El mito bohemio de la pintura jiennense cumple 70 años
El desaparecido y singular artista jiennense Carmelo Palomino, cuya figura y obra siguen vivísimas en su ciudad natal, vio la luz primera en febrero de 1952
Setenta años, siete décadas de existencia humana y creativa hubiera cumplido Carmelo Palomino Kayser este mes de febrero si una muerte prematura no se hubiese cruzado en su camino vital aquel 5 de abril del año 2000, en plena primavera jiennense.
Sí, el pasado 8 de febrero (hace nada y menos) aquel pintor bohemio, singular donde los hubo y creador de un estilo propio, inconfundible, cuya figura y obra todavía palpitan vivísimas en la memoria de su ciudad natal, vio la luz primera en una ensolerada casa del barrio de San Bartolomé, en una calle con nombre de poetisa (Josefa Sevillanos), a un paso de la vía urbana que, tras su muerte, la capital le dedicó en reconocimiento a su apasionado apego a esta tierra.
Un paisaje y un paisanaje que fueron constantes ejes temáticos en la producción de este original creador cuyo recuerdo, lejos de decaer, se acrecienta año tras año.
Ahí está su retrato en la calle Arco del Consuelo, mirada perpetua que la huelmense Inca Quesada se encargó de plasmar junto a la Taberna Gorrión, esa suerte de sacristía iniciática donde Palomino iba y venía entre cuadro y cuadro.
"Cuando se fue dejó un enorme vacío, sin él Jaén es otro Jaén", asegura Quesada; su amigo Juan Pozo lo evoca como "el mejor pintor de los últimos cincuenta años":
"Tenía una vision de la pintura excepcional, un ojo...", afirma desde su preciosa casa de la calle Espiga, lo mismo que hace su primo Manuel Kayser asomado a ese mirador privilegiado que es el patio de su caserón de La Merced: "Yo creo que Carmelo era muy verdad".
La muerte, que siempre es temprana (lo decía Calderón), lo convirtió en inmortal va ya para veintidós años, los mismos que hace que Jaén carga con la pesada orfandad de su último mito viviente.
"Cada vez que veo cuadros suyos que tengo en casa o cuando pienso en él se me viene a la cabeza qué hubiera pintado Carmelo si hubiese muerto a los 70 años, a la edad a la que muere mucha gente; su legado, magnífico, ahí está, y su reconocimiento en Jaén es increíble, por donde vas aparece Carmelo... ¡Qué hubiéramos disfrutado de él si hubiera llegado a los 70 años!", evoca su hermano Rafael para Lacontradejaén.
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