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La revolución verde que nace en Jaén para transformar las aguas de almazara

Por Esperanza Calzado - Noviembre 24, 2025
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La revolución verde que nace en Jaén para transformar las aguas de almazara
Investigadores andaluces obtienen biomasa producida por microalgas cultivadas en aguas de almazara. Foto: Junta.

Investigadores de la UJA conviertem un residuo problemático del olivar en biomasa útil para energía, fertilizantes y cosmética gracias a una microalga 

Jaén escribe su economía y su paisaje en tono olivar. Pero detrás de la plantación hay un residuo del que casi nunca se habla pero que todos conocen. Las aguas de almazara, oscuras, cargadas de compuestos fenólicos y sin una salida clara más allá de las balsas de evaporación son un probema. Al menos, lo era hasta ahora.

Un equipo del Departamento de Ingeniería Química, Ambiental y de los Materiales de la Universidad de Jaén ha demostrado que ese residuo puede convertirse en recurso. Lo hace con la ayuda de una microalga, Neochloris oleoabundans, un organismo diminuto capaz de desarrollarse en entornos hostiles, alimentarse de la carga contaminante del agua y transformarla, a su vez, en biomasa rica en carbohidratos, proteínas y lípidos.

Así, gracias al trabjo de estos investigadores, lo que antes era un desecho difícil de tratar puede convertirse en materia prima para biocombustibles, fertilizantes, alimentación animal o incluso cosmética.

El hallazgo surge del estudio publicado en Engineering in Life Sciences, un trabajo que combina investigación básica, ingeniería y una dosis importante de visión sobre el futuro del sector oleícola. Con la investigadora María Lourdes Martínez-Cartas como una de sus responsables, ha logrado reducir entre un 66% y un 94% los principales contaminantes del agua procedente de almazaras, hasta alcanzar una calidad apta para su reutilización, especialmente para el riego.

Las microalgas convierten los vertidos en recursos mientras limpian el agua, y lo hacen aprovechando aquello que antes era un problema. La biomasa generada llega a contener un 56% de carbohidratos, un 51% de lípidos y un 49,5% de proteínas, cifras que abren la puerta a nuevas industrias paralelas al aceite de oliva. Martínez-Cartas lo resume con una frase que redefine el paradigma del sector: “Lo que era un pasivo ambiental se convierte en una nueva vida para el agua y en oportunidades de negocio”.

La investigación ha trabajado con tres corrientes distintas como son aguas de limpieza de aceituna, de lavado del aceite y residual urbana procedente de la depuradora de Mengíbar. La clave ha estado en la mezcla. Las aguas urbanas, ricas en nitrógeno y fósforo, diluyen la toxicidad de los fenoles y aportan nutrientes esenciales para el crecimiento de la microalga.

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