La voz de Jaén abre San Lucas

David Uclés prende la mecha emocional de la feria más jiennense con un pregón que late al compás de una ciudad que celebra 1.200 años de capitalidad
La tarde de sábado ha caído sobre Jaén con ese brillo dorado que solo tienen los otoños cuando San Lucas anda cerca. El aire fresco de octubre mecía los balcones engalanados y olor a feria recién estrenada. Allí, en la Plaza Santa María ha resonado la voz de David Uclés, pregonero de la Feria de San Lucas 2025, que ha regalado a su tierra un discurso como quien ofrece un pan caliente: con humildad, con orgullo y con amor.
Ha sido el alcalde, Julio Millán, quien lo ha presentado ante la multitud. No como a un escritor de éxito, sino como a "un hijo de esta tierra" que escribe con las raíces metidas en la cal de los patios, en el verde de los olivares y en el rumor del Guadalbullón.
Con un traje de Chirri que parecía hablar por sí solo, Uclés ha salido al balcón y ha dibujado con palabras un mapa emocional de Jaén. Ha hablado de fronteras y de encuentros, de cristianos, musulmanes y judíos, de la Catedral que vigila los siglos, de los Baños Árabes que guardan secretos bajo tierra y del Castillo de Santa Catalina, centinela de piedra. Ha pronunciado con cariño el nombre de las fiestas que hacen única a Jaén. La Virgen de la Capilla, San Antón, los melenchones... y hasta el lagarto de la Malena ha tenido su momento.
La feria, ha dicho Uclés, es la última gran alegría del año. "Abierta e igualitaria", donde todo el mundo cabe y donde se brinda con vino dulce, se huelen las migas recién hechas y los flamenquines crujen. Ha evocado expresiones que solo en Jaén se entienden como la "tierra del ronquío", para levantar la voz y arengar: "¡Viva la Feria de San Lucas! ¡Vivan las moricas aguerridas de Jaén! ¡Vivan los aceituneros altivos! ¡Vivan los lagartos y lagartas! ¡Y viva Jaén ni poyas!".
Al terminar el pregón, las luces de la cabalgata han empezado a encenderse como luciérnagas ordenadas. Más de 500 personas han dado forma a un desfile que este año ha tenido nombre propio: "Jaén, en clave de Interculturalidad".
Desde la misma plaza hasta la Avenida de Madrid, la ciudad se ha convertido en un tapiz móvil de culturas: dragones chinos ondeando al viento, dioses hindúes bailando entre tambores, espíritus del Ártico, danzas amazónicas, ritmos africanos y jeroglíficos egipcios. Todo ello en un homenaje doble: los 1.200 años de la capitalidad de Jaén y los 450 de la muerte del arquitecto Andrés de Vandelvira, como si el pasado y el presente se dieran la mano en medio de la música.
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