Todo es agua
La sequía ha venido para quedarse, este fenómeno meteorológico es habitual en la península ibérica debido a su situación geográfica. Aunque por motivos del cambio climático, los periodos secos son más intensos y duraderos, a ello hay que sumarle que a causa de la actividad humana, cada vez son más los acuíferos contaminados. Por lo que la falta de agua para riego y consumo humano, es un problema real, inminente y de importancia máxima.
Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, la reserva hídrica española está al 51,2 por ciento de su capacidad total. Los embalses almacenan actualmente 28.730 hectómetros cúbicos de agua. Siendo la situación de Andalucía mucho más agravada con un 25,8% en el ámbito del Guadalquivir o 38,4% en la Cuenca Mediterránea Andaluza.
Parece que todos los años nos repiten los mismos datos y nos hablan del mismo problema, de hecho parece que no nos importa, ¿por que no nos importa?. Dicen que nuestra capacidad para preocuparnos por algo es como un vaso que podemos llenar con cierta cantidad de miedo y de tanto llenarlo, lo hemos saturado.
Tenemos que ser conscientes de la situación y afrontarlo desde la Utopía y no desde el miedo. Como consumidores, tenemos más poder del que pensamos. Debemos llevar un estilo de vida más saludable, para nosotros mismos y para el planeta.
Podemos reducir nuestro consumo directo de agua: Cerrando los grifos cuando no se utilizan, el flujo de un grifo abierto es de 10 litros/minuto. Incorporar dispositivos reductores de caudal en los grifos, que reducen hasta un 50% del consumo de agua. No descongelar los alimentos bajo el grifo. Ducharse en vez de bañarse, aprovechar el agua que sale mientras se espera a que se caliente (utilizando este agua para limpiar, regar, etc). Revisar periódicamente el contador de agua para comprobar que no tenemos fugas interiores de agua. No utilizar el inodoro como papelera. Poner lavadoras y lavavajillas en carga completa y en programa eco. No utilizar manguera para la limpieza de vehículos y viviendas, usar sistemas de agua a presión que consumen mucho menos. Regar por la mañana o por las noches para evitar la evaporación del agua. Estos son muchos de los tips que podemos hacer para ahorrar en el consumo directo del agua potable.
Pero existe otro consumo de agua, y por desgracia, este mucho mayor, y se trata del consumo indirecto. El consumo indirecto de agua, se mide con un indicador medioambiental, conocido como Huella Hídrica (HH), por ejemplo para producir un kilo de carne de ternera se necesitan 15.400 litros de agua, para producir un litro de aceite de oliva virgen extra, más de 14.000 litros de agua o para fabricar unos vaqueros, entre 2.000 y 3.000 litros. La fabricación de un móvil tiene una HH de 12.760 litros de agua.
Como podemos comprobar cada día, los tiempos están cambiando y nosotros tenemos que cambiar nuestro estilo de vida. No podemos seguir exprimiendo y degradando el Planeta Tierra, desde reducir el consumo de carne hasta dejar de cambiar de móvil sin necesitarlo, son muchos pequeños gestos que podemos hacer nosotros y hacerlo ahora.
Los gobiernos y empresas tienen un papel fundamental en esta situación de crisis del agua, y también son muchas medidas las que pueden tomar para cambiar de rumbo y mirar al futuro con optimismo.
Desde apostar por la agricultura regenerativa, mejorar las infraestructuras hidráulicas (depósitos de agua potable, sondeos, redes de agua potable y saneamiento y EDARs), gestionar más eficientemente la búsqueda de fugas y averías en las redes municipales, la falta de inversión y las fugas, provocan en España que se pierda más de un 20% de media del agua que se suministra.
Ejecutar obras hidráulicas, como Estaciones de Tratamiento de Agua Potable (ETAP), Plantas Desaladoras (IDAM) de alto rendimiento con energías limpias y baratas, con una gestión de residuos adecuada. Estas pueden convertir el agua salada de mar en agua apta para el consumo humano, así como para usos industriales y de regadío.
Otra alternativa posible es el uso de aguas regeneradas, son aguas residuales que han sido depuradas y, además, sometidas a un tratamiento complementario que permite su uso en vez de su vertido a los ríos o al mar. Pudiéndose utilizar para el riego de parques y jardines, baldeo de calles y alcantarillados, riegos de campos de fútbol y/o de golf, mantenimiento de humedales, recarga de acuíferos y aguas subterráneas, etc. Son muchos los beneficios que obtenemos al gestionar las aguas regeneradas.
Y por supuesto, perseguir y sancionar los pozos ilegales para el regadío como por ejemplo el de la fresa o el aguacate. Se extrae el agua sin control ninguno, como si recargar un acuífero fuese tarea fácil.
Si mañana empezará a llover, todo esto se olvidaría y la lluvia no puede ser la única solución a la que aferrarnos. Toda la naturaleza gira entorno a una perfecta armonía, y no podemos perder el eslabón más valioso que tenemos, el agua.
El agua es el recurso más preciado y a la vez más vulnerable de la naturaleza, el agua es salud, el agua es vida. Todo es agua.
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