Chiquitazo
Era un capo del humor con patillas de bandolero
No sé si era el más gracioso, pero hizo un género, que es lo más difícil: el éxito de Chiquito de la Calzada radicó en ser una marca cuando entonces nadie escribía sobre cómo ser una marca. No había Ristos, eran tiempos de Chiquito. Lo probó todo después del primer escenario: la televisión, el cine y hasta fue carne de marketing, pues la infancia también son tardes a golpes con los chiquitazos, chapas con su cara, su nombre y sus chistes. Dejó bromas para la historia. Dos resúmenes de la crisis según Chiquito: —Está la cosa tan mala que he llamado a la línea erótica y se ha puesto mi mujer. Otro igual de gráfico: —Está la cosa tan mala que ya me frío los huevos con saliva. Era un capo con patillas de bandolero, Curro Jiménez del humor, andaluz burlón. Sus espasmos acumularán visitas en vídeos que Youtube guardará siempre. Chiquito, casi al final, estuvo tentado por la televisión rosa. No cayó. Gustavo, mi amigo de Argentina, sostiene que tarde o temprano hay que tomar una decisión en la vida para aliviar el sufrimiento: decidir si es tragedia o es comedia. La muerte de Chiquito me hizo acordarme también de un hombre de bar, ya mayor, confundido por el ir y venir de la cabeza. Sin venir a cuento, un día dijo desde una esquina de la barra: —La vida hay que saber llevarla. Luego siguió bebiéndose un Cola Cao.
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