Atentos a los vertidos durante la campaña oleícola
El pasado año, la Confederación abrió procedimientos sancionadores contra siete plantas de procesado de aceituna tras localizar vertidos abusivos en el Arroyo Salado, en Torredonjimeno
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ya se ha puesto manos a la obra para evitar vertidos a la cuenca. Por eso, ha puesto en marcha el Plan de Vigilancia Especial para la campaña oléica 2017-2018. Conviene recordar que gracias a la puesta en marcha de este protocolo, el año pasado se abrió procedimientos sancionadores contra siete plantas de procesado de aceituna tras localizar vertidos abusivos en el Arroyo Salado de Porcuna, a la altura del término de Torredonjimeno. Según informa el organismo de cuenca, hasta el momento se ha localizado un vertido que ha sido detenido de inmediato. El dispositivo de este plan de vigilancia está compuesto por más de 50 puntos de control y observación a lo largo de la cuenca y ha sido diseñado unificando los datos y experiencia de anteriores años.
En este sentido, agentes medioambientales y técnicos, coordinados por el Servicio de Autorización de Vertidos de la Confederación, realizarán labores de vigilancia nocturna y en fines de semana, por las distintas zonas de la cuenca, con especial atención en las zonas productoras de aceite de oliva y sus subproductos: almazaras, secaderos de alperujo, extractoras, refinerías de aceita y centrales de bimasa.
AÑO PASADO
Con el inicio del invierno pasado, se inició un protocolo de vigilancia de vertidos a los cauces de la cuenca. La labor se intensificó con los vertidos localizados en la cuenca. De hecho, desde hacía meses, el Ayuntamiento de Torredonjimeno clamaba por una solución. Había interpuesto varias denuncias ante el Seprona, la Confederación y Medio Ambiente. La Comisaría de Aguas advirtió que algunos de estos vertidos industriales se vierten al alcantarillado público. Aparecen, después, en los colectores municipales. Esto ocasiona la mezcla de sustancias de proceso industrial con las aguas residuales urbanas. Supone la consecuente aparición de fenómenos en los cauces que dañan el medio ambiente como malos olores, restos de grasa y espuma.
Y es que las aguas derivadas del proceso de almazaras contienen una carga contaminante muy elevada. En caso de descarga a los cauces de ríos y arroyos puede provocar que desaparezca el oxígeno disuelto. Esto puede dar lugar a episodios de mortandad de peces y demás fauna acuícola. Igualmente, puede producir que el agua de un tramo de río resulte incompatible con usos posteriores.
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