El sabor diferente del Olivo Arena en Expoliva

La extensión de récord de la edición 22 de la feria convierte el pabellón amarillo en un multiusos gigante
Expoliva tiene este año 38.000 metros cuadrados —no queda ya representante público por enfatizarlo— y para tal gesta ha hecho falta el Palacio de Deportes Olivo Arena. El templo del Jaén Paraíso Interior se ha convertido para la causa en una suerte de restaurante, igualmente llamativo. Quién discute ya su carácter multiusos.
Cuantos los visitantes a la feria llegan a las inmediaciones del pabellón tienen en principio la duda de si van por el camino correcto. Ocurre que metros más abajo están habilitados los estands, visitados también en la inauguración por el ministro de Agricultura, Luis Planas.
Dentro del Olivo Arena, donde a menudo discurren los aficionados —antes de tomar asiento en las gradas— ahora hay mesas para almorzar. Y la barra, elemento que siempre estuvo ahí y que tan importante en los partidos del Jaén Paraíso Interior, sigue en su sitio. Desde ahí es posible pedir, por ejemplo, un bocadillo, un regreso y un café (también descafeinado).
Todo está pensado para que el pabellón seduzca a cuantos vienen y no sea un problema quedarse; además de sillas y mesas hay taburetes, de manera que se puede comer de pie o sentado.
Dentro y fuera, las empresas en torno a la industria del aceite se afanan en demostrar por qué Jaén es la gran potencia del mundo. Por ese liderazgo y por los retos —ambientales, políticos y económicos— que afronta el sector bien vale revestir al Olivo Arena, ponerlo al servicio de la restauración y del turismo.
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