Alfonso Sancho Sáez, cien años de humanismo jaenero
Abulense de cuna y jiennense adoptivo tras décadas de vecindad y docencia, el recordado profesor dejó honda huella en su cultura y un vasto legado intelectual
"El Jaén que encontré, teniendo en cuenta que venía de Barcelona, era una ciudad pequeñita y aburrida, pero íntima. Los paseos por la carretera de Madrid, a tomar el sol, en invierno, o por el Camino de la Estación hasta la Guitarra eran nuestro esparcimiento y nuestra aventura. La vida normal se desarrollaba en el ir y venir de la calle Maestra, desde el sastre Jiménez hasta el cine Darymelia (que yo vi inaugurar); la Peña, el Bolero, el Primitivo y varios bares nos hacían sortear la concurrencia a la salida de misa en la Catedral".
Son palabras del recordado profesor Alfonso Sancho Sáez (Ávila, 1922-Jaén, 1991), frases incluidas en Alfonso Sancho. Una vida en Jaén. Un trabajo editado por el IEG, que resumen su primera impresión de la capital de la provincia nada más pisar su suelo, allá por 1941, y que aluden a algunos de los hitos más entrañables de la ciudad con la que, finalmente, terminaría fundiéndose en cuerpo y alma.
En este año del centenario de su nacimiento y de la mano de algunos de los que lo conocieron y trataron, Lacontradejaén evoca modestamente, desde sus páginas digitales, la figura y el legado de un intelectual cuya huella en la bibliografía y la cultura provincial continúan inmarcesibles tres décadas después de su fallecimiento.
"Yo estuve muchos años con él, fue primero compañero y luego director", lo recuerda Luisa Matilde Gutiérrez López, docente como él en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado (Magisterio de toda la vida), que dirigió durante casi una década.
"Vino joven, se casó aquí, aquí tuvo a sus hijos; era una persona muy inteligente y como profesor, estupendo, indiscutiblemente. Como persona, era muy afable y educado, muy fácil de tratar, fue siempre un caballero, alguien entrañable y muy bien preparado", constata Gutiérrez.
Profesor de varias generaciones y una verdadera institución en la ciudad, recaló en la patria del Lagarto en una suerte de destierro al que su padre (funcionario de telégrafos) fue destinado en un proceso de depuración que si supuso un desbaratamiento de la cotidianidad de la familia, regaló a Jaén la presencia de uno de sus más inolvidables docentes y humanistas.
Licenciado en Filosofía y Letras y en Derecho, maestro nacional, doctor en Filología Clásica, catedrático, consejero del Instituto de Estudios Giennenses, académico de las de Bellas Artes de Córdoba, cofrade de la Santa Capilla, miembro de los Amigos de San Antón, premio de investigación histórica Cronista Cazabán, autor de una amplísima bibliografía...
Harían falta dos periódicos para esbozar, simplemente, la estatura intelectual y el peso cultural de Alfonso Sancho en la que terminó siendo su tierra adoptiva, en la que yace desde el 91, donde dio nombre a un certamen de relatos y sigue dándoselo a un centro escolar y hasta a una calle del barrio del Salvador.
"No solo fue mi padre, era también mi maestro, mi compañero de trabajo, mi profesor (porque fui alumna suya en Bachillerato)", rememora su hija María Isabel Sancho Rodríguez, que relata las aventuras familiares que el abuelo Alfonso procuraba a sus nietos en "su Madrid": "Se los llevaba al Museo del Prado, a la Casa de Campo...". O por el casco antiguo jiennense, que conocía al dedillo y del que fue vecino en sus años de residencia en la calle Almendros Aguilar.
Y mucho más: el privilegio de escuchar de sus propios labios los recuerdos que conservaba de algunos de sus profesores (entre ellos el mismísimo Antonio Machado), o de personajes que, andando el tiempo, alcanzaron la categoría de leyenda, como el poeta Miguel Hernández.
"Muy pronto vamos a publicar un diario de mi padre, que encontramos cuando murió y que escribió durante la Guerra Civil; tenía quince o dieciséis años y cuenta la guerra desde una óptica muy interesante". Aviso para navegantes, en las prensas editoriales de la UJA se cuece ese libro que promete, promete mucho.
Jaén y Alfonso Sancho, Alfonso Sancho y Jaén: en la sección Virgen de la Capilla del cementerio de San Fernando de la capital reposan los restos de quien, tan castellano de ascendencia, cerró sus ojos para siempre abrazado a la tierra que el poeta Duyos bautizó, hace la tira de años, como mar de olivos.
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