El grito más humano de las personas sin hogar
Cáritas, que atiende a cerca de 650 ciudadanos sin vivienda, impulsa una protesta que desemboca en la Plaza de la Constitución
—¡Nadie sin hogar! ¡Nadie sin hogar!
Son las doce de la mañana del jueves 26 de octubre y el grito que se repite una y otra vez llega desde la calle San Clemente de Jaén capital. Voluntarios de Cáritas portan una pancarta que reza 'Somos personas, tenemos derechos' con la ayuda precisamente de quienes están o estuvieron alguna vez desamparados en la calle. Hoy el lema es 'Comparte tu red'.
Los manifestantes gritan más fuerte hasta llegar a la Plaza de la Constitución, donde Sonia Quirós, responsable del Programa de Personas sin Hogar de Cáritas, habla de rostros y repasa los datos: la organización de la Iglesia Católica atendió a cerca de 650 personas privadas del derecho a la vivienda durante el año pasado.
—Esta semana visibilizamos a quienes no tienen hogar y reclamamos a las administraciones que protejan sus derechos —declara ante los medios.
Quirós apunta que es muy difícil cuantificar el número de ciudadanos que están en las calles —hay quien no pide ni quiere ayuda— y remarca que no predomina un perfil concreto, si bien la cuantía de mujeres a la intemperie va en aumento.
—Pedimos con el lema de este año que la sociedad dé un paso más. Todos podemos aportar —insiste.
LA DINÁMICA DE 'COMPARTE TU RED'
Maite Alonso, educadora del programa, anima a los presentes y es la voz que guía los gritos corales. En la plaza, junto a una red y a unas flores en un contorno que evoca a una casa, se articula la dinámica de 'Comparte tu red': asistentes suman ideas grabadas en cartones como cercanía, mirada, sonrisa, integración, protección social, derechos, confianza, comunidad, familia, visibilidad, superación, salud, tiempo, apoyo, justicia y poderes públicos.
Un asistente, con la camiseta blanca característica del día, pide "compromiso real" a las administraciones en la lectura del manifiesto.
—Cuando no hay vivienda se pierde también la higiene, no hay dirección, no se puede cocinar y fallan la salud física y mental. El espacio público deja de ser de todos. ¿Dónde queda la dignidad? —se pregunta retóricamente.
Porque nadie, insiste, está en la calle por voluntad propia.
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