El valor de la enseñanza
Llega el momento de matricular a los hijos y el colegio San Joaquín de Linares ofrece una educación abierta, participativa e innovadora conectada con la realidad
Empieza para muchos padres un periodo duro y tedioso: escoger colegio para sus hijos. Pocas certezas se encuentran a la hora de tomar esa decisión. Excepto aquellos que se decantan por la proximidad, o por el centro al que ya ha ido uno de sus niños o ellos mismos, o los que toman como único criterio la enseñanza de lenguas, algunas exóticas y pretendidamente necesarias como el chino, o las horas de tecnología y programación. Y, al final, muchos creen que las diferencias entre unos y otros son pequeñas, pero la realidad no coincide con esa percepción.
Tampoco hace falta irse a Finlandia ni a Noruega a buscar centros innovadores que estén reinventando la educación. En el número 35 de la linarense calle Cánovas del Castillo se encuentra el colegio San Joaquín. Un lugar donde el alumno es el protagonista del aprendizaje y en el que se fomenta la empatía, el trabajo en equipo, la participación o la creatividad. Todo ello conectado a lo que sucede a su alrededor.
UNA ENSEÑANZA VALIENTE Y COMPROMETIDA
Quizá el San Joaquín no tenga más ordenadores, ni un modernísimo gimnasio ni su uniforme sea el más bonito; la garantía de su éxito radica en un aspecto mucho más relevante: el pedagógico. "Promovemos un aprendizaje globalizado, vivencial, por proyectos, que proporcione a los alumnos oportunidades para mejorar la comprensión de conceptos y habilidades al servicio de nuevos objetivos, principalmente el de prepararse para la vida adulta", explica el presidente de la Sociedad Cooperativa Andaluza San Joaquín, Francisco Javier Cruz Martínez.
Para conocer el centro hay que hacerlo de manera global y, sobre todo, fijar la atención en su proyecto educativo y cómo se desarrolla. Es el punto al que más empeño le pone el consejo rector. "Entendemos la educación de manera particularísima, valiente y comprometida, en la que el maestro deja de ser un transmisor de conocimientos y aspira a convertirse en un guía que acompañe el proceso de aprendizaje real del alumno", precisa Francisco Javier Cruz, un enamorado de su oficio que desprende ilusión por cada poro de su piel y que defiende una enseñanza de calidad en la que más allá de las horas lectivas se ofrezcan alternativas adecuadas a las necesidades de los tiempos actuales. "Estos nuevos tiempos requieren entornos que fomenten la creatividad, los planteamientos interdisciplinarios, que favorezcan el trabajo colaborativo y relacionen el conocimiento puramente académico con los intereses extraescolares", afirma.
ANTE TODO, PEDAGOGÍA
Por ello, no es extraño ver a los niños del San Joaquín en el Paseo de Linarejos jugando al baloncesto en una pista improvisada, o colaborando los chavales de Secundaria con la ALES en su infatigable lucha contra el cáncer, o acercándose a figuras como Gandhi de una manera amena, o simplemente caminando por el paisaje minero para conocer de cerca el entorno natural y la historia de la ciudad en la que residen. Iniciativas con un cargado componente pedagógico basado en una serie de valores que fortalecen su concepción del mundo en el que les ha tocado vivir.
Todo ello desde un punto de vista personalizado en el que el alumno es la piedra angular del proyecto. "Nos empeñamos en descubrir el talento de cada niño, generar entornos adecuados que optimicen el aprendizaje a través de sus intereses y fomentar su autonomía. Estamos seguros de que la creatividad y la voluntad que requiere esta transformación también se aprenden y, a pesar de que este proceso es complejo y no está exento de obstáculos, nuestras convicciones son fuertes", insiste el presidente de la cooperativa.
CAPACIDAD DE INNOVACIÓN
Entre las actividades extraescolares que ofrece el colegio podemos encontrar desde danza española a parkour, pasando por gimnasia rítmica, baloncesto -con la colaboración del CAB Linares-, impresión 3D y robótica o diseño de videojuegos. Propuestas vinculadas a un contexto social en continua transformación, alejado de aquella enseñanza tradicional que se limitaba a las clases y a una excesiva dependencia de los libros de texto. En el San Joaquín van mucho más allá. Le dan mucha importancia a la empatía, el aprendizaje individualizado, la educación emocional. Por eso, esta escuela destaca, quizá por encima de todo, por el nivel de participación de los alumnos en el sistema educativo.
Los alumnos están involucrados en su comunidad: realizan proyectos de aprendizaje y lanzan sus propias iniciativas de emprendimiento social dentro y fuera del centro. Y todo ello en un contexto de "gran capacidad de innovación". Esta empieza por el diseño de los espacios. En las aulas los niños están agrupados para fomentar el trabajo cooperativo y para que los niños pasen de ser un simple receptor de conocimientos al eje del aprendizaje. Lo que se busca es encender en el alumno la chispa que le lleve a querer aprender, a querer conocer más allá de la mercatilización de los resultados como ocurre en otros centros. Por eso, cada jornada es diferente en esta escuela. Se aprende en grupo, a través de dinámicas orientadas a la generación de ideas o la búsqueda creativa de soluciones.
Los padres tienen la ventaja de conocer a sus hijos y saber en qué tipo de ambiente encajarían mejor. Está claro que la decisión no es nada sencilla, pero cuando toca hablar de educación lo importante es tener una visión positiva y, sobre todo, pensar en el valor de la enseñanza. El plazo de matriculación en el colegio San Joaquín está abierto hasta el próximo 31 de marzo.
Fotos: Colegio San Joaquín
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