"Nadie podrá 'acomodarse' con 461 euros al mes"
El Centro de Acceso a Internet (CAPI) de La Tejuela en Alcalá ha tenido que adaptarse a la realidad de la pandemia. María de la Cabeza Martín Romero (Alcalá, 1992) es la dinamizadora y ha atendido desde el 15 de marzo hasta el 15 de abril 526 llamadas, la mayoría relacionadas con las prestaciones y con la búsqueda de empleo. Precisamente ha ayudado a que 27 vecinos del sur de Jaén logren trabajo durante el Estado de alarma. Más datos: 326 personas han participado en acciones formativas; el centro tiene ahora 1.880 usuarios.
La entrevista es el lunes 1 de junio, fase dos de la desescalada, en el CAPI, donde sólo está María de la Cabeza Martín Romero, dispuesta también a dar su opinión sobre la crisis social que llega y sobre la medida del ingreso mínimo vital, aprobada por el Gobierno de España para combatir la extrema pobreza. La apoya y al mismo tiempo indica algunos matices. En este momento ella combina la atención telemática y la presencial con un objetivo: desarrollar la vertiente más social de la tecnología.
—¿Cómo ha llevado y lleva ahora el teletrabajo?
—Ahora lo llevamos bien, porque ya estamos más acostumbrados a este tipo de atención. Al principio costó un poco de trabajo por el asunto de centralizar recursos y de organizarnos entre las diferentes administraciones. Hay que tener en cuenta que Guadalinfo, al hacer trámites online y al estar cerradas todas las administraciones, tiene la red principal para gestionarlo todo a través de internet. Eso supone que la gente llama para hacer cualquier demanda y han sido muy solicitados temas como disponer del certificado digital o incluso pedir cita en el SEPE en la gestión de los ERTEs. Para todo eso ha sido necesario el teletrabajo. La ventaja es que tenemos tan buena relación entre los compañeros que incluso hemos podido hacerlo con los números de teléfono personales. Así la atención ha sido más completa.
—¿Cuáles han sido las principales consultas que le han hecho?
—La mayoría de las actuaciones que hemos gestionado ha sido pedir cita previa al SEPE. La atención telefónica ha supuesto dificultades. Y el segundo tema destacado ha sido la búsqueda de empleo. La gente está muy preocupada por cómo va ser el trabajo después de la crisis sanitaria.
—¿Qué tal va el regreso a la presencialidad?
—Bien. Los usuarios están muy concienciados y están tomando la distancia de seguridad. Además, limpio tanto el suelo como el resto de instalaciones. Aquí sólo pueden acceder de uno en uno y con cita previa. Vienen para los trámites que no se pueden realizar de forma telemática.
—¿Cuáles han sido?
—La mayoría de los que hacemos ahora mismo son inscripciones a la bolsa de empleo agrícola. Buena parte se hace a través del teléfono, pero también hay personas que tienen dificultades con el castellano, de manera que en el traslado de datos hace falta la presencialidad. Así lo hemos hecho desde el 15 de marzo.
—Me comentaba antes de la entrevista que el CAPI ya registra 1.880 usuarios activos. ¿Es una cifra muy superior a lo convencional?
—Ha aumentado bastante. Si lo comparamos con los meses de abril y mayo de los dos años anteriores, supone un incremento de un 40%. Es bastante, fruto de que todos los temas administrativos se han hecho a través de internet. Mucha gente carece de alfabetización digital o no tiene el recurso principal, que sí está prácticamente a disposición de todos, el teléfono móvil. Pero muchas personas no saben cómo gestionarlo para un servicio administrativo.
—Y el CAPI de La Tejuela ha ayudado a que haya 27 nuevos puestos de trabajo durante el Estado de alarma.
—Sí, nosotros cada mañana buscamos todas las ofertas que hay en Alcalá y en zonas cercanas de interés. Le hablo sobre todo de campaña agrícola y cuidado de personas mayores o cualquier tema que salga. En el confinamiento Macrosad sacó una oferta para buscar diez auxiliares; MV Industria, en Frailes, ha incorporado también trabajadores, igual que ha hecho, por ejemplo, el servicio de limpieza del CHARE, donde han ingresado mujeres con discapacidad, que lo tienen mucho más difícil en una situación como ésta. Lo que hemos hecho es gestionar y revisar el currículo para que sea correcto. Si no lo es lo modificamos, y además se descarga la vida laboral del postulante y hacemos una carta de presentación. Además, le hacemos una entrevista para destacar los puntos fuertes que tiene. Ayudamos a echar la oferta y si le dan cita para la entrevista nosotros les ayudamos a prepararla a través de videoconferencia.
"LOS MENORES EN SITUACIÓN DE POBREZA PUEDEN QUEDARSE ATRÁS"
—¿Le preocupa las consecuencias sociales de la crisis sanitaria para las familias más desfavorecidas?
—Mucho. Y creo que tiene consecuencias sociales en varias ramas, más allá de lo puramente económico. Desde el hecho de que será más difícil incorporarse al mercado laboral si tienes hijos que no pueden ir al colegio hasta gente que ha cogido fobia a salir a la calle. También hay personas que están en tratamiento y que ahora no van a Urgencias por el miedo a contraer el virus. Le hablo de personas enfermas de cáncer, por ejemplo. Pienso que la pandemia ha generado un arma de doble filo. Es cierto que somos muy solidarios y salimos a las ocho de la tarde a aplaudir, pero también es verdad que cada vez que se anuncia cualquier ayuda necesaria hay opiniones y se vierten dudas que provocan enfrentamientos entre la sociedad.
—El Gobierno ha aprobado el ingreso mínimo vital para ayudar en casos de extrema pobreza. ¿Qué opina de la medida?
—Personal y profesionalmente defiendo que es una medida necesaria. No somos conscientes de que España es uno de los países de la UE con más pobreza infantil. Cuando los menores ingresan en los centros docentes tienen acceso al comedor o a la escuela hogar. Pero eso se ha perdido, porque los menores ahora pasan al domicilio. Y si éste supone una situación de riesgo social o de extrema pobreza, esos menores se quedarán atrás.
Mi opinión es que el ingreso mínimo vital debe ir encauzado con temas de empleo, de manera que cada postulante tenga que estar inscrito en bolsas de empleo o esté en formación continua. Y en el caso de los menores es vital que haya un seguimiento de la trayectoria escolar, tanto en términos académicos como de alimentación. La medida es necesaria, pero no sólo basta con inyectar dinero, sino que debe ser una de las características de la ayuda.
—La crítica a la medida, impulsada más allá de los partidos de derecha, es que el ingreso no derive en una 'nueva forma de vida'. