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LECCIONES MÁS ALLÁ DEL FÚTBOL

LECCIONES MÁS ALLÁ DEL FÚTBOL

Por Miguel G. Barea - Julio 13, 2019

Hace un año, tres amigos y jugadores del Ciudad de Torredonjimeno pensaron que las instalaciones del Parque Deportivo de La Garza eran óptimas para albergar un campus de fútbol. Su visión del deporte como herramienta para trasmitir valores y sus ganas de trabajar por los demás han cristalizado en la primera edición del Campus Ciudad de Linares, un evento que viene para quedarse.

“Todo lo que aprendí sobre los hombres se lo debo al fútbol”, afirmó Albert Camus. Una cita que los organizadores del Campus Ciudad de Linares asumieron como propia a la hora de llevar a la práctica un proyecto que tenían en mente desde hace tiempo. El pasado 27 de junio en las instalaciones del Parque Deportivo La Garza arrancó la primera edición de un evento que reunió a 65 niños de entre 8 y 14 años procedentes de distintos puntos de la provincia.

Durante cuatro días los internos han tenido la oportunidad de mejorar su regate, golpeo a balón parado o marcaje por zona. Pero sobre todo, el Campus de Fútbol Ciudad de Linares les ha permitido familiarizarse con el compañerismo, la disciplina, el respeto al adversario y todos aquellos aspectos que trascienden más allá del terreno de juego.

IDEA A FUEGO LENTO

Los 'cerebros' que se encargaron de organizar el campus son viejos conocidos para el aficionado jiennense: Javi Quesada, Javi Luque y David Rus, tres futbolistas que han jugado casi todos los campos de la provincia, ya sean de albero, de hierba o de césped artificial.

Como todas las grandes ideas, este proyecto también surgió por casualidad. Los tres se conocían desde hace años, pues se formaron en la cantera del Linares Deportivo. Rus y Luque volvieron a coincidir en las filas del Martos, pero no fue hasta la temporada 2016/2017 cuando volvieron a reunirse en el Ciudad de Torredonjimeno del grupo IX de Tercera División.

Tras multitud de conversaciones repartidas viajes, partidos y entrenamientos, la idea fue tomando forma. “Llevamos dos años compartiendo viaje y coche a Torredonjimeno. Sabíamos de las instalaciones que tenía La Garza y de otros campus que se organizaban en Granada y otras provincias. Y empezamos hablar. Descubrimos que en Linares no había nada similar, y dijimos, ¿por qué no crearlo nosotros?”, explica Rus.

Una vez seleccionado el lugar, optaron por celebrarlo en los últimos días de junio, cuando el curso académico ya ha finalizado. Después, desempolvaron la agenda y tiraron de sus contactos. Sus compañeros en la escuadra tosiriana Álvaro Lozano, Antonio Montiel y Edu Osorio hicieron de monitores; el preparador, investigador y profesor Víctor Cuadrado se ocupó del entrenamiento físico, mientras que Agustín Rodríguez, maestro de profesión, hizo de fotógrafo y diseñador gráfico para cerrar un cuerpo técnico y humilde cercano a la par que cualificado.

FÚTBOL, FORMACIÓN, VALORES

Durante las cuatro jornadas que se extendió el Campus Ciudad de Linares, los internos se levantaban a las 8 de la mañana. Tras hacer su cama y asearse, se reunían para desayunar en el comedor. A las 9 y media comenzaba el primer entrenamiento de la jornada, con una duración aproximada de dos horas. Después, turno para relajarse en la piscina hasta la una y media de la tarde, hora en la que regresaban al comedor. Cuando terminaban de comer, tenían descanso hasta las cuatro y media, momento en el que empezaba la sesión de tarde.

“Podemos decir que lo hemos organizado todo pensando en las actividades que nos hubiera gustado realizar cuando éramos pequeños, aplicando toda nuestra experiencia acumulada como jugadores y entrenadores de categorías inferiores”, afirma Javi Luque, el más veterano de los organizadores.

Tras la siesta, la sesión se reanudaba con una taller formativo. A través de una charla sobre la importancia de la lectura, de la higiene bucodental o de la motivación se impartían los llamados “entrenamientos invisibles”, es decir, aquellos que te preparan para ejercer una tarea de manera inconsciente. Valga como prueba el hecho de que el rendimiento solía ser muy bueno en la sesión que tenía lugar justo después.

Después de cenar y llamar a casa, tocaba despedir el día con juegos nocturnos, cuentos o magia. De hecho, uno de los días acudió para hacer su número el 'Mago Torres', actual entrenador del Torreperogil, que fue capaz de arrancar más de una mueca de asombro y unas cuantas sonrisas.

En definitiva, aunque cada jornada era muy intensa, divertirse no estaba reñido con aprender. “Podíamos haber completado las horas con piscina o proyectando películas, hubiera sido más cómodo para los monitores. Pero nosotros creemos que a través del fútbol es una gran herramienta para integrar a la gente también a los niños. Y formarles como personas, que es lo más importante”, argumenta Javi Quesada.

Una percepción que coincide con la de todos sus compañeros, conscientes de que, paradójicamente, hay ocasiones en las que lo menos importante del deporte es la propia competición. “Un grupo en un equipo de fútbol no deja de ser un grupo de trabajo. Nosotros jugando al fútbol aprendimos a trabajar en equipo, disciplina con uno mismo, solidaridad con el compañero... son lecciones básicas que te preparan para la vida, hagas lo que hagas. Y parece ser que a través del balón lo asimilan bien”, añade Luque. 

OBJETIVO: CRECIMIENTO Y DIVERSIDAD

Tras cuatro días de convivencia en La Garza, las sensaciones que ha dejado esta primera edición del campus han sido muy positivas. La sintonía entre los monitores y los niños fue total. Y aunque en un principio los organizadores los agruparon en las cabañas por afinidades, al final todos se hicieron amigos de todos.

“Jamás hubiera pensado que esto iba a salir así de bien. A día de hoy, todavía seguimos teniendo muestras de agradecimiento de los padres. También los patrocinadores. Ven que ha habido mucha dedicación y mucho empeño que se ven reflejados en el buen resultado final”, admite Luque.

Para David Rus, una de las razones del éxito ha sido la planificación, así como el saber rodearse de profesionales competentes. “Mucha gente confío en nosotros tres y por tanto hemos cuidado al máximo los detalles. Creo que el campus ha sido satisfactorio, lo que nos invita a organizar más ediciones”, sostiene.

No obstante, a los tres organizadores se les ha quedado una espina clavada. Y es que, a pesar de que las inscripciones estaban abiertas tanto a niños como a niñas, lo cierto es que esta primera edición no ha contado con ninguna representante femenina, un aspecto que están analizando para poder subsanarlo el año que viene. “Tenemos que hacer una valoración sobre por qué no hemos logrado captar a ninguna niña. Averiguar si ha fallado el mensaje o si simplemente no hemos sabido llegar. En ese sentido, tenemos que ponernos las pilas”, reflexiona Quesada. “Aquí todo el mundo tiene las puertas abiertas. Cuanta más diversidad haya más creceremos y aprenderemos los unos de los otros. Precisamente ahí está lo bonito de todo esto”, concluye.

Conscientes de la influencia del fútbol en la vida de los más pequeños, los tres organizadores no solo quieren permanecer; también desean crecer en todos los sentidos. Y aunque pueda parecer que en el mundo del deporte prima el espectáculo sobre todo lo demás, en el Campus de Fútbol Ciudad de Linares se sienten cómodos navegando a contracorriente. Por el bien de los pequeños, solo nos queda desearles una feliz singladura.

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