Compán: "La poesía tiene que ser un contagio benéfico"
En Córdoba el pasado martes, ayer en Linares y esta tarde, si no llega a ser por el coronavirus, en su tierra natal. Otra vez será. El escritor Salvador Compán (Úbeda, 1949) anda de presentación en presentación de su último libro, con el que da un salto editorial de la narrativa a la poesía. Corazón sin sueño (publicado por la Fundación Juancaballos) muestra a su legión de lectores un registro nuevo para ellos pero que el finalista del Premio Planeta 2000 practica desde la adolescencia. Un año ha tardado en preparar un libro que, además, desvela otra faceta prácticamente inédita del autor: la de dibujante.
—Con una carrera tan reconocida como la suya en el panorama narrativo, se atreve ahora con la poesía...
—Yo he escrito siempre poesía, muy espaciadamente, muy de tarde en tarde, como un respiradero para la prosa. La poesía, en realidad, es oxígeno. Me he decidido a publicarla, sí, he revisado poemas, he añadido otros nuevos, he hecho un reajuste en toda regla, una renovación para poder asumirlo bien como poemario.
—¿Le ha costado mucho animarse a publicar sus versos? ¿Ha habido 'terceras personas' a la hora de tomar esta decisión?
—Bueno, la editorial me ha insistido. Yo había publicado poemas en una asociación de poetas de Sevilla, Cuadernos de Roldán, que edita unos cuadernos muy bonitos, artesanales. Partiendo de esos poemas sobre ciudades, de viajes, de Jaén, me he decidido, pero esos no me satisfacían como conjunto. Siguieron insisitiendo, vi si podía conseguir un poemario que pudiera asumir con lo que tengo no publicado y ya sí, lo asumo, me gusta. He estado trabajando un año en este libro.
—Este libro es toda una sorpresa para sus lectores, que además de descubrir al Salvador Compán más lírico se encontrarán con un dibujante inédito.
—Sí, el libro incluye dibujos de lugares, como un cuaderno de viaje [precisamente, el título del libro con el que quedó finalista del Planeta hace veinte años]. Son dibujos a bolígrafo sobre lo que más me gusta de los viajes, sin boceto; es un reto para mí eso de ir haciendoa mano, y al final hay catorce dibujos, incluida la portada. Me gusta mucho que se hayan publicado.
—Literato, artista plástico, poeta y de Úbeda. Un hombre del Renacimiento...
—Tres facetas, aunque la literaria en realidad es un poco la misma, porque la poesía es la condensación de la novela, de alguna manera es la quintaesencia, lo máximo, por eso le tengo tanto respeto, soy plenamente consciente de que ahí está el meollo de la literatura, de la lengua también, y necesitas una conciencia absoluta sobre la lengua para conseguir un poema bueno. Por eso tenía tanta reticencia a publicar poesía, aunque de vez en cuando era una salida. Precisamente, en el prólogo explico cómo se ha generao el libro y digo eso, que la novela es un poco salir del cemento y del tóxico de la ciudad para ir al mar: eso es la poesía, ese aire limpio que respirar junto al mar. Y una inmersión en las raíces de la lengua.
—Al igual que los dibujos, ¿los poemas de Corazón sin sueño contienen versos sobre sus viajes, los paisajes de su vida?
—No, qué va, no solo eso; es un libro autobiográfico, dividido en cinco partes. Una de ellas, la más importante y extensa, es de amor. Hay poemas autobiográficos sobre mi infancia, mi adolescencia, mi "mala educación granadina", la libertad que supuso salir de Úbeda y llegar a la Universidad. También hay una parte, la última, son sobre estética, sobre arte en general. Un homenaje a Alberti, a Picasso, a Antonio Machado... Y una parte, efectivamente, de viajes.
—Y la experiencia de volver a enfrentarse con los versos de aquel adolescente, ¿ha sido traumática?
—En realidad no ha sido a cara de perro, esos poemas los he tenido en una carpeta y los he ido revisando, purgando, limpiando, los mejoraba, los renovaba. Hubiera sido un error, aunque algún poema prácticamente intacto, varios de ellos. Normalmente ha habido un filtro a lo largo del tiempo, he pulido lo que tenía.
—Tiene perfil en Facebook, de lo que se deduce que las redes sociales no le son ajenas. ¿Qué opina de la poesía que se vierte en estas plataformas?
—Es un cajón desastre, así, todo junto, no de sastre. Hay poemas que son explosiones de sentimiento, de ingenio, que en el fondo está muy bien si no tienen más pretensiones que los resultados de un intento emocional, de sintetizar la realidad. En la Red hay una masa flotante de poemas que me parece muy positiva: lo que más está vida está teniendo en las redes, de toda la literatura, es la poesía. Claro, son textos breves y la cultura última, la que hay en la Red, es fragmentaria y superficial. Ese tipo de poesía va como anillo al dedo a este tipo de comunicación.
—Sabe usted que, por mucho éxito que tenga con este libro, difícilmente llegará a alcanzar los niveles de difusión de sus obras narrativas con su poesía, ¿verdad?
—Nunca he sido un autor comercial, no he buscado la comercialidad. He escrito lo que entiendo por literatura, lo que entre comillas (y que se entienda con todo cuidado la frase) tiene que buscar cualquier creador: lo que no está escrito, una expresión, un trocito de voz que añada algo a la inmensa cadena de textos literarios que se han escrito, que no sea una pura redundancia, repetir y repetir lo mismo, sino decir algo nuevo, creativo..., esa es la lucha, y eso he intentado siempre. Es mi fin fundamental, no conseguir un texto que se venda más o menos.
—La crisis del coronavirus no le ha impedido presentar su poemario en Córdoba ni en Linares, pero sí en su tierra natal, Úbeda, esta misma tarde. ¿Puede ayudar la poesía a superar este trance?
—La poesía tiene que ser un contagio benéfico, un antídoto para el contagio maligno, a ver si contrarresta este desastre.
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