Diego Jerez Justicia, siempre vivo en la memoria del Camarín
El médico cabrileño fue uno de los principales defensores del viejo templo carmelitano de la Carrera de Jesús, cuya restauración llegó a ver antes de su muerte en 2015
El verano de 2015, hace ahora cinco años, traía hasta Jaén la luctuosa noticia del fallecimiento de Diego Jerez Justicia. Nacido en Cabra del Santo Cristo en 1930, se despedía del mundo a los ochenta y cinco años de edad en Torremolinos, donde pasaba las vacaciones y cuyos paisajes recogió en uno de sus libros: Málaga en 100 fotos.
Incansable hombre de la cultura, llegó a la capital jiennense desde Lupión, su primer destino profesional como médico, y en la Ciudad del Lagarto desarrolló, a más de una trayectoria reconocidísima que le granjeó un gran prestigio como galeno, una actividad humanística no menos trascendental.
Director del Instituto de Estudios Giennenses entre 1985 y 1992, fue un destacado miembro de la junta de oficiales de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y acumuló en su currículo méritos de alcance, como su pertenencia a las academias de Medicina y Cirugía de Granada, Santa Isabel de Hungría de Bellas Artes, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba...
Autor de numerosas publicaciones en torno a la medicina, la historia o la fotografía, el universo cofrade del Santo Reino tiene una deuda eterna con Diego Jerez a cuenta de su defensa a ultranza del Camarín de Jesús en aquellos años en los que la amenaza de la piqueta puso en vilo la conservación de uno de los grandes hitos patrimoniales, sentimentales y religiosos de la capital.
A él, no en vano, se le atribuye la paralización del proceso de demolición del templo del viejo convento carmelitano al que en 2009 pudo regresar la venerada imagen de El Abuelo junto con el resto de titulares y su propia cofradía, desagraviando así al patrimonio jiennense de una de sus principales ausencias.
Su nombre no figura en la placa de piedra que, en el compás del santuario nazareno, destaca a quienes gobernaban la hermandad en el momento del retorno pero no hay rincón del Camarín que no le agradezca sus desvelos por mantenerlo en pie.
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