DEPRESIÓN, AQUÍ Y AHORA
El 21,2% de los pacientes jiennenses del Hospital Universitario de Jaén padece depresión; profesionales privados y del sistema público explican qué obstáculos acompañan a una enfermedad crónica que no ha remitido en las tres últimas décadas
Es una de las enfermedades todavía invisibilizada y con el agravante del estigma. La depresión afectó en Jaén al 21,2% de los pacientes que tuvo la Unidad General de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario en 2016, según datos trasladados a este periódico por el propio centro. Profesionales consultados aseguran que ha aumentado la demanda social ante el sufrimiento. La enfermedad es crónica y no mengua en las últimas tres décadas. Sí hay un registro positivo: entre el 80 y el 90% de las personas tratadas experimentan mejoría.
Sobre la depresión pululan ideas erróneas y mitos: alguien que no sale en tres días está deprimido. O alguien que ya no se muestra tan alegre como de costumbre atraviesa una depresión. Es más complejo, aunque sí que hay un factor vinculado con las rutinas. "Yo siempre le digo a mis pacientes que si quieren coger una buena depresión es muy fácil: levántate tarde, no hagas nada en todo el día, come a deshoras y no te duches", explica Raquel Salido, psicóloga con cerca de dos décadas de experiencia. Trabaja en el centro Evolución, Clínica de Rehabilitación de Adicciones y Superación Personal de Jaén capital.
Explica que la enfermedad es un trastorno del estado del ánimo "muy serio", que puede complicarse y tiende a ser crónico. Salido diferencia entre "la mayor", que es más grave y se prolonga en el tiempo, y aquella en la que los síntomas duran menos de seis meses.
Buenaventura Olea, jefe de servicio de la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de Jaén y psiquiatra en ejercicio desde 1989, distingue tres grupos de estados afectivos: los síntomas depresivos (presentes en la población normal), las depresiones bipolares (desde las de carácter leve hasta las graves, con alto riesgo de suicidio) y las del trastorno bipolar (alternan fases de euforia con tristeza). "El eje nuclear de la depresión es la tristeza vital", apunta el psiquiatra en conversión telefónica con este diario.
Olea remarca que hay una barrera "invisible" entre las depresiones más leves y la tristeza normal. "Hay que diferenciar entre lo que es la tristeza como un afecto y la tristeza como síndrome o enfermedad. La primera es normal, reactiva, breve y sin repercusión en el rendimiento; la depresión puede paralizar al individuo", expone. En los casos más graves los enfermos llegan a necesitar sondas para la alimentación. He ahí un rasgo definitorio: la depresión merma el rendimiento.
FACTORES GENÉTICOS, BIOLÓGICOS Y ESTRESORES
Los genes y el ambiente. De esa interacción es deudora la enfermedad. Profesionales de la salud mental coinciden en que la carga genética está presente en los enfermos. Las relaciones interpersonales y "un carácter de tipo neurótico" también influyen. Hay episodio duros —por ejemplo, la muerte de un ser querido— que actúan como desencadenantes de la depresión. "He observado que hay personas predispuestas que necesitan que ocurra un acontecimiento vital para que la enfermedad se ponga en marcha. Si no existe esa predisposición, no inician una depresión", apunta Olea, quien pone el foco en dos conceptos fundamentales para entender al enfermo: la identidad y la valoración de uno mismo.
Raquel Salido señala que hay casos que no son desencadenados por tragedias personales. La depresión tiene caminos que el ser humano no termina de entender. Ella trata ahora un caso que nada tiene que ver con desgracias personales o frustraciones: alguien de 38 años que lo tiene todo y no es feliz. "Las adicciones también guardan relación con la enfermedad", manifiesta.
No hay un perfil prototípico, porque la enfermedad puede llegarle a cualquiera, pero sí hay datos que apuntan a momentos de la vida algo más propicios. De acuerdo con los principales manuales de psiquiatría, en torno al 65% de las afectadas son mujeres. Las edades más comunes donde se atraviesa la enfermedad son entre los 30 y los 50 años en el caso de ellas, y entre los 40 y los 60 en los hombres.
A la hora del tratamiento, Olea sostiene que la fórmula más efectiva es combinar la psicoterapia con el tratamiento a través de psicofármacos. Comparando las tasas de consumo de psicofármacos en 2017 por distritos en Andalucía, el Distrito Jaén-Jaén Sur presenta una menor tasa en antidepresivos (50,31% respecto a la media andaluza, de 50,50%) y de antipsicóticos (5,13% respecto a la media regional, de 9, 81%). Sí es mayor la tasa de consumo de benzodiacepinas: 84,48%. La media andaluza es en este caso de 80,22%.
ENTORNOS AISLADOS Y LA NECESIDAD DE RECONOCER EL PROBLEMA
Israel Serrano es psicólogo desde hace dos años. Su discurso es idéntico al resto de profesionales cuando aborda cómo afrontar la enfermedad: "Lo primer es reconocer el problema y querer ayuda", señala en declaraciones a este periódico.
