Pilar y Juan, cincuenta años de amor rubricados en su pueblo
La pareja, que regresó a Santo Tomé desde Cataluña tras su jubilación, comparte con sus paisanos la alegría de llevar medio siglo unidos
Dignos del Banquete de la boda de Botticelli. Así se les ve a Pilar Peña y Juan Palomares en la foto que encabeza este reportaje, más felices que unas Pascuas celebrando nada más y nada menos que cincuenta años de matrimonio, y en su pueblo, en su Santo Tomé de su alma:
"Fue una celebración muy bonita, la gente salió llorando", asegura Palomares. Normal, con un oficiante como su propio hijo, sacerdote llegado desde Panamá para la ocasión, la emoción estaba asegurada. Y si además es un hacha con la guitarra y sabe hacerse con el personal como pocos, pues miel sobre hojuelas.
Así fue, y la parroquia del precioso municipio serrano se vistió de gala, este verano, para arropar a los veteranos contrayentes y dejarles claro que, por muchos años que hayan estado fuera de su patria chica, se les quiere a rabiar.
Y es que Pilar y Juan han pasado alrededor de treinta y ocho años en tierras catalanas, en Tarragona, donde los llevó el ansia de una vida mejor que, definitivamente, encontraron allí:
"Nos costó irnos de nuestro pueblo, de nuestra tierra, pero a mí no me gustaba tener que estar detrás de la gente para que me dieran trabajo; cogí, me fui y, gracias a Dios, tuvimos suerte", afirma Juan.
Por entonces ya eran padres de sus tres vástagos, el referido presbítero y dos enfermeras que continúan domiciliadas en Cataluña.
Allí se desplazan para ver a sus nietos cuando la nostalgia les puede, e incluso el país panameño los conoce ya, que a viajeros no hay quién les gane. No en vano, él se ha pasado la vida al volante, en una empresa de transportes, y ya se sabe, donde hubo fuego...
Toda la vida... Eso es lo que llevan juntos, desde que tenían apenas dieciocho años y se ennoviaron para no separarse jamás:
"Yo soy de Cazorla, pero bajaba a Santo Tomé, la conocí y estuvimos dando vueltas hasta que nos pusimos novios", explica el esposo, que no ahorra elogios hacia su mujer si se trata de compartir con los lectores de Lacontradejaén qué lo enamoró de ella:
"Vale más que perla, y no es porque sea mi mujer. Limpia para la casa, cariñosa...", describe. Vamos, tan buena que hasta su vida profesional la ha desarrollado en la Cruz Roja. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Juan apostilla: "No para en todo el día, a la casa le va a quitar el barniz de tanto limpiar; no podemos pasar el uno sin el otro".
Y tanto, como que en cuanto se jubilaron pusieron rumbo a su pueblo para no separarse nunca y pasar esta etapa de su vida juntos y en el paisaje que prefieren:
"En Santo Tomé la gente es muy amable, te socorre y te da lo que tiene, y nosotros igualmente hacemos con todos nuestros vecinos. El alcalde es muy buena gente también, y la verdad es que estamos muy a gusto, no cambiaríamos esto por nada", sentencia.
Felicidades, pues: por esos cincuenta años de matrimonio bien avenido y, cómo no, por poder celebrarlos bajo el cielo que los vio unirse, por primera vez, hace ya tantas décadas.
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