CASTILLO DE LOCUBÍN Y LA CEREZA CUMPLEN 40 AÑOS DE IDILIO
La fiesta más emblemática del pueblo del sur de Jaén, creada por Antonio Cano y arropada por cinco alcaldes desde 1984, combina el compromiso de las mujeres y el atractivo turístico
La Fiesta de la Cereza cumplirá 40 años en Castillo de Locubín el próximo viernes. La unión entre el fruto y el municipio de la Sierra de Sur (unos 4.000 habitantes) se renueva cada junio y la futura 39 edición —no pudo celebrarse durante los dos ejercicios marcados por el coronavirus— evidencia dos realidades: el pueblo, y en especial las mujeres, siguen arropando un evento que atrae a miles de visitantes, mientras que el cultivo del fruto está lejos de pasar por un buen momento en términos de rentabilidad económica, aun cuando el municipio cuenta con la empresa Cereza y Almendras Castillo SL, de primer orden en el ámbito. El recorrido por la historia de la fiesta, que este año comprenderá desde el 7 hasta el 9 de junio, constata que hasta cinco alcaldes apostaron por ella para convertirla en un reclamo turístico sobre todo en la provincia y en Andalucía.
Fue en 1984 cuando Antonio Cano, entonces concejal de Cultura y primer teniente de alcalde con Miguel Aguayo como máximo responsable municipal, apostó por crear algo similar a lo que ya existía en Martos con la Fiesta de la Aceituna. "Pensamos en replicarlo, pero con la cereza, aunque nosotros también tenemos olivos, como cualquier pueblo de Jaén", recuerda Cano en declaraciones a este periódico.
Aquella primera edición, la única que se ha celebrado el 1 de julio, sólo tuvo un día y se desarrolló en el Paseo —o el Parque— y fue "un éxito total", según recuerda el ideólogo. "Se volcaron todas las asociaciones, la Escuela de Adultos y, aun siendo algo rudimentario porque era la primera vez, vinieron visitantes de Alcalá la Real y de Alcaudete", rememora. "Nuestro único fin era poner en valor la cereza para que repercutiera en el trabajo de los agricultores castilleros", apunta y señala que el presupuesto era "muy bajo". "Aquel día ni comí ni dormí colocando cuerdas entre los álamos del Paseo bajo un calor terrible. Mereció la pena y la semilla germinó", valora quien también fue alcalde desde 2003 hasta 2007.
Entonces comenzaron las imágenes que hoy son célebres y han crecido en tamaño y en difusión: cajas de cerezas expuestas para el consumo, verbena musical y actividades culturales para los menores, que ya pintaban dibujos inspirados en el fruto rojo. "Precisamente ése es el primer recuerdo que tengo: participar con un dibujo en el certamen a finales de los años 80", señala Cristóbal Rodríguez, alcalde de Castillo de Locubín desde 2015. Ya sabía la magnitud del evento, pues fue edil de Cultura con Antonio Cano a principios de los años 2000. "La primera que hice como concejal ya la había preparado fantásticamente bien Joaquín Escribano, concejal del PP", recupera Rodríguez. Ocurre que la celebración coincide con las elecciones municipales.
"Antonio Cano es un trabajador incombustible, una persona muy involucrada en el pueblo y uno de los mejores concejales de Cultura que ha tenido el Ayuntamiento", alaba Rodríguez. El creador de la fiesta tuvo un reconocimiento especial en la 35 edición, en junio de 2018, cuando fue pregonero. "Hice un recorrido por mi vida, por mi etapa como docente en Alemania y en Castillo, y también rememoré la historia de la fiesta", indica.
'Y VEGAS DE SAN JUAN' PARA IMPULSAR EL TURISMO DE ALOJAMIENTOS
Los alcaldes que han impulsado el evento desde su creación han sido Miguel Aguayo, Juan Peinado, Antonio Cano, Cristóbal Rodríguez y José Justo Álvarez, quien estuvo al frente del Ayuntamiento en dos etapas diferentes (1999-2003 y 2007-2015). Todos cuentan con la Cereza de Oro, el premio creado en 2007 para reconocer la trayectoria de los castilleros que han hecho la diferencia en diferentes ámbitos.
José Justo Álvarez, farmacéutico e ingeniero industrial ya jubilado, introdujo un cambio en la nomenclatura del evento, que pasó a denominarse 'la Fiesta de la Cereza y Vegas de San Juan' desde 2008 hasta 2016 incluidos. "Registré el nombre para hacer un sello de calidad y para impulsar las Vegas de San Juan, porque en aquella época la importancia de la cereza como cultivo disminuía. Queríamos darle un impulso a las casa rurales hacia la vega y convertir al pueblo en un referente del turismo rural en verano", razona Álvarez en declaraciones a Lacontradejaén.
Fue la idea que desarrolló como primer pregonero de la fiesta. "No estaba previsto y a mi equipo de Gobierno se nos ocurrió a última hora. Supuso un cambio que se ha quedado", especifica. Recuerda que el segundo pregonero fue Tomás Villén, hijo de Tomás Villén Roldán 'Cencerro', militar y exedil del PC en el Ayuntamiento, perseguido por la Guardia Civil en los años de la posguerra.
