Bodas de plata por partida doble para Pilar y Agustín
El matrimonio, residente en Santo Tomé, reúne a sus familiares y amigos en sendas celebraciones, una por la Iglesia y la otra, oficiada por una concejala
"El día de antes de la celebración, mi marido me hizo una serenata. Juntó a las familias, y como tengo una sobrina que su marido canta, lo trajo para que cantara; en mi grupo de baile de bachata y salsa hay una muchacha que también canta, y sin yo saberlo lo prepararon todo y me cantaron".
Con razón asegura María del Pilar de la Torre González (Villacarrillo, 1973) que su marido desde hace veinticinco años, Agustín Martínez Cervera (Santo Tomé, 1967) es todo un romántico.
Bueno, eso no dice exactamente, pero más o menos lo mismo: "Sigue siendo como siempre de detallista y de cariñoso (más conmigo que yo con él)", afirma el 50 por ciento femenino de la pareja, que el pasado fin de semana lo pasó en grande rodeada de los suyos para festejar unas bodas de plata inolvidables, y por partida doble.
Primero, el sábado, por la Iglesia, que les dejó el mejor de los sabores de boca: "La celebración fue preciosa, el párroco nos hizo una ceremonia muy bonita; mis hijos [dos tiarrones y una chica que estrena mayoría de edad a primeros de noviembre] fueron los padrinos y nos pusieron las alianzas". O sea, que la emoción estuvo asegurada.
Y por si no lloraron bastante, el domingo se cuajaron otra ceremonia, civil en este caso y más bien pensada para las amistades, que ofició una concejal tomeseña.
"Los dos días, yo con mi vestido de novia de cuando me casé hace veinticinco años", comenta Pilar, que además de conservar intacto el amor a Agustín ha mantenido el tipo hasta el punto de poder vestir para la ocasión el mismo traje de entonces: "Me gusta mucho y dije 'a ver si lo puedo aprovechar". ¿Y Agustín, también conserva la línea como para no tener que renovar vestuario? l
"No, él se lo ha comprado; no se probó el de novio, así que no sabemos si le estaba bien o no, pero como le ha sacado tanta batalla y se lo ha puesto tantas veces...". Un hombre práctico, anda que no.
De lo lindo lo pasaron, y lo que les queda, que los invitados se estiraron y casi se puede aseverar que las de plata han sido más rumbosas que la boda que los unió para los restos hace un cuarto de siglo. ¿Que no? "El día 25 nos vamos de luna de miel, la familia de mi marido nos ha regalado un viaje a Canarias y mi familia, a Cancún". Lo dicho.
UNA HISTORIA DE AMOR 'BAÑADA' POR UNA COPA DE CUBATA
Pero, ¿cómo comenzó la historia en común de María del Pilar y Agustín? La respuesta está en la divertida memoria de ella:
"Bajé a las fiestas de Santo Tomé con una familia retirada que tengo en el pueblo y lo conocí; por entonces él jugaba al fútbol, habían ganado una copa y por cada sitio que iban llenaban la copa de cubata; había una rueda, él pasaba por toda la rueda, pero a mí no me daba", recuerda.
No le daba..., hasta que le dio: "Pero en un momento dado, llenaron la copa se vino directamente a mí y me dijo 'ahora te toca a ti beber'. A raíz de ahí empezamos a hablar; luego, a las dos semanas, subió a Villacarrillo, nos volvimos a encontrar y empezamos a salir. Yo tenía quince años y él, veintiuno. Estuvimos de novios diez años, hasta que nos casamos".
Agustín, trabajador del campo y de la obra, estaba asentado laboralmente en su pueblo y decidieron instalarse en Santo Tomé, donde les nacieron las tres criaturas que son el principal orgullo de este matrimonio.
"¿Y cómo es él?", parafraseando al gran Raphael: "Agustin es muy tranquilo, yo soy más nerviosa, tengo más genio. tiene mucha paciencia". Como Lacontradejaén ha contactado directamente con la señora, nunca sabrán los lectores de este renupcial reportaje qué opina de ella el señor, ¡pero si llevan cinco lustros conviviendo...!
"Como todas las parejas, hemos tenido nuestras discusiones, pero siempre hemos vuelto a nuestros hijos, a nuestra casa. Y cuando la vida nos ha dado algunos baches, hemos salido de ellos unidos los dos", sentencia Pilar con la voz entrecortada y con una clarísima receta para quienes, como ellos, pretendan seguir cumpliendo años y años necesitándose: "Lo importante es no querer cambiar a la otra persona, somos como somos, no hay otra; y dialogar, hablarlo todo". A por las de oro, pues.
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