Casa-Palacio de los Vera y Prado
Irreconocible plazoleta de los Huérfanos, hoy plaza Doctor Blanco Nájera. Dibujo que recrea cómo sería en el siglo XIX este secular campillejo, aunque su aspecto perduró intacto hasta mediados del siglo XX.
Del espacioso y sosegado rincón destacamos el caserón que dominaba la plaza, compuesta de piedra y ladrillo visto en sus esquinas, correspondiéndose con un lateral del que fue el palacio de Don Tomás de Vera y Prado. Este palacete contaba con una estructura constructiva donde destacaban sus muros de piedra y la coqueta logia o arcada de la planta alta con los típicos arcos jaeneros agrupados. En 1696 se cedió dicha casa para la instalación de un orfanato, por lo que desde entonces se denominó a esta plaza como la de los Huérfanos. Tras su utilización como tal, el palacio sufriría algunas reformas de las que se tabicarían algunas arcadas y se encalaría en su mayor parte. A mediados del siglo XX el gran caserón sufriría una mutilación en su parte izquierda, presentando una estructura a modo de vivienda con apertura de balcones y en el que se abrió el “Café Bar Turismo”. Con respecto al resto del palacio se conservó en pie hasta finales de los años setenta, tras llevar tiempo abandonado y ruinoso. La especulación lo echó abajo junto con el Café Bar.
En el dibujo observamos la entrada a la calle de San Andrés, donde se encontraban algunos de los huertos que, desperdigados por nuestro casco antiguo, se intuían tras sus recios muros de piedra o encalados, dejando entrever por encima las ramas de parra o demás vegetación. En este caso la tapia pertenecía a una parte de un molino aceitunero.
Toda la plaza derrochaba encanto, unido al típico empedrado de piedras de cantos rodados que, como una alfombra, cubrían todos nuestros barrios más antiguos hacia el siglo XX, antes todos se componían de la caprichosa orografía del terreno jaenero.
Hoy nada queda de aquella plazuela llena de historia y arte popular, aunque a comienzos de nuestro siglo y tras encontrar hallazgos del sistema de fortificación islámico y cristiano, concretamente el arranque de la puerta de Baeza y dos de las torres que la flanqueaban, la plaza pasó a ser un espacio público con algunos de estos restos al descubierto. Además, este mismo lugar está dedicado a la memoria del pueblo judío, como atestigua un candelabro de siete brazos realizado por la Escuela de arte “José Nogué”.
Este y muchísimos más edificios desaparecidos en la capital jiennense los podréis ver reflejados dentro de mis libros (Reconstruyendo el pasado arquitectónico de Jaén) parte 1ª y 2ª. Una recopilación y reconstrucción de toda aquella arquitectura palaciega, civil, religiosa, privada o urbana que perdimos, y que podréis revivirlo de forma diferente, amena y explicativa, todo ello acompañado de planos, secciones, detalles y fotografías que os ayudaran a comprender con claridad cada edificio o rincón perdido de nuestra ciudad.
Último ejemplar de la primera parte del libro (Reconstruyendo el pasado arquitectónico de Jaén) solo de venta en tienda de Souvenirs Maestra, calle Maestra.
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