Un rincón mariano en la capital: la Reja de la Capilla

Desde 1959, el punto donde (según la tradición) se detuvo la celeste comitiva en junio de 1430 presenta el aspecto que ha llegado hasta la actualidad
"Adorémosla en el lugar en el que se posaron sus pies", recomienda una de las dos lápidas colocadas (en 1930) a cada flanco del magnífico mosaico que Santiago Padrós firmó en 1958 sobre la histórica portada gótica de la iglesia de San Ildefonso, en el lugar exacto donde "se detuvo la procesión del glorioso Descenso de Nuestra Señora a esta ciudad en la noche del sábado 10 de junio de 1430".
La otra lápida, extraída del Mercadillo (la misma cantera de la que salió el resto de la Catedral jaenera) reza esa entrañable oración que durante décadas puso singular banda sonora al barrio y, de paso, a gran parte de la ciudad, desde el reloj de la torre de la basílica, que diseñó Sebastián de Solís: "Bendita sea la hora en que María Santísima descendió del cielo a la ciudad de Jaén para socorrer a nuestros mayores. Virgen Santísima de la Capilla, rogad por nosotros".
Y en el centro, tras la reja que da nombre a la calle, las maravillosas teselas de Santiago Padrós, aquel artista catalán, gloria del mosaiquismo, que hizo de un rincón nunca bien definido una auténtica delicia urbana, diseñada por el arquitecto Juan Ortega Cano, cuñado (por cierto) del que fuera hermano mayor de la cofradía Andrés Chamorro Lozano.
Una soberbia pieza de la que presumir, que resuelve airosa y hermosamente el eterno vacío que hasta 1959 sufrió ese arco gótico isabelino sobre el que reina una mariana imagen pétrea a la que, desde hace poco, le falta la corona, en palabras del hermano mayor de la cofradía, José María Francés, "en proceso de limpieza". Ay, los siglos (y las palomas).
Zigzag predilecto (junto con la calle Almenas) para los cofrades de Pasión abducidos por las estrechuras, junio la convierte en itinerario inexcusable en plena feria chica, pero no hay día del resto del año que este jaenerísimo rincón no merezca convertirse en punto de uno de los abundantes paseos que, últimamente, aclaran (o confunden, que de todo hay) a quien se inscribe en ellos.
"De noche, como de día / con la luna y con el sol, / nadie mira aquella reja / sin rendirle adoración", escribió el poeta Manuel de Góngora. Toda una hipérbole, si lo hubiera firmado en 2025.
Únete a nuestro boletín