Antoñete, Caradura y La Alameda, un "cartel" irrepetible
La última gran faena del maestro madrileño tuvo como escenario el coso jiennense, hace veinticinco años, en la Feria de San Lucas
"El maestro Antoñete hace el toreo eterno en Jaén". Así tituló Alfonso Ávila su crónica para la revista taurina "Aplausos", todavía con la resaca de ese don de la ebriedad (con permiso del poeta Claudio Rodríguez) que Antonio Chenel derramó a manos llenas aquella tarde del 16 de octubre de 1999 en el coso de la Alameda, de la capital jiennense.
Bodas de plata de un faenón, de una auténtica masterclass del madrileño, el más veterano de una terna de lujo formada por el eterno Faraón de Camas y la por entonces promesa local y adelantada del rejoneo Álvaro Montes.
¿Los toros de a pie?, de la ganadería de Victoriano del Río, puro encaste Domecq para un dúo de leyendas vivas del toreo que dejaron aquí el mejor de los sabores.
Caradura era el castizo nombre del segundo del lote del diestro del mechón, que todo lo que hizo hace un cuarto de siglo sobre el albero jaenés lo hizo como tiene que hacerse.
"Toreó como hay que torear, girando los talones en un palmo de terreno y ligando un pase tras otro, rematando de pecho en el sitio, sin moverse, muleta plana, limpieza en los movimientos… de todo. Faena justa, ni un pase de más ni de menos, naturales de ensueño… a todo. Si el toro no tarda en caer le corta un señor rabo. Al astado, la merecida vuelta al ruedo", rubricó Ávila. Antoñete, Caradura y La Alameda, un "cartel" irrepetible.
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