Los cereales, ¿nazis o con leche?

Esta semana hemos conocido una campaña fulgurante —y muy, muy breve— en la que una conocida marca de galletas ha decidido colaborar con una estrella de Twitter para promocionar sus cereales infantiles. Hasta aquí todo bien, ¿no? Pues... no.

El “tuitstar” elegido por la compañía se llama Cabronazi. Cabro-nazi. Eso sí, para no alarmar, han cambiado el nombre a Cabroworld. Mucho mejor, dónde va a parar. A la mascota de los cereales promocionados, una especie de monstruito gamberro, la han vestido con un uniforme nazi rosa. En lugar de la esvástica, un símbolo de “Me gusta” como los de Facebook. ¿Qué podía salir mal? Pues... todo.

Como era de esperar, como toda persona con más de una neurona podía esperar, la campaña no ha durado ni 24 horas. Las suficientes para que la gente se enterara y armara la marimorena en Twitter y, esta vez, con más razón que un santo. ¿Vender cereales para niños con la imagen de un peluche vestido de nazi? ¿Hacer dinero aliándose con una cuenta de Twitter que es conocida por plagiar contenido desde hace años?
Eso sin hablar ya de cómo se desarrolló la estrategia de márquetin en Instagram y Facebook, donde se dejaba a los usuarios crear “memes”, chistes visuales, a partir de la imagen de la mascota de los cereales con el uniforme hitleriano. Sin filtro alguno, los (cientos de miles de) seguidores de la marca han podido disfrutar de ocurrencias tan graciosas como “Cuando veo maricones” (con cara de asco de la mascota) o “Cabronazi es cabrón más nazi”. Edificantes eslóganes para vender cereales infantiles.

¿Cómo una campaña publicitaria tan desquiciada, surrealista y descabellada logra pasar por todos los filtros de los diferentes departamentos, responsables, directivos, hasta llegar a la luz, hasta publicarse? ¿Cuánto daño hará a la marca, a la imagen de la compañía? Es pronto para decirlo, pero les debe servir de lección. ¿Tienen a alguien gestionando su gabinete de Comunicación, de Márquetin, de Redes Sociales? ¿Hay alguien AHÍ? Qué cosa más loca, de verdad. Cuanto más lo pienso más me asombro.