Desahogo de un matrimonio que dejó la provincia
Mi nombre es Curro y, junto con mi mujer, nos fuimos de nuestra tierra hace veintitrés años ya. Somos dos de tantos miles de jiennenses que tuvieron que emigrar para buscar el futuro que no encontrábamos en nuestra provincia.
Los primeros veintiunos vivimos en Marbella y contrariamente a lo que se pueda pensar, no encontramos gran diferencia con Jaén. Una ciudad con grandes carencias estructurales y deficiencias que no se corresponden con su estatus, permitidas por una población conformista y sufridora que no se rebelaba contra su suerte. O el desprecio de los políticos de todos los signos y administraciones.
Hace poco más de un año, vivimos más cerca de Jaén, aunque tuvimos la oportunidad de haber vuelto. Somos de los que piensan que nuestra provincia tiene mucho que ofrecer, y eso se comprueba cuando sales y ves que no somos los únicos que se quejan de lo que les falta. Aún así, decidimos quedarnos en una tierra hermana como es Granada, buscando cercanía con las raíces, pero no renunciar a lo que una gran ciudad te puede ofrecer.
A pesar del tiempo fuera y las pocas visitas motivadas por la distancia y las obligaciones laborales, nunca hemos perdido el pulso de la tierra. Por lo que tira y porque nuestra familia, y parte de los amigos, aquellos que como nosotros no tuvieron que marcharse en busca de las oportunidades que Jaén no podía ofrecerle, siguen allí.
Hemos seguido con mucha pena el despegue de otras provincias de nuestra comunidad autónoma en materia de infraestructuras, comunicaciones y
empresas, que son las responsables de fijar población.
Ejemplos sangrantes serían la autovía inacabada a Córdoba, que nos convierte en la única provincia andaluza que no se comunica con sus limítrofes. Otra afrenta es el esperpento del tranvía fantasma, que debemos recordar que estaba totalmente terminado y que tantos políticos de varios signos políticos han
prometido poner en marcha, mientras que este duerme el sueño de los justos. Durante doce años ya, con excusas de materiales y softwares obsoletos y encarecimiento de los materiales a causa de la crisis.
Mientras tanto, vemos como en otras provincias se amplían las líneas de metro, se plantea desplazar las estaciones del AVE a otros emplazamientos, se arreglan carreteras y se construyen otras nuevas. Para ellos los materiales no son caros, y eso que esas obras empiezan de cero.
Y el desprecio máximo fue la conocida como “la cobra” del AVE de Granada, que recorre doscientos kilómetros más de lo necesario, con tal de esquivar a Jaén, porque hace casi tres décadas, políticos de nuestra tierra, así lo pactaron, no se sabe a cambio de que. Nos encontramos en una situación que si fuera tan grave daría incluso para una comedia. Resulta que el aeropuerto de Jaén está en Granada y su estación del AVE, en Córdoba.
No decimos los jiennenses que necesitásemos un AVE directo a Jaén, pero ya que se hacía en Granada, y su paso natural era nuestra provincia, hubiera sido una magnífica ocasión de dar servicio a ambas, reduciendo los trayectos. A cambio de eso, observamos el prolongado y constante desmantelamiento de nuestra red ferroviaria más elemental y, de lo poco que nos queda, es viejo y no para de producir averías, demostrando que somos ciudadanos de tercera para recibir servicios, pero iguales a los demás a la hora de pagarlos.
Junto al cierre de Santana en Linares y de Holcim en Torredonjimeno, que hicieron perder muchos puestos de trabajo, que sitúan a aquella como la ciudad con más paro de España, nos arrebataron la ocasión de reponernos en parte, con el traslado a Córdoba de la base militar Colce. A cambio, se nos “promete” la construcción del Cetedex, un proyecto carente de dotación presupuestaria, plazos o vinculación jurídica, que solo parecía perseguir la retirada de las denuncias del Ayuntamiento de Jaén al Gobierno de la Nación.
Una situación análoga se ha dado en Granada, cuando no le han concedido la Agencia de Inteligencia Artificial, en favor de la Coruña, en unas circunstancias muy poco claras, que han hecho revolverse al tejido empresarial y a la ciudadanía de Granada, con su Alcalde al frente, contra esta decisión tomada por un gobierno de su mismo signo político, curiosamente igual que el nuestro.
Ante la misma afrenta, dos formas de actuar: una, luchar por tu ciudad; otra, mirar por tu futuro político.
En Jaén tenemos una maldición con nuestros políticos, no sé si por incapaces, o por acomplejados, no vayan a decir que favorezco a mi tierra y margino a las demás provincias. Cosa que no hacen los demás, mientras una consejera de Granada se ha dejado casi todo el presupuesto de su Consejería en mejorar su tierra, la de la nuestra, declara la construcción del tercer hospital de Málaga como de interés autonómico, y margina el de su tierra, que es el único y no tiene la misma categoría hospitalaria, ni en consecuencia todas las especialidades médicas, obligando, una vez más, a los jiennenses a desplazarse a otras provincias, hasta para una prioridad como la salud.
Contrariamente a lo que mandaba Miguel Hernández en sus versos que decían —Jaén levántate brava...”—, los nuestros, son unos ciudadanos caídos en la desidia y en la resignación de recorrer el camino que va de la España olvidada a la España vaciada. Porque si los jiennenses no lo remedian, la provincia que ya perdió casi 33.000 habitantes desde hace siete años perderá en apenas veinte años, en 2040, 27.000 habitantes más en su previsión más optimista y hasta casi cien mil en la más pesimista, según un informe del Consejo Económico y Social (CES).
Después de tantos años de democracia, con la conocida alternancia política en los Gobierno Estatal y regional, creo firmemente que la solución pasa por un partido que no tenga que rendir cuentas a Sevilla o Madrid. Por un partido provincialista que venda sus apoyos parlamentarios a costa de mejoras para su provincia, sin dar prevalencia a las de siempre, si no igualarnos a todos los ciudadanos, seamos de donde seamos, como proclama nuestra Constitución.
Me declaro simpatizante de Jaén Merece Más, y aunque no vivo en la provincia y no puedo involucrarme lo que quisiera, hago campaña por ellos entre mis amigos y familiares. Para que lo hagan por ellos y por todos los que, estando fuera de nuestra tierra, nos sentimos orgullosos de ella, y quisiéramos volver algún día.
Esto no es un manifiesto político a favor de Jaén Merece Más, a los que deseo mucha suerte y les advierto que no se relajen, pues ya no habría más oportunidades para ellos, ni para Jaén. Es más bien una carta abierta a modo de desahogo, fruto de tantos años de ninguneos y humillaciones que quería mandar a quien pudiera interesar y, si tan sólo consigo remover alguna conciencia, de político o ciudadano, y hacen algo para que esto cambie, me daré por satisfecho.
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