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Un gran embajador de Ribera Alta en el altiplano andino

Por Javier Cano - Septiembre 17, 2023
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Un gran embajador de Ribera Alta en el altiplano andino
Carlos Cano, ante una panorámica de Alcalá.

Carlos Cano Cano emigró muy joven a tierras catalanas y desde hace algunos años reside en Bolivia, pero mantiene intacto el amor a su patria chica

Carlos Cano Cano (Ribera Alta, Alcalá la Real, 1948) tiene nombre de artista. ¡Como que lo es! No canta, eso sí, pero pinta y escribe como para que más de una pared presuma de sus cuadros y no le falten bibliotecas para sus libros. 

Hijo y nieto de comerciantes, nació y creció en el seno de una familia "humilde, de pueblo, pero a la que no le faltaba de nada", asegura a Lacontradejaén desde su casa de Bolivia, donde está encantado de la vida por más que su memoria no deje ni un solo día de acordarse de su tierra natal. 

Un auténtico aventurero, un alcalaíno echado para adelante que, en plena adolescencia, extendió sus alas por primera vez camino de sus sueños: 

"De esos primeros quince años guardo recuerdos preciosos, una relación fantástica con mis amigos del colegio, jubábamos al fútbol, a correr, a contar chistes..., una infancia feliz". A los quince entró a trabajar en la fábrica de harina de su pueblo y así, con trabajo y todo, no se le cayeron los anillos y emprendió viaje:

"No me fui a Barcelona porque no tuviera trabajo, fue quizá un capricho, yo quería ser mecánico y en aquella época, salvo Linares, con la fábrica Land Rover, no había industria, sobre todo en la parte de Alcalá, que era todo olivares y tierras labrales", evoca. 

Seis meses llevaba en la Ciudad Condal cuando dejó la casa de su tía materna y se 'independizó'. De ahí a prosperar y encontrar su sitio (provisional, eso sí) en el mundo, fue coser y cantar. O más bien dar rienda suelta a su vocación tecnológica:

"Me gustaba mucho la tecnología y a los dieciocho años entré a trabajar en Olivetti; eso me cambió totalmente la vida, porque el salario se triplicó", explica.

Sus ganas de seguir creciendo lo llevaron a recuperar el tiempo perdido, estudió mientras trabajaba y, al final, salió titulado como técnico electrónico. 

Cuando la empresa mecanográfica decidió trasladar sus instalaciones a Italia y tras vivir en primera persona la revolución tecnológica), un Carlos Cano ya casado (con una frailera) y padre de tres hijos revolucionó también su vida personal y, nuevamente enamorado, se trasladó a tierras bolivianas:

"Me vine por amor solamente. Conocí a mi mujer (Kelly Paz) a través de internet y a los seis meses estaba viviendo con ella. No hemos tenido hijos, pero somos felices", sentencia, satisfecho.

Más que contento en la patria de Simón Bolívar, no lo duda sin embargo a la hora de proclamar su querencia: "Me siento muy alcalaíno, yo fui engendrado en el parque de Alcalá, Alcalá es lo más para mí".

No ha dejado de venir nunca, y en cuestión de un par de meses prevé encontrarse de nuevo en los paisajes de su alma, donde después de recorrer tantos kilómetros quiere descansar definitivamente. "Tengo dicho que desde donde muera, me tienen que llevar a la Ribera Alta, al nicho con mi padre". Cuando toque, y que sea dentro de mucho, mucho tiempo. 

 Algunas de las obras pictóricas creadas por el artista alcalaíno. Foto cedida por Carlos Cano.
Algunas de las obras pictóricas creadas por el artista alcalaíno. Foto cedida por Carlos Cano.

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