La Sierra profunda
Si no nieva, vivo a cuarenta y cinco minutos de un centro médico. Si nieva y la urgencia es lo
Si no nieva, vivo a cuarenta y cinco minutos de un centro médico. Si nieva y la urgencia es lo
Nueva York, Londres, Madrid o Los Ángeles acaban tras el último polígono industrial; allá arranca otra historia, el camino hacia
Mi suerte en la sierra depende mucho de las personas a las que voy conociendo. En mi caso no bastan
No soy sociólogo, pero me temo que aun han de transcurrir unos cuantos años para que el número de votantes
La controversia nos enriquece y nos sociabiliza. Ningún temor a las opiniones dispares; al contrario: el pensamiento uniforme y la
Mi madre murió una semana antes de que unas luces malvas me alumbraran en este altar junto a Andrés Neuman.
Se ha ido la luz para siempre. Por el motivo que sea. ¿Qué importa? La noticia ya no puede expandirse: no hay internet, ni periódicos, ni emisoras de radio, ni
Dios no conoce Marchena, la Marchena de la Sierra de Segura, no la de Sevilla. De lo contrario, no se entiende que persistiera en su labor de crear un mundo
José y Rocío Lara, dos jóvenes de Santiago-Pontones, sobradamente preparados, empeñados en reconducir la lógica Lo normal en el mundo rural es que los jóvenes, tras la Educación Secundaria, se marchen
¿Os imagináis un mundo en el que recibiéramos en vida la cuarta parte de los abrazos que reciben nuestros familiares el día de nuestro entierro? Eso es poco, lo sé.
Seamos honestos: a muchos ciudadanos de este país nos cuesta manejar la democracia, votar con la cabeza, con el sentido común. Todavía hoy nos vence el 36, la Guerra Civil,
Linares no se quiere morir y está muerta. Vivimos sumergidos en el agua, con una botella de oxígeno que se agota. Eso es todo. No hay futuro; desde el 2008
En ocasiones me gustaría saber lo que sería embarcar en un velero y que, al poco, el capitán nos reuniera en la popa para informarnos de la imposibilidad de volver