación de entidades tutelares de ámbito territorial que garanticen el acercamiento al tutelado, cuidando su integración en su propio entorno”.
Para desarrollar esta idea, elabora el Protocolo de actuación de las entidades tutelares en Andalucía, emitido por la Dirección General de Personas con Discapacidad. Y es que cada vez son más las personas que precisan apoyos, más o menos intensos, para la toma de decisiones, o para el ejercicio de alguno de sus derechos. Garantizarlos es la razón de ser de las entidades tutelares. Pero, ¿qué pasa cuando el sistema se demora en medio de un mar de burocracia? ¿Cuando las particularidades de un caso hacen complicado encontrar una solución? ¿Cuando el balón va de un tejado a otro hasta que, en este caso, la Junta toma las riendas?
Las entidades tutelares trabajan con personas que o no tienen familiares o los que tienen atraviesan muchas dificultades sociales. Están orientadas a proporcionarles los apoyos más adecuados. Su actuación en cuanto a la asunción de cargos tutelares debe ser desarrollada de forma subsidiaria, es decir, cuando falte persona física que pueda asumir su ejercicio de forma adecuada. Este es el caso de Ana Dolores D.C., a la que todos en Mancha Real conocen y conocían por Inma. Una jiennense de 62 años con una minusvalía del 75 por ciento, legalmente incapacitada y abandonada a su suerte desde que murió su tutor legal en junio de 2021.
Relatar lo que vive Inma -la llaman así porque nació el 8 de diciembre, cuando se celebra la festividad de santa Inmaculada Concepción de María- y su entorno más cercano supone dar un salto en el tiempo, años atrás. Ella apenas puede explicarlo. Su minusvalía le hace tener la edad mental de un menor de unos siete años. Actúa y piensa como tal y en su mente se engrandece la esperanza de ir a una residencia, tener amigos nuevos, jugar, estudiar y, por qué no, ir a la universidad... Para nada se detiene a pensar en que si realmente lo consigue, será en un hogar para personas mayores. Puede que le resulte chocante o puede que se adapte. En unos días lo sabrá. Para ello, ha tenido que ser atendida por la administración después de dos años de litigios de las personas más próximas a ella, que han asumido su cuidado sin ser familiares.
2021, UN AÑO DE INFLEXIÓN
Ana Dolores D.C. (la llamaremos Inma a partir de ahora porque ella responde a ese nombre) vivía en Mancha Real con su hermana Mercedes y el marido de ésta, Francisco. Llegó un día en que su hermana falleció pero a ella no le faltó de nada. Pese a su retraso madurativo, su cuñado se hizo cargo de ella, como si fuera la hija que nunca tuvo el matrimonio.
Tal fue la unión entre ambos que se convirtió en su tutor legal. De eso hace una década. Entre medias, hace seis años, Francisco se reencontró con el amor y se casó en segundas nupcias con Ana B. Se dieron el sí quiero y los tres prosiguieron juntos con su vida en Mancha Real.
Todo cambió el 17 de junio de 2021, cuando Francisco S. falleció. ¿Qué pasa a partir de ahí, cuando Inma se queda sin tutor legal y ningún familiar cercano quiere hacerse responsable? Al principio fue Ana B., con más de 70 años, la que se hizo cargo de ella. Siguieron juntas hasta que la segunda esposa de su cuñado cayó enferma. Fue en marzo de 2022 y entre medias solo un trabajador social se había acercado a interesarse por la situación de Inma. Preguntó por su estado y poco más.
Ana B. empezó a evidenciar síntomas de alzheimer y su hija, de nombre homónimo, decidió que tenía que mudarse a Jaén para tener un mejor cuidado. Se llevó a Inma a vivir con su madre a la capital después de consultarlo con una trabajadora social de Mancha Real y que le dijeran que se debía hacer un cambio de expediente para no perder la ayuda a domicilio. Pero sin tutor legal, ¿quién firma los papeles? Una situación kafkiana que no acaba aquí, ni mucho menos.
