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"Ser linier ha renovado mi ilusión por el arbitraje"

"Ser linier ha renovado mi ilusión por el arbitraje"

Por Fran Cano - Diciembre 10, 2023
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Ángel Munuera Montero (Jaén, 1991) vive su segunda temporada como linier en Segunda División. El salto a la categoría de plata del fútbol español le ha permitido vivir la profesionalidad dentro y fuera del césped y dejar a un lado su otro oficio, el de docente. Dice que echa de menos a los compañeros y a los estudiantes del colegio Altocastillo, donde dio clase durante siete años.

Munuera aprovechó el parón de selecciones de noviembre, cuando la RFEF valida las entrevistas con los medios, para visitar la sede de Lacontradejaén, en Cuatro Gatos Coworking, y hablar de los grandes temas que han marcado y marcan su vida. Sin duda, uno de los nombres propios es su hermano José Luis, árbitro en Primera División. "Ojalá coincidamos en la categoría", manifiesta sin separarse un milímetro del presente.

—¿Cuándo supo que quería ser árbitro?

—La verdad es que nunca lo supe. Mi hermano José Luis me animó, y recuerdo que cuando arbitré el primer partido no sabía si iba a durar mucho o no. Es cierto que el enganche estaba ahí. No fui consciente hasta que pité por primera vez.

—¿Y qué recuerda de los comienzos?

—(Ríe) En el primero, si me permite la expresión, metí una 'gamba' importante. Era fútbol siete, donde la línea de fuera de juego está literalmente marcada. Y yo pité un fuera de juego casi en el centro del campo. Cosas de los nervios. También es agradable el recuerdo.

—Ahí aun no se había especializado.

—No, eres árbitro general y empiezas con jugadores prebenjamines y benjamines. Sobre todo son partidos de niños pequeños, porque igual que ellos aprenden a jugar tú tienes que aprender a arbitrar.

—¿Cuándo se consolidó como linier?

—Yo fui árbitro hasta Tercera RFEF. Llegó un momento en que tenía minada la ilusión, porque no subía de categoría después de cuatro temporadas. Convertirme en linier supuso renovar mi ilusión por el arbitraje. Como la banda me gustaba mucho, tomé la decisión y acerté de pleno.

—¿Tiene la sensación de que desde fuera se valora menos al juez de línea?

—En sí, el linier tiene menos valor que el árbitro. Es muy importante en la vida saber cuál es tu rol. Y el mío es el de ayudar al árbitro. Tengo un papel secundario y soy consciente de ello. Mi labor es ayudar al árbitro, que es el principal. Además del fuera de juego, tengo las funciones secundarias de cubrir la espalda del árbitro. No sólo es que yo lo perciba, sino que ciertamente el linier tiene un rol secundario.

—¿Y se siente más cómodo ahora?

—Pues me siento cómodo en ambas situaciones. Cuando eres consciente del rol que tienes y lo llevas a cabo, no hay problema. Está claro que el árbitro tiene más responsabilidad, pero me siento muy cómodo en las dos funciones.

—¿Cómo fue el aterrizaje a Segunda División?

—El año pasado, cuando llegué por primera vez a la categoría, sí sentí la responsabilidad por subir y tenías ganas de demostrar que valgo para el fútbol profesional. Tuve ese sentimiento y luego lo he vinculado a disfrutar lo que siempre he soñado. Cuando lo logras, es muy fácil no disfrutarlo, porque igual caes en un bucle de tensión por hacerlo bien. Y es muy fácil desligarte de la alegría por disfrutarlo.

—¿Nota la diferencia con respecto a Segunda B y otras categorías inferiores?

—Sí, sí se nota. Hay muchísimas más jugadas al límite y el ritmo de juego también se incrementa. También lo percibes en el día a día, porque ahora me dedico a esto y antes lo compaginaba con mi trabajo. Ahora mi afición se ha convertido en mi trabajo y le dedico mucho más tiempo.

—Un árbitro de Primera o Segunda RFEF tiene una fuente de ingresos, pero no puede vivir de ello, ¿verdad?

—No, no puede. A partir de Segunda División ya sí estás en el fútbol profesional. En Primera y Segunda RFEF tienes ingresos, pero no te puedes enfocar únicamente en ello.

"ES UN ERROR CREER QUE EL VAR ACABA CON LA POLÉMICA"

—El VAR lleva años y sigue generando debate en jugadas interpretables. En cambio, sí parece haber eliminado la polémica en goles fantasma o fueras de juego. ¿Qué balance hace de la herramienta?

—Uno de los errores es que la gente pensó que el VAR eliminaría toda la polémica. Cuando hablamos de hechos factuales y objetivos, como el fuera de juego, obviamente sí se acaba con el ruido. Pero cuando entramos en interpretaciones seguirá existiendo el debate de si un contacto es suficiente para pitar un penalti o no, por ejemplo. El VAR se hizo para entrar en ocasiones en errores graves y manifiestos. Entonces cuando eres de un equipo o de otro siempre habrá polémica. Quizá, como digo, alguien concibió el VAR como la herramienta perfecta, pero no es así; está para ayudar. Siempre está la interpretación del árbitro de campo.

—¿Cree que hace falta más pedagogía del VAR con vistas al espectador? ¿Estaría bien que los árbitros comentasen las jugadas más polémicas tras el partido?

—A principios de temporada en los clubs reciben formación sobre las reglas del juego y el uso del VAR. No obstante, estoy de acuerdo con la posición de un compañero: dice que si salimos a hablar en todos los partidos al final seremos los protagonistas. Y el árbitro no debe ser el centro del fútbol. Los principales actores son los futbolistas y los entrenadores. Los equipos, al fin y al cabo. Si convertimos al árbitro en el centro de atención, se desvirtúa el mundo del fútbol. Siempre se ha dicho que el mejor árbitro es que el pasa desapercibido. Erramos si nos convertimos en el foco.

—Hay futbolistas que han dicho eso de que el VAR va a quitarles a ustedes el trabajo. ¿Exageran o en plena evolución tecnológica podría menguar el número de colegiados para un partido?

—Bueno, ahora tenemos el fuera de juego semiautomático, que es es fenomenal y cuanto más precisa sea la tecnología más justicia se impartirá en el campo. Pero nunca podrá reemplazar al ser humano, porque tenemos esa inteligencia que no es artificial, sino natural y el árbitro siempre tendrá el 'feeling' de la jugada. En el caso de la ley de la ventaja, ¿cómo lo haría una máquina?

—La lectura del juego.

—La lectura del juego, exacto. Saber si un equipo puede consumar una ventaja es algo que difícilmente resolverá la tecnología. Es cierto que otras decisiones, por pura precisión, se quedarán en el ámbito de la tecnología. Me cuesta creer que la figura del árbitro se reemplace.

"SER EL DÉCIMO DE DIEZ HERMANOS REGALA EMPATÍA"

—En Lacontra tenemos verdadera devoción por la familia Munuera Montero, pero le tengo que preguntar por su hermano José Luis. ¿Qué ha supuesto y supone para usted en su carrera?

—Todo el mundo tiene personas determinantes en su vida. Para algunos es su padre, su madre, un amigo o la pareja. En mi vida he tenido varias personas determinantes y una de ellas ha sido José Luis. He tenido mucho roce con él, con alegrías y peleas. Él fue el que animó a introducirme en el mundo del arbitraje y además me ha acompañado más allá del fútbol. Le tengo una gran estima y me apoyo mucho en él.

—¿Cómo es ser el menor de diez hermanos?

—Siempre lo he dicho: he sido un juguete en sus manos (ríe). Me han cogido, me han llevado y muchas veces lo digo por un tema práctico. Hubo un momento en que mis padres no llegaban y tenían que cuidarme mis hermanos.

—¿Alguna vez vivieron los diez, más sus padres, bajo el mismo techo?

—En algunos momentos. Recuerdo cuando mis hermanos ya estudiaban fuera y venían en ocasiones a casa. Entonces mi madre me decía que cogiese el pijama y me fuese a otra habitación. Yo era un poco nómada. A veces dormía en un sitio u otro, y eso me ha hecho ser más flexible y tener más empatía. Estoy muy contento de haber sido el décimo de diez.

—No se aburría.

—Era imposible. O jugábamos o nos peleamos, pero nunca estábamos quietos.

—Lleva 17 temporadas arbitrando. Supongo que el salto a Primera es el objetivo final.

—Obviamente es la meta, pero no es el objetivo, porque para mí éste debe ser siempre cercano. Un objetivo lejano te hace perder la motivación. Mi objetivo son los entrenamientos y los partidos. O corregir errores si vengo de equivocarme en un fuera de juego. Me centro en lo diario. Ojalá logre la meta de llegar a Primera División y comparte categoría con mi hermano José Luis.

—¿Echa de menos las clases y a los alumnos?

—Sí, sí. Y a las familias y a los compañeros. El colegio Altocastillo es muy familiar. Es un centro que mete a las familias en el colegio y lo siento mío. Echo de menos el ambiente tan cercano entre compañeros de trabajo, que eran amigos con los que compartías situaciones. Muchos de los padres de los alumnos han terminado siendo mis amigos.

—¿Dónde se ve dentro de diez años?

—La verdad es que no lo sé. Llevo un tiempo intentado no pensar en eso. A veces hacemos planes a largo plazo y quién sabe si estaremos aquí la semana que viene. Hay que ser así de realista. Pensar en el futuro me resta más que me ayuda. Me gusta tener un esquema de lo que podría ser mi vida, pero no quiero perder de vista el presente.

—Es de Jaén y vive en Jaén. ¿Qué supone la ciudad para usted?

—Me encanta ser de aquí. A veces tengo discusiones con amigos que se han ido a vivir fuera y hablan con lejanía de Jaén. Yo saco mucho pecho de mi ciudad, porque es supercómoda para vivir, tanto familiar como universitaria por el potencial que tiene. Tenemos un ambiente muy particular, cercano y de ir saludando a la gente por la calle. Eso a mí me encanta. En otras urbe se pierde. Me gusta Jaén por el trato y por la cercanía. Es donde me he criado y donde tengo el 90% de mis recuerdos. No la cambio por nada. Soy de viajar y lo hago por ocio y por trabajo, pero soy de Jaén y ojalá me mantenga aquí toda la vida.

—¿Y en qué le gustaría que mejorara la capital?

—Las urgencias son el turismo y las comunicaciones. Veo mucha más gente que viene de fuera y hasta compañeros me han dicho que oyen más hablar de Jaén. Por tanto, lo estamos atrayendo pero falta la estructura de comunicaciones. Yo siempre recurro al AVE de Córdoba o al aeropuerto de Granada para viajar al resto del país. Es un punto débil.

Fotos y vídeo: Fran Cano.

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