Las 98 primaveras de Amalia Cámara García

Nacida en Jamilena en 1927, la cumpleañera mantiene una gran lucidez y un sentido de la vista que le permite ver "hasta un alfiler que se caiga al suelo"
El mismo año que nacía la generación literaria de Lorca, Alberti, Guillén o Cernuda vino a luz, en Jamilena, Amalia Cámara García. Fue un 28 de mayo, y 98 años después sigue en su pueblo de su alma, viendo pasar una vida que para ella parece haberse ralentizado, privilegiándola con una edad de esas que cualquiera firmaría alcanzar en las condiciones en las que ella ha llegado.
Toda una vida en su patria chica, que tiene en Amalia a una ilustre casi centenaria a la que no le ha sido ajeno eso de tener que marcharse fuera para ganarse el pan: "Nos íbamos por temporadas toda la familia, a Lloret de Mar; trabajábamos en los hoteles, mi padre en la bodega, mi madre y yo haciendo habitaciones y mis dos hermanos, de camareros", aclara Mari Gallardo Cámara, la única hija de los tres que les nacieron a Amalia y su marido, Domingo Gallardo, que permanece en el municipio jiennense.
Hasta los años 70 estuvieron de acá para allá, pero siempre con billete de vuelta, lo tenían clarísimo. Y ahí sigue esta jamilenuda que en un par de primaveras alcanzará el siglo de existencia, viuda desde hace dieciséis año pero aferrada a eso de amanecer.
"Está muy bien, como se la ve en la foto", afirma Mari señalando la imagen que preside estas páginas, y apostilla: "Tiene sus achaques, sus dolores, pero la cabeza la tiene muy bien". Lo que no le responde como debiera es el oído, y si a ello se le une que nunca se acostumbró al sonotone... "Se compró un aparato pero no podía soportarlo, le dolía muchísimo la cabeza y dijo que no". O sea, que prefirió el silencio.
Eso sí, oír no oirá, ¡pero lo que es ver! "¡Hasta un alfiler que se caiga al suelo, cose sin gafas con la edad que tiene", exclama su hija.
¡Y anda que no se apaña bien, sabe hacer de la necesidad virtud! "Ve la tele, no la oye pero lee las letras". Esa legendaria fortaleza de los hombres y mujeres de una generación curtida en la dureza, en el sacrificio, en la carencia...
Única viva de una familia de nueve hermanos, cuenta ya seis nietos y cuatro bisnietos; con algunos de ellos, el pasado 28 de mayo, celebró un cumpleaños en el que no pudieron estar todos (sus otros hijos viven fuera) pero en el que no faltó el cariño, el amor de los suyos: "Le compramos una tarta, le cantamos y comió; lo dulce le gusta mucho". Será porque el otoño y lo dulce casan bien, como en el poema de Vicente Gaos.
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