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“El balonmano es plasticidad, valores y esfuerzo”

Por Fran Cano - Mayo 24, 2017
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“El balonmano es plasticidad, valores y esfuerzo”
José Javier Armenteros Jiménez repasa su vínculo con el balonmano de Valdepeñas.

José Javier Armenteros repasa la historia que vinculó al balonmano con Valdepeñas gracias a su protagonismo como entrenador y docente

Parecía escrito que un amante del deporte inocularía la pasión del balonmano en Valdepeñas. José Javier Armenteros Jiménez (Valdepeñas, 1954) celebra que el trabajado realizado en su época aún tenga consecuencias estupendas, como la reciente participación del equipo alevín en el Campeonato de Andalucía. Hoy habla con Lacontradejaén para recordar cómo empezó todo.

–Usted es del pueblo desde siempre.

–Sí, mi padre es valdepeñero de toda la vida, pero mi madre nació en Vigo (Galicia) y desarrolló su vida en Valencia. Yo pasé mi infancia y mi adolescencia en Valdepeñas.

—Y es docente.

—Hice magisterio en el Ave María de la Quinta, en Granada. Las prácticas las realicé con 19 años. Allí me encontré con el balonmano en auge, y resultó que en Valdepeñas hubo una cátedra deportiva allá por los años 70. Se tocaban todos los deportes: atletismo, baloncesto, balonmano y fútbol. He sido un enamorado del deporte. No sólo me convertí con el tiempo en entrenador de balonmano; también de fútbol y baloncesto.

—Así que no sólo le gustaba el balonmano.

—De siempre he estado en contacto con el deporte en Valdepeñas. A los ocho o nueve años ya jugaba a fútbol en un campo muy pequeño del pueblo. A los 13 me fui al colegio de Los Maristas en Jaén, y allí me inicié en atletismo y era especialista en 5.000 metros. Recuerdo que a las 12 ya era titular como lateral en fútbol. Más tarde estuve en el juvenil de Jaén. Posteriormente, me fui  Granada y allí, como decía antes, me encontré con el balonmano en plena efervescencia.

—¿Qué ocurre tras ese primer contacto?

—Entré al equipo infantil de Granada y fuimos campeones de Andalucía. Después, en el sector nacional logramos ser los terceros de España. Recuerdo que volvimos con chándales nuevos. Y hubo un boom especial en Granada con el balonmano.

—¿Cuál fue su primer destino como profesor?

—Torresblacopedro. Allí me casé con mi mujer a los dos años. Yo entonces todavía jugaba al fútbol. A partir de ahí nos destinan a los dos a Valdepeñas. Mi esposa se inició y se jubiló en el Colegio Santiago Apóstol del pueblo.

EL RETORNO COMO INICIO DE UN BOOM

—¿Qué recuerda de aquel regreso a Valdepeñas?

—Entré en la directiva del club de fútbol de Valdepeñas. Teníamos un ejemplo en José María Martínez Luna, que jugó en el Atlético de Madrid. Era el capitán del equipo y hasta ponía dinero para que el Valdepeñas estuviese en regional. Los jugadores de Los Villares y los de Valdepeñas formamos un equipo.

—Seguimos hablando de fútbol. Curioso.

—Sí, porque en principio estuve volcado con el fútbol. Incluso fui entrenador. He tenido bajo mis órdenes a gente muy buena que cumplía el servicio militar en la Pandera. Había gente buena en Valdepeñas, pero recuerdo que hubo vascos y maños que eran de más nivel; la gente no veía bien que jugadores que llevaban menos tiempo le quitaran la titularidad a los veteranos. Entonces me ofrecieron ser entrenador de Alcalá la Real. Con los problemas que se empezaban a dar, decido cambiar de deporte, porque me di cuenta de que no habría futuro con la cantera. No me salían las cuentas para que ésta funcionase en fútbol. Vi que con el balonmano sí sería posible: pasaríamos de 11 más el banquillo a un plantel de 14 jugadores.

—¿Y qué tal el cambio?

—Empecé desde abajo, con los más pequeños, y como ya entonces teníamos operativo el instituto, pues también armé el equipo mayor, por así decirlo. Éste me serviría para que fuese el ejemplo de los pequeños. Teníamos cadetes, juveniles y empezamos con un alevín. Quería que trabajaran también las niñas con sus propias categorías. Llegó un momento en que estaba desbordado.

—¿En serio?

—Empezábamos a las nueve de la mañana y terminábamos a las ocho de la tarde. Le pedía a la federación que pusiera los partidos de todas las categorías o fuera o en casa, para coordinar a todos los equipos. Mi mujer me ayudaba en los viajes, y mis hijos, con los entrenamientos. Trabajaba más en fin de semana que en semana.

—¿El pueblo se entusiasmó con el balonmano?

—No sólo se mostró cariño. Fue algo más. Últimamente, en Almuñécar, lo hemos demostrado. Tenemos la mejor afición del mundo. A la gente le encanta el balonmano. Hoy, padres e hijos han tenido un ejemplo en el equipo femenino, también en el sénior. Han sido muy importantes personas como Wenceslao Torrebejano, Paco Mendoza y Raú Serrano. También hemos tenido gente que ha pasado por nuestro pueblo y que no tenía contacto con el balonmano y que ahora están en Córdoba o el País Vasco o Cataluña y me mandan mensajes o me llaman para recordar cómo nos fue todo. Algunos son profesores de Educacíon Física. Dicen que como mínimo un trimestre introducen el balonmano en sus clases. Es el signo del esfuerzo y de los valores que transmite este juego colectivo, donde el grupo prima sobre individuales.

LA BELLEZA “COMPLICADA” DEL DEPORTE

—¿Qué es lo que más le gusta del balonmano?

—La plasticidad y todas las cualidades que toca. Parece muy sencillo, aunque es muy complicado, porque debes dominar físico, técnica táctica y también la psicología del jugador. A cada cual debes darle lo suyo, su justicia.

—El deporte tiene futuro en Valdepeñas.

—Creo que sí. El campeonato andaluz ha sido un incentivo. Yo he estado en Almuñécar y todos se han dado cuenta de que el deporte no es suerte, sino esfuerzo, empuje y trabajo. Todo eso es balonmano. A la edad a la que han ido son esponjas: los alvinos han aprendido que hay que estar en la vida con los pies en el suelo.

—¿Con qué se queda?

—El trabajo de las mujeres que han formado un equipo mientras se llevaban a los chavales para entrenar. Alguna vez, como en Almuñécar, los resultados no son los deseados, pero eso no es el fin, sino el medio para hacer deporte e ilusionar y tener una vida más sana. Destaco a los padres y a toda la afición de Valdepeñas. Y también cabe resaltar el apoyo continuo del Ayuntamiento. Fui director de una Escuela Municipal de Balonmano. No tuve remuneración, pero sí la ayuda en cuestiones como el material deportivo. Destaco a Francisco Gutiérrez, un edil que inició la colaboración con el balonmano. María de la Paz del Moral, hoy delegada, y Laura Nieto, la alcaldesa, también han contribuido. De hecho ahora hay una subvención anual al club.

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