"El tópico de que los concursos literarios están amañados es falso"
A sus veintisiete años, la jiennense Begoña M. Rueda ha publicado ya el mismo número de libros que algunos poetas editan a lo largo de toda su trayectoria, y siempre a golpe de premio. Hace pocos días recogió el Ciudad de Burgos, uno de los grandes de la poesía española, que le permite entrar por la puerta grande en una de las colecciones literarias de mayor prestigio con su último poemario, Windows. Reivindicativa y atenta a la cotidianidad, los versos de esta reconocidísima poeta destilan frescura: "Voy al Mercadona, me ponen una canción triste de fondo y me inspiro", afirma, convencida de que eso de que los premios están amañados no es más que un tópico.
—¿Cómo se encuentra después de recibir uno de los premios grandes de la poesía actual?
—Bueno, ya después de unos días lo he digerido mejor, pero cuando me llamaron no me lo podía ni creer. Ya no me acordaba ni de que se iba a fallar esos días, yo pensaba que lo habría ganado otra persona, así que fue un alegrón.
—Usted está acostumbrada a recoger trofeos. ¿Lo pasó bien?
—Sí, fue un acto muy bonico, en el teatro Principal, que es como del siglo XIX. Fue bastante gente, me trataron muy bien.
—¿Qué conlleva el Ciudad de Burgos?
—Publicación del libro en Visor y siete mil euros.
—¿Siete mil euros? Va a tener una Navidad buena...
—Ya verás, la paga extra doble.
—Con este libro, entra en una de las colecciones de poesía de mayor prestigio.
—Sí, la verdad es que toda la vida leyendo libros de Visor, una nunca se había imaginado que me publicaran en esa editorial tan prestigiosa.
—Ha seguido el camino de los premios a lo largo de su trayectoria, y eso que muchos poetas, de todas las edades, los menosprecian, consideran que están dados de antemano.
—No, yo no creo que haya que menospreciarlos. Estos tópicos de que todos los concursos están amañados es falso, yo he ganado varios concursos y ninguno me lo han dado, si me decanto por presentarme es por las cosas que he leído a lo largo de mi vida; no es lo mismo una persona que dice que le gusta la poesía porque se engancha a cosas nocivas, como Marwan o Irene X y esta gente. En un libro buenísimo, Martín Rodríguez-Gaona habla de los prosumidores, los poetas estos que lo que hacen de la poesía es un producto, y luego estánn otros poetas que se lo toman más en serio, que interpretan la poesía como una forma suya de vida.
—Usted está entre los segundos, ¿no?
—Sí, me metería un poco ahí, no considero que yo haga de la poesía un producto ni me alimento de la poesía o la imitación de la poesía que hacen otros grupúsculos de gente; quieras o no, que te guste Hiperión o que te guste Visor u otro tipo de editoriales del estilo es por lo que tú has leído, de lo que te has alimentado. Yo, de Instagram no me alimento.
—No es poeta de redes sociales...
—No, a ver, yo qué sé, hablo por mí. Seguidores tengo los justos y menos en mi Instagram, es un desierto. Tengo gente que me añade, yo la acepto, pero no soy muy activa. No veo mal si los demás basan su actividad digamos literaria en las redes sociales y luego no tocan un libro, que cada uno haga lo que quiera; pero vamos, mi estilo no es.
—Ni de autoeditarse sus propios libros.
—Bueno, porque no me ha hecho falta, desde el minuto uno he tenido la fortuna de que se me ha valorado mi trabajo y se me ha premiado, pero tampoco creo que todas las personas que se autopublican sean poetas menores, estoy convencida de que hay gente que está sin premiar y es muy buena, además conozco casos. No veo la autoedición un tema tan extremo como los grupúsculos estos que ya he comentado, que hacen poesía 'fast food', eso son objetos de los chinos, que se ponen a venderlos como si fueran churros, eso no es poesía.
—Parece tener muy claro lo que no es poesía... ¿Qué es la poesía para Begoña M. Rueda?
—Yo puedo responder lo que es para mí, pero lo que es la poesía..., ¿quién va a definir una cosa como esa? Es como preguntar si hay vida después de esta vida, yo creo que sí, pero a ver si eso es verdad.
—Entonces...
—Es mi forma de vivir, yo veo poesía en todos lados. Esto queda muy cutre y muy cliché, pero yo voy al Mercadona a comprar, me ponen una canción triste de fondo y vamos, me inspiro (ríe). Ea.
—Es decir, que escribe poesía a partir de lo cotidiano, no de lo elevado.
—No por Dios, yo gongorina no soy, y elevada tampoco.
—En Windows, además de cotidianidad, hay feminismo.
—Sí, hay, te prometo que hay, sí. Me resulta curioso, por ejemplo, cuando alguien va a arreglarte el ordenador y suelen ser la mayoría chicos, porque dices: ¿quién me formatea el portátil?, y casi todos son hombres. Una vez me lo formateó una muchacha y lo hizo igual que un hombre de bien, esto es como en la poesía, hay informáticos buenos e informáticas buenas; he hecho un poema de eso, uniendo el feminismo con el mundo de la informática también. Hay otro, Photoshop, sobre el tema de cómo se trata a la mujer en el mundo de la imagen, de la belleza, y este programa informático tiene mucho que ver. Hay dos o tres poemas que hablan de feminismo, tampoco todo el libro.
—Poesía femenina, feminista o poesía escrita por mujeres, el eterno debate. ¿Qué piensa usted al respecto?
—Vamos a ver. Lo mismo que hay mujeres feministas puede haber hombres feministas, no creo que tenga más importancia la poesía de un hombre que la de una mujer ni la de una mujer más que la de un hombre. El que es buen poeta es buen poeta y ya está. Que yo en mi libro trate el feminismo, bueno, porque simpatizo con el feminismo, pero vamos, hay poetas amigos míos que son buenísimos y poetas mujeres que son buenísimas.
—¿Qué más hay en su último libro? ¿Adónde se asoman esas 'ventanas'?
—En el caso de Windows, a mí me gusta hacer 'frikeríos' cuando escribo y dije: Voy a unir la poesía con el mundo de la informática; toco muchas cosas, aparte del feminismo. Hay poemas que tratan de cómo esta la naturaleza, yéndose a la mierda. Otros tratan las redes sociales... Cosas así.
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