—No es mi responsabilidad, pero ¿qué iba a hacer? No la podía dejar sola en Mancha Real. Ella no se puede valer por sí misma, es como una niña pequeña a la que hay que hacerle todo.
El relato de Ana (hija), que ahora sufre las consecuencias de toda esta situación, es simplemente dantesco.
EL MIEDO A DAR UN PASO EN FALSO
Llegó un momento que el estado de la madre de Ana (recordemos que es la viuda de Francisco, el que fuera tutor legal de la protagonista de este relato) empeoró hasta el punto que fue necesario ingresarla en una residencia durante un mes.
—Durante todo ese tiempo, Inma estaba sola en casa. Nosotros íbamos cada día a llevarle la comida, lavarle la ropa, ver cómo estaba... en definitiva, atender sus necesidades básicas.
Al mismo tiempo que cuidaba de ella diariamente y acudía a la residencia a ver su madre, Ana N. está sometiéndose a un tratamiento de cáncer. Y entre medias, un forense valoró a Inma y recomendó su ingreso en una residencia. Tras ese mes, y hasta la fecha, la viuda de Francisco está en una residencia de día, lo que hace que Inma permanezca sola de nueve de la mañana a seis de la tarde.
¿Se puede imaginar la situación el lector? Han pasado meses, meses y meses desde ese junio de 2021 en el que Ana N. y su pareja han acudido a las puertas de todas las administraciones. Han llamado a la Junta, al Ayuntamiento, a la Diputación, a la Fiscalía de Menores, centros de salud, servicios sociales de todo tipo y dos años después, Inma (o Ana Dolores D.C) sigue al amparo de unas personas que no tienen vinculación familiar alguna con ella. La solución parace que, al fin, está al caer.
—Ni podemos, ni debemos tomar decisión alguna y se producen situaciones tan surrealistas como el hecho de que al carecer de tutor legal nadie puede firmar el traslado del expediente sanitario a un centro de salud de Jaén capital, ni cambiar el servicio de ayuda a domicilio que tenía concedido en Mancha Real a Jaén...
Los familiares más cercanos que tiene Inma son unos primos que al parecer no han mostrado interés alguno en hacerse cargo y la administración se ha enmarañado en una mar de burocracia mientras pasan los meses. Pasa el tiempo y la semana pasada Ana N., quien denuncia esta situación, ha sido operada. Justo días después y tras denunciar el caso en el diario ABC, empezaron a avanzar en las tramitaciones.
—Hace unos días estuvo visitándola Carlos un trabajador social del Centro de Servicios Sociales de San Felipe y nos dijo que en 10 o 20 días nos llamarían para su ingreso. Es el único que realmente se ha interesado por nuestro caso desde que tuvo conocimiento Pero, la verdad, es que ya no nos creemos nada hasta que no lo veamos.
Ana N. está especialmente dolida con la actuación de la Fiscalía de Menores, que según relata es la que tendría que hacerse cargo.
—Primero me dijeron que tenía que buscar yo un tutor para Inma y luego que hablara con la Fundación Jiennense de Tutela. Al final, nos recomendó que contratáramos un abogado.
¿Cuándo llegará la respuesta definitiva? ¿Quién se hará cargo de Ana Dolores D.C o Inma, como la conocen todos? Desde Lacontradejaén hemos consultado con la Junta de Andalucía, conscientes de que llevaban un tiempo trabajando en el caso y así nos lo han confirmado. Es más, parece que ya se ve la luz al final del túnel.
Fuentes de la Delegación de Políticas Sociales relatan a este periódico que al conocer la situación de esta mujer, que había perdido todos sus derechos, iniciaron un procedimiento de urgencia para su ingreso en una residencia y evitar cualquier situación de amparo. Se han afanado en agilizar todos los trámites previos y las valoraciones necesarias para que así sea. Y la ansiada respuesta afirmativa ya ha llegado.
—El expediente está prácticamente concluido, ya se cuenta con una plaza de residencia para ella y los técnicos esperan en que el ingreso se haga efectivo la semana que viene.
Inma, Ana B. y Ana N. cuentan las horas para acabar con estos dos años de calvario.
Únete a nuestro boletín