"Vivo en Córdoba, pero mi corazón lo tengo en Mengíbar"
Limpiar las vitrinas del pianista jiennense Alfonso Aroca (Mengíbar, 1981) requiere paciencia, de tanto reconocimiento como acumula en ellas a fuerza de golpear las ochenta y ocho teclas de su jondísimo piano, que no conoce límites si se trata de escrutar los sonidos puros hasta encontrar ese no sé qué nuevo, distinto, suyo. Recién galardonado en la primera edición del Premio SGAE de Flamenco Paco de Lucía, el mengibareño comparte su tranquila satisfacción (como de bulería por soleá) con los lectores de Lacontradejaén.
—¿Cómo se siente uno después de recoger un premio del nivel del Paco de Lucía?
—Estoy muy bien, muy contento, cansaíllo pero satisfecho.
—Ocho finalistas para cuatro galardones y, finalmente, Alfonso Aroca se ha llevado precisamente el cuarto. ¿Iba usted a por el primero o solo estar ahí, en esa lista, ya le suponía un gustazo?
—Lo bueno es que no tenía ninguna aspiración, por ninguno de los premios; iba muy tranquilo en ese sentido. Considero que mi obra estaba a la altura de los demás, por supuesto, y el nivel era muy difícil de valorar. Uno por encima u otro por debajo, no importa, ya era un regalo estar ahí entre los ocho finalistas. Yo tenía esta obra [Soleá 2.0] recién compuesta, recién grabada y me dije: "Mira qué buena oportunidad".
—No ha sido una pieza compuesta ex profeso para el certamen...
—Claro, era la obra que tenía en ese momento y la presenté. Así que doblemente satisfecho, se ha valorado la obra en sí, no ha sido una composición elegida expresamente para el premio.
—¿Qué es exactamente Soleá 2.0, con la que ha logrado este importante reconocimiento?
—Un pasito más en mi investigación en el piano flamenco, un paso más en este trabajo de búsqueda de mi lenguaje que realizo desde hace tantos años. Un trabajo de investigación en el lenguaje del piano utilizando herramientas del flamenco, estructuras, melodías, ritmo... Esa investigación me va llevando a creaciones musicales de distintos estilos, y con esta primera pieza empezaré a darles salida con un nuevo trabajo discográfico.
—¿Por qué por soleá, señor Aroca?
—Quería hacer la soleá, darle todavía más intención a ese palo tocada con un piano.
—¿A qué suena, a qué sabe, a qué huele esa soleá en cuanto sale piano arriba, como el humo del incienso? ¿Puede usted definirla?
—No puedo, se trata precisamente de escucharla y que el escuchante diga lo que le transmite. Yo no podría. Está llena de contenido, pero solo cuando se oye. Eso sí, está hecha con cariño y con mucho respeto al flamenco.
—Hablando de incienso y en plena Cuaresma, lo mismo los puristas lo crucifican...
—La verdad es que me da completamente igual, no tengo ningún problema con eso. Los puristas, que digan lo que quieran.
—Toca 'jaenizar' esta entrevista, Alfonso. Mengibareño de cuna pero afincado en Córdóba desde hace la tira de años. ¿Se siente ya más cordobés que jiennense, o de eso no puede uno desembarazarse nunca?
—[Ríe] ¡Qué curioso, cuando me entrevistan desde Jaén me preguntan eso, y cuando lo hacen en Córdoba también!. Mi relación con Jaén es muy fluida, toda mi familia es de Mengíbar y tengo ahí mi corazón. El segundo año de mi vida nos fuimos a Valladolid, y un año después a Córdoba. Como quien dice, me he criado en Córdoba, pero siempre he vuelto al pueblo los fines de semana, en vacaciones, cada vez que puedo voy. Voy mucho.
—¿Le aporta algo Jaén, la provincia, a su paleta sonora?
—Yo creo que sí, quizá no sea el más apropiado para decirlo, habría que preguntarle a quien escuche mi música para ver qué piensa, pero posiblemente sí, desde luego. Es mi paisaje, muy parecido al de Córdoba, en ese sentido es común.
—Mirando hacia adelante, ¿en qué anda centrado Alfonso Aroca en estos momentos, qué proyectos tiene en el portapartituras?
—Estoy trabajando en el disco nuevo, a punto de sacar el single de Soleá 2.0, estaremos promocionándolo, con videoclip, en una semana. Aparte de esto sigo colaborando con artistas como Rosario la Tremendita, que tenemos conciertos; con Matías López, 'el Mati'..., y lo alterno con la docencia, en la Escuela Superior de Música de Cataluña, en el máster de piano flamenco.
—Con el piano a cuestas, como aquel que dice.
—Subo un par de veces al mes, sí. Barcelona es una tierra que me acogió en su momento, viví allí varios años, estudié jazz y aprendí mucho en tierras catalanas.
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