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El arte como vehículo para la salud mental

Por Eva María Fernández - Febrero 22, 2025
El arte como vehículo para la salud mental
Eva M. Fernández, con un ejemplar de 'La mujer en el cuadro'. Foto: Cedida.

Dicen que el arte es un espejo y a la vez reflejo de tu alma. Te muestra incluso aquello que no quieres ver. A veces, el arte te abraza y reconforta; otras, te incomoda cuando la imagen que ves al otro lado se parece demasiado a la que hay en tu interior. Una que rechazas, que no quieres ver.

A diferencia del espejo, no puedes cerrar los ojos al arte e ignorarlo. De hecho, los abres más. Y en silencio, con placer casi culpable, te dejas llevar por ese personaje que tanto se parece a ti. Quieres saber qué le sucederá, como si intentaras ver tu propio futuro.

Pero ¿y si hablamos de salud mental? ¿Y si el reflejo que ves al otro lado sufre al igual que tú, tiene las mismas experiencias que tú? Comparte tu dolor, un dolor que ni siquiera sabías que tenía. Algo muy dentro de tu alma resuena. Sales de la sala de cine o cierras el libro pensando: «Soy yo». Y te quedas, por un instante, congelado, sin saber qué pensar de ti mismo.

Llegas a casa. Investigas. Descubres esa palabra que te nubla los ojos unos segundos, que rechazas, porque has aprendido que todo eso de la salud mental no importa, que son tonterías o cosa de otros. «Depresión», murmuras.

«Ansiedad». O quizás algo distinto. Y la temes. Te sientes incluso ridículo. ¿Cómo puede ser? «Pero, yo estoy bien. No tengo ningún problema».

Y lo que poco a poco empiezas a entender, gracias a ese libro, a esa serie, a esa película o a esa obra de teatro, es que al igual que un resfriado, esto que te sucede es natural, humano, y que no siempre tiene una causa visible. Pero sobre todo, que tiene solución. Que no estás solo.

Vivimos en una época en la que, poco a poco, la salud mental está dejando de ser un tabú. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. Como escritora, creo en el poder del arte como una herramienta para visibilizar estas cuestiones y generar empatía en quienes las leen o contemplan.

La literatura tiene una capacidad única: nos permite vivir otras vidas desde la intimidad de nuestras propias emociones. No hay imágenes que actúen como barrera. Con las palabras escritas nos quedamos a solas con la imaginación. Experimentamos emociones ajenas y vemos el mundo desde perspectivas distintas.

¡Qué importante es el arte para la salud mental! Obras como La campana de cristal de Sylvia Plath o La señora Dalloway de Virginia Woolf nos siguen hablando décadas después porque su reflejo de la experiencia humana sigue siendo actual y necesario.

Esa necesidad me llevó a escribir La mujer en el cuadro, un thriller psicológico donde el arte actúa como puente para explorar la salud mental y la identidad. Lo escribí con el deseo de devolver el favor que tantas otras obras me hicieron a mí: ayudarme a comprender y a sanar.

Y cuánto me alegro de haberlo hecho. Cuando alguien me dice que esa historia le ha ayudado, me dan ganas de coger sus manos y besárselas como a un santo, e intentarle explicar sin palabras que ha sido ella quien me ha salvado a mí.

Que el dolor ha merecido la pena si con eso puede ayudar a una persona.

Como sociedad, tenemos la responsabilidad de hablar de la salud mental con la misma naturalidad con la que hablamos de la salud física. Si algo he aprendido escribiendo La mujer en el cuadro, es que todos tenemos un papel en esta conversación, que todos podemos aportar. Y el arte puede ser nuestra mejor herramienta para ello.

Sigue escribiendo. Sigue esculpiendo. Sigue actuando.
Sigue. Solo sigue. Nunca sabes a quién puedes ayudar, a quién, en silencio, puedes estar salvando. Al fin y al cabo: «Es a través de las grietas por donde siempre entra la luz».

Eva María Fernández es escritora y asesorada de Secot Jaén

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