"Me perderé por las carreteras de olivares para recoger el premio de poesía"
Carlos Alberto Palacio Lopera "Pala" (Yarumal, Colombia, 1969) ha sido el ganador de la modalidad de poesía de los Premios Literarios Jaén, impulsados por CajaGranada. La obra premiada —entre 243 originales— lleva por título Gramática del asombro y aborda temas capitales como la distancia, la renuncia o el amor.
El colombiano atiende desde su país, vía telemática, a Lacontradejaén para acercar la esencia de su trabajo y regalar, de paso, el poema que abre el libro. Pala está encantando con el triunfo, pero más aún con la alegría de ser escritor y compartirlo con lectores al otro lado del Atlántico.
—¿Qué sintió al saber que era uno de los ganadores del concurso?
—Por la diferencia horaria entre España y Colombia, recibí la llamada en la que me anunciaban el premio muy temprano en la mañana, justo mientras preparaba el desayuno. Eso hizo que a la felicidad inmensa se le sumara cierta sensación de irrealidad. Ahora pienso que gracias al premio de Jaén desayuné por primera vez en mi vida con una copa de vino y no con una taza de café.
—¿Cuánto tiempo le ha tomado hacer Gramática del asombro?
—Suelo dedicar mucho tiempo a rumiar el concepto de un poemario antes de empezar a escribirlo. Esa etapa previa incluye el acopio de ideas, de versos sueltos, de investigación sobre poemas en la misma línea y de lecturas relacionadas con el tema. Luego escribo de forma compulsiva por varios meses. Finalmente llega el proceso más importante y el que más disfruto: la reescritura. En total, para este poemario, calculo unos seis meses en dedicación casi monástica.
—¿Qué temas principales aborda en el poemario?
—Los poemas de Gramática del asombro abordan temas universales —la distancia, la renuncia, el amor—, pero todo el libro se construye sobre el contradictorio carácter dual de la palabra: una poderosa herramienta para aferrarnos a lo vivido y, al mismo tiempo, un artefacto limitadísimo cuando se trata de asir lo sentido.
—Si tuviera que quedarse con un poema de los que arman el libro, ¿cuál elige y por qué?
—Me quedaría con el poema que abre el libro. Es un soneto clásico nombrado con una preciosa palabra catalana, Lletraferit, que significa herido por la palabra y que, a mi gusto, contiene una musicalidad que no alcanzó su versión española: letraherido. Es un poema [disponible al término de la entrevista] que, considero, resume la intención y el tono de todo el poemario.
—¿Cuáles son sus principales motivaciones como autor?
—No creo ser muy diferente a los demás escritores. Escribo por una pulsión interna; por una necesidad de contar, de comunicar, de decir.
—¿Entiende la poesía como un arma para expresar lo que a veces no se puede expresar en la calle?
—Entiendo la poesía como un reducto pequeño, pero explosivo. Uno en el que, como bien lo decía Alfonso Reyes, se entabla una batalla personal con la lengua. Pero también la entiendo como un puente que comunica no sólo las soledades del escritor y del lector, como lo planteó Jaime Sabines, sino también realidades y universos aparentemente distantes. O, si no, ¿cómo explicar que los pequeños versos ultramarinos de un poeta de un pueblito nublado de los Andes consigan tocar la sensibilidad del jurado de un certamen poético en la Andalucía aceitunera?
—¿Quiénes son sus referentes a la hora de escribir?
—Mis versos beben por igual, quiero creerlo, de la canción y de la poesía. Si debo poner por escrito algunos nombres, tengo que sumar a los de Carilda Oliver, Miguel Hernández, José Agustín Goytisolo, Lope de Vega, César Vallejo, Piedad Bonnett, Ángel González o Borges, los de Silvio Rodríguez, Ataualpa Yupanqui, Leandro Díaz, Javier Ruibal y Joan Manuel Serrat.
—¿Ha estado alguna vez en Jaén? ¿Vendrá a la gala de entrega de premios?
—Por fortuna, he tenido la dicha de visitar la ciudad y la provincia de Jaén varias veces; la última vez hace un par de años cuando recibí en Baeza el Premio Antonio Machado. Este año, de nuevo y felizmente, me perderé por las carreteras cercadas de olivares para asistir a la entrega del premio el primero de diciembre.
Lletraferit
El verso se acicala y se refina.
Se pulsa la cadencia del fonema.
Se ajusta la mirilla y el poema
se vislumbra detrás de la cortina.
Descartadas pantalla y naftalina
se toma por los cuernos el tintero
y se presume de banderillero
con una aristocracia gongorina.
Y en un impulso fiero, en arrebato
pulsátil, oceánico, barroco,
se sigue de la sílaba el mandato
y se encara al volcán, pero tampoco,
porque en el soplo último del trato
se hace la palabra y dice poco.
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