Serrano apunta a la incidencia de la depresión en zonas rurales, en pueblos aislados. Él vive y trabaja en Valdepeñas. "He analizado casos de mujeres amas de casa, sin motivaciones, que no detectan un problema: la comodidad y la falta de retos puede conducir a la depresión", comenta. "Yo no creo que el desencadenante sea siempre un problema traumático. A veces son problemas nimios. Pero hay gente que no está acostumbrada a enfrentarlos", añade.
El camino habitual en el sistema público sanitario para una persona con depresión es el siguiente: acude al médico de cabecera; la atención primaria decide si el caso es más o menos grave y si ve que el paciente no mejora, lo deriva a consultas externas. El Hospital Universitario de Jaén tiene una tasa de personas atendidas con diagnósticos de ansiedad, depresión y somatizaciones de 1.019 por 100.000 habitantes. La media andaluza es de 723.
El hospital cuenta con cinco dispositivos destinados para adultos. Dos de ellos están en la capital y el resto en Martos, Alcalá y Andújar. Son consultas externas con atención multidisciplinar: psiquiatra, psicólogo, trabajador social y enfermería. En total, hay 14 psiquiatras y seis psicólogos. Para los niños y los jóvenes menores de 18 años hay tres psiquiatras y dos psicólogos especializados en esta franja de edad.
Las intervenciones básicas logran que remitan los síntomas graves en la mayoría de los casos. El número de derivaciones de atención primaria al área de Salud Mental el año pasado fue de 5.000 pacientes. Hubo 40.000 consultas de revisión. "Además, las personas con depresión muy grave y riesgo de suicidio pueden ser hospitalizadas en la unidad de psiquiatría", puntualiza Olea.
"TODOS SOMOS VULNERABLES"
Los casos de famosos que han padecido la depresión evidencian que nadie es inmune. Mediático fue el caso del portero alemán Robert Enke, quien se suicidió después de sufrir la enfermedad en silencio, mientras competía en las grandes ligas de Europa. A partir de la tragedia una fundación en honor de Enke aporta recursos y asesoramiento para combatir la depresión en el deporte de élite. Andrés Iniesta, icono del fútbol español, reconoció en televisión que vivió el problema en sus carnes justo después de la temporada más exitosa de su carrera. En el mundo artístico, ídem. Joaquín Sabina compuso la canción Nube negra, una confesión: siempre tendría que estar listo para combatir la batalla. Aludía al rasgo crónico de la depresión.
Si les pasa a los héroes contemporáneos de la sociedad, qué no puede pasarle al ciudadano de a pie. "Todos somos vulnerables", asegura Olea. Cuando se les pregunta a los profesionales por qué hay tantos casos en un momento de la vida en que la oferta lúdica es más amplia y barata que nunca, la respuesta es diáfana: tener más no implica ser más feliz. El culto al materialismo, el auge de las redes sociales y la posibilidad de lograr con rapidez bienes de todo tipo no aseguran la felicidad. "Tenemos todo tan accesible y tan fácil que considero que ahí está una de las batallas: cuando algo me requiere esfuerzo, estoy cansado. Y me frustro", resuelve Raquel Salido.
SÓLO UN 1,4% DEL PRESUPUESTO ANDALUZ PARA SALUD MENTAL
La lucha de los enfermos acumula la carga de los prejuicios que sobrevuelan aún en la salud mental. Las consecuencias de esos prejuicios se expresan en palabras peyorativas como 'locos' o 'esquizofrénicos'. Derivan en situaciones de discriminación. Hay un plus de sufrimiento.
Cuenta Olea los obstáculos para que los enfermos hagan una vida normal. Es más difícil lograr empleo o conseguir un contrato de alquiler de una vivienda. Si bien hay menos 'miedo' a ir al psicólogo y a compartir la experiencia, aún es alargada la sombra del tabú, según señalan los profesionales.
El gasto en salud en Andalucía está en torno a los cien mil millones de euros. A salud mental se destina un 1,4% de la partida: ciento cuarenta millones. "Lo deseable sería equipararnos a otras comunidades y alcanzar los doscientos millones. Eso nos permitiría tener una atención con más recursos, con más profesionales", asegura Buenaventura Olea. Una de las reivindicaciones es que la periodicidad de las consultas de seguimiento sean semanales o, como mucho, quincenales.
Asegura el psiquiatra que atender a los pacientes con depresión reporta una "satisfacción muy especial". Porque los resultados suelen ser positivos y porque constatar que un paciente sufre menos dignifica la atención humana. Olea quedó maravillado con la serie En Terapia, protagonizada por Gabriel Byrne, un psiquiatra que hace lo que puede con sus pacientes y con su propia vida. Dice Olea que a él no le disgustó el desenlace: "El protagonista halla la solución a su vida en la propia psicoterapia", resuelve. Si la meta de cualquier ser humano es ser feliz aquí y ahora, la depresión amerita ser atendida con todos los recursos posibles. No puede —no debe— ser banalizada.
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