Cuando se te sale la rodilla y la ambulancia llega sin médico

Un jiennense que esperó más de media hora para que lo atendieran lamenta los recortes en sanidad que sufren los profesionales

Era un domingo cualquiera para Carlos Aceituno hasta que se le salió la rótula de la rodilla. Intentaba hacer un ejercicio de teatro y resbaló: cayó encima de su pierna derecha. La cosa iba en serio. Eran cerca de las 14:30 horas. Estaba con unos amigos cuando notó el crac. No había mucho que debatir; llamaron a una ambulancia. Ocurrió en la calle Sefarad, cerca del Complejo Hospitalario. Aceituno sería, finalmente, trasladado al Hospital Princesa. "Era un caso de traumatología", señala él.

Justo en la llamada empezó el conflicto. “Nos dijeron que al ser domingo solo disponían de dos ambulancia, y tan solo una con médico”, recuerda el jiennense cuya rodilla estaba ya en pésimo estado. Como el dolor se volvía insoportable con los minutos, Aceituno y los suyos apremiaron a quien les atendía al otro lado de la línea telefónica: vengan cuanto antes, rogaron.

Después de treinta minutos, la ambulancia por fin aparece. Los amigos y el propio Aceituno no dieron crédito cuando comprobaron que del automóvil adaptado solo se bajaba una persona. El conductor. Esa era la máxima cobertura en una situación de urgencia. El conductor se disculpó como pudo. Les dijo que venir con un profesional sanitario supondría media hora más de espera.

Desde la Junta explican que en caso de atenciones de urgencia siempre viaja en la ambulancia un profesional sanitario. En cambio, cuando se trata de traslado de enfermo, el médico decide si debe acompañar al paciente un profesional o no. Es decir, la decisión se toma en función de la prescripción del médico, y no tiene nada que ver el día de la semana.

CRÍTICAS A LOS RECORTES EN SANIDAD

Si para Aceituno ya fue incómodo que lo colocaran en la camilla —el conductor que llegó apenas sabía cómo ubicarlo sin provocarle más dolor al atendido, siempre según la versión de Aceituno—, las cosas siguieron igual de mal en la carretera. “Cada curva, cada bache, eran punzadas insoportables”, señala. No recibió ningún calmante en el trayecto. Hubo colegas que rompieron a llorar. Otros se marearon.

Relata el jiennense que su llegada al hospital también supuso, al principio, problemas, pues el celador que lo atendió no estaba respaldado por suficientes profesionales para moverlo. “Ya dentro sí me atendieron perfectamente: me suministraron morfina y colocaron el hueso en su sitio”, celebra.

Las criticas de Aceituno no van dirigidos a quienes le ayudaron sino a la “falta de recursos” que constató en carne propia el pasado domingo. “Ya con el alta, me pasaron a una silla de ruedas. No había en todo el hospital tablas para trasladarme con la pierna en horizontal, hasta que encontraron una que apenas cumplía las necesidades porque sobresalía varios centímetros por debajo de la rodilla”, añade.

Los recortes, subraya, son “evidentes”. Entiende que afectan por igual a los trabajadores y a los ciudadanos, indefensos en casos de urgencias. “Todos sentimos impotencia. Menos mal que yo estaba con mis amigos”, expresa.

Aceituno ha relatado su experiencia en su cuenta de Facebook; otros usuarios han compartido al hilo de su texto experiencias igual o aún más delicadas. También alguno ha relativizado su caso aun cuando coincide en el asunto de los recortes.