Las barbas
Hemos visto muchas barbas de vecino cortadas en los últimos años, no debió pillarnos por sorpresa. Partidos de ultraderecha llegando a parlamentos, a gobiernos en Europa que debieron disparar la alarma en nuestro cerebro, pero no fue así. Nos parecía un mundo lejano, extraterrestre. Lo más de derechas que conocíamos era el PP, una formación que, de un tiempo a esta parte, se había posicionado en el centro-derecha, por aquello de rascar algunos votos de los indecisos, de los decepcionados. Y entonces llegó el tiempo del afeitado, y nos pilló con el cuello sin protección alguna, desnudo y frágil.
La falta de escrúpulos —y posiblemente el apego al sillón, la ambición desmedida— de conservadores y Ciudadanos han aupado al partido de ultraderecha más blanqueado por los medios hasta la primera línea de la política andaluza, en un pacto de la vergüenza que muchos consideran una previa de lo que veremos en las elecciones nacionales.
No queda ahí la cosa, las desgracias nunca llegan solas. Un jiennense se ha convertido en el primer senador de la formación de extrema derecha. Su estreno: negarse a firmar una declaración institucional que quería condenar la lgbtfobia en el deporte. Muestra clara de lo que será la actividad parlamentaria de esta gente.
¿Qué nos queda, de aquí al 28 de abril? Luchar. Informar(nos). Y, sobre todo, votar.
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