A partir del año 2000 aproximadamente el evento se consolida en tres jornadas, desde el viernes hasta el domingo y con el sábado como "el día gordo". "Mi apuesta también consistió en dar aún más protagonismo a los colectivos de las mujeres en la organización. Les dábamos los medios necesarios para que hicieran los productos típicos como la manta castillera", señala y valora lo gratificante que era hacer feliz a la gente sin pedir nada a cambio, más allá de la cooperación. "Yo quería rentabilizar toda la promoción a través de una red de huertas alquilables junto al río San Juan. A mi juicio, fue un error no seguir con esa línea en los siguientes gobiernos municipales", interpreta.
'ENCINA HERMOSA' Y 'LA VILLETA': LA FUERZA DE ELLAS
Los colectivos de mujeres son dinamizadores y "decisivos" para que la pasión de la cereza sea una realidad, en palabras de Dolores Ruiz, expresidenta de la Asociación de Mujeres Encina Hermosa. "Hacemos un trabajo que implica semanas e inclusos meses de preparación", señala acerca del aporte gastronómico, distintivo en la propuesta, gratuita para los asistentes.
Por ejemplo, la elaboración del gazpacho de cerezas —un año la cantidad de litros animó al colectivo a presentarse al Libro Guinness de los récords— implica sintonía logística con el Ayuntamiento, que facilita la materia prima. "El gazpacho lo hacemos los viernes desde las cinco o las seis de la madrugada dividiéndonos en grupos y a partir de las once de la mañana lo guardamos en frigoríficos grandes. A la hora del servicio, añadimos el agua y el hielo", describe.
Otro producto diferencial es el dulce de la manta castillera, como señala María Isabel Lara Izquierdo, presidenta de la Asociación de Amas de Casa La Villeta. "Son 25 mantas y cada cual lleva una docena de huevos", indica la actual referente de un colectivo con cerca de un centenar de socias. "La fiesta es de los mejores momentos del año. Disfrutamos de estar juntas, nos turnamos en los estands para vender productos con los motivos de la cereza. El dinero recaudado se destina para personas vulnerables y oenegés", valoran Ruiz y Lara.
El oreganillo o el brazo de fabiola también dan sabor al encuentro. "Tengo recuerdos maravillosos de los primeros años. La ilusión reinaba en el Paseo y crecían las actividades y la propuestas", reivindica Dolores Ruiz. La idea nació, efectivamente, como iniciativa cultural y con las décadas ha integrado campeonatos deportivos sin eludir las vertientes gastronómica y agraria. Uno de los momentos más bellos de la celebración es el concierto de la Coral Encina Hermosa, inicialmente ligada a la asociación del mismo nombre.
ENTRE EL BRILLO DEL EVENTO Y LA RENTABILIDAD DEL FRUTO
María Jesús Gallardo Castillo, presidenta del Consejo Cultivo de Andalucía, será la pregonera de 2024, edición que lleva por título 'En el corazón de cada bocado, la pieza más valiosa'. Reciben las Cerezas de Oro la Hermandad del Rocío, la de la Virgen de la Cabeza, los alojamientos rurales y los veteranos María Mateos Gallado y Antonio Ibáñez Medina. En este sentido, Cristóbal Rodríguez destaca el potencial del turismo, materializado en una inversión de más de un millón de euros a partir de las empresas locales y las ya asentadas, de ahí la distinción especial para este tipo de alojamientos.
Cuando se pregunta por el futuro de la fiesta, los consultados por este diario diferencian entre la espectacularidad del evento y el contexto económico del fruto. "El principal problema que tenemos es el valor de las cerezas. Hoy recogerlas no es tan rentable como antes y tampoco se puede comparar con la aceituna, que es reina indiscutible de la economía en Jaén", argumenta el alcalde.
Juan Castillo es el gerente de la empresa Cereza y Almendras Castillo SL, integrada por 14 trabajadores, única productora en el pueblo. "La cereza sigue siendo un complemento para la renta de los agricultores de la comarca", expresa en declaraciones a este medio, al tiempo que hace un diagnóstico realista sobre la temporada: "La cereza temprana va muy mal y la más tardía se ha retenido un poco. De todo modos se espera una buena cosecha".
La empresa, instalada en el polígono desde el año 1996, fabrica la cereza que lleva el dulce Mon Chéri, de la firma internacional Ferrero. Hermanos Castillo abre las instalaciones durante las celebraciones de junio para que los visitantes conozcan mejor la industria en torno al fruto.
"La fiesta triunfa porque todos los alcaldes la potencian", manifiesta Juan Castillo. "Es cierto que no sabemos qué pasará con la producción, pero el evento seguirá porque todas las Corporaciones lo han mimado. Tiene pasado, presente y futuro", tercia Dolores Ruiz. "La tradición continuará porque cada año viene gente de fuera, que incluso se acerca al nacimiento del río San Juan", opina María Isabel Lara. "Siempre será un punto de encuentro para pasarlo bien entre vecinos y es verdad que ya tiene más cartel que la Feria en septiembre", aborda José Justo Álvarez. "Ningún equipo de Gobierno retirará esta fiesta, que es una bandera del pueblo cuidada por la gente", realza Cristóbal Rodríguez. "Hacer platos en vivo con la cereza ha sido una innovación que ha dado aún más empuje promocional a Castillo de Locubín fuera de Andalucía", concluye Antonio Cano. Cuarenta años después, la cereza sigue dando alegrías al pueblo.
Fotos: Cedidas.
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