Chendo, el goleador perseverante
El atancante de Torreblascopedro consigue el mejor registro goleador de su carrera con la camiseta del Linares. Su esfuerzo y sacrificio lo han llevado hasta aquí
Humildad, esfuerzo y constancia. Así ha conseguido Chendo Alarcón (Torreblascopedro, 1988) disfrutar del momento más dulce de su carrera deportiva. Lo hace en el equipo de su tierra, en el que ha conseguido el mejor registro como goleador en su larga trayectoria como futbolista. El atacante del Linares suma 19 goles (1.893 minutos) este curso y es el segundo máximo artillero del Grupo IX de Tercera División por detrás de Antonio López, del Real Jaén, con 29.
Chendo, apodado el 'Trigre', siempre estuvo alejado de las facilidades y de los lujos que rodean a la mayoría. Es un jugador humilde y trabajador, consciente de sus orígenes y del recorrido lleno de obstáculos al que ha tenido que enfrentarse desde que se marchó hecho un crío a la cantera del Villarreal, para luego pasar por la del Cádiz. Más tarde, llegaron un puñado de equipos en los que tuvo que ganarse a pulso el sustento. Desde el Úbeda hasta el Martos CD, sin olvidar sus incursiones en el fútbol manchego (Almagro y Atlético Tomelloso) o murciano, con el Mar Menor. Disfrutó de su profesión en el Motril y en el Atlético Mancha Real, en los que se marcó buenas temporadas.
Tuvo un paso fugaz por el Linares, en Primera Andaluza. No lo hizo mal. Todavía se recuerda su partido en el campo del Carolinense en el que fue clave en la remontada. Sin embargo, tras el salto a Tercera División, el cuerpo técnico prescindió de él. Fue un espina clavada. Chendo quería triunfar en Linarejos, ese mítico estadio al que acudía de pequeño a ver las promociones de ascenso.
Esta temporada Miguel Linares y Juan Arsenal, que lo había tenido a sus órdenes en el Martos, apostaron por él. La afición azulilla encajó su contratación con división de opiniones. De nuevo, Chendo se encontraba en una encrucijada. En su presentación, reclamó un voto de confianza, el que quizá no tuvo en la etapa de Torres. Solo pidió eso. A cambio prometió trabajo y sacrificio.
La conexión entre él y el resto del equipo se hizo notar muy pronto. Y los resultados también. Fue en el Trofeo del Olivo en casa del eterno rival, el Real Jaén. No solo anotó, sino que comenzó a demostrar que no sería un convidado de piedra en el vestuario. Las dudas se despejaron.
La mentalidad también juega un papel esencial para madurar como futbolista. Él tiene que sentirse importante para brillar. Y en el Linares lo ha hecho a base de enormes dosis de paciencia y, sobre todo, goles. La edad, la paternidad, la familia y el cariño de la afición ayudan a que crea en sus posibilidades para asumir un rol destacado en el equipo. Es un futbolista comprometido y sabe perfectamente lo que representa el club azulillo. Conoce su historia, el sufrimiento y las ansias de la hinchada por regresar a la División de Bronce. Su talento ha brotado con fuerza y Linarejos solo espera ahora que marque el gol del ascenso.
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