Condenado a once años de prisión por abusar de su hija de cuatro años
El TSJA desestima el recurso presentado ante la condena de un vecino de Cabra del Santo Cristo por un delito continuado de abuso sexual
La sección tercera de la Audiencia Provincial de Jaén condenó, en julio de 2022, a un hombre de 61 años y vecino de Cabra del Santo Cristo a once once años y seis meses de prisión por un delito continuado de abuso sexual a su hija de cuatro años en el domicilio familiar. También le condenaron a otros cinco años por abusos sexuales sin penetración, haciendo un total de 16 años.
La resolución fue llevada al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía en apelación. Sin embargo, acaba de emitir sentencia desestimando el recurso y confirmando la pena, en parte. Rechaza de oficio la calificación que la Audiencia de Jaén hizo de los hechos como dos delitos continuados distintos, uno sin penetración y otro con acceso carnal. De esta manera, rebaja de 16 a 11 años la pena.
De acuerdo con la sentencia, que puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo y a la que ha tenido acceso este periódico, el condenado ya tenía antecedentes. El 20 de marzo de 2019, el Juzgado de lo Penal número 4 de Jaén lo sentenció como autor de un delito de violencia doméstica y de género a la pena de 40 días de trabajos en beneficio de la comunidad, 16 meses de prohibición de aproximación y comunicación y 16 meses de privación del derecho a la tenencia y porte de armas.
La menor, hasta los 4 años de edad aproximadamente, estuvo viviendo con el procesado y su madre en Cabra del Santo Cristo. El tribunal constata que hasta esa edad, en diversas ocasiones y aprovechando que dormía en la misma cama, el procesado tocó en sus partes íntimas. "De igual manera, en varias ocasiones el procesado cogió la mano de E. y la colocó sobre su pene para a continuación colocar su mano sobre la de E. y masturbarse. Asimismo, en diferentes ocasiones, introdujo su pene en la boca de su hija para que se lo chupara, llegando a conseguir su propósito”, relata la sentencia.
Los informes de los peritos fueron piezas claves para tomar una decisión. Observaron que la pequeña, que posteriormente cayó en desamparo en 2012 y tras el paso por casa de un familiar acabó siendo tutelada por la Junta de Andalucía, hacía manifestaciones clínicamente significativas compatibles con la violencia sexual. Presentaba sintomatología ansioso-depresiva y postraumática, baja autoestima, sentimientos de vergüenza y asco, problemas de sueño, hostilidad, conductas sexualizadas, retraimiento social e ideación suicida.
La sentencia incide en que resulta muy relevante la forma en que la menor reveló la existencia de los abusos, lo que ocurrió el 21 de diciembre de 2020, cuando tenía trece años. Había pasado nueve desde los hechos. La víctima ya estaba en un centro de protección de menores y fue en una conversación con la educadora-tutora cuando comenzó a hablar de su infancia y de los recuerdos de su familia.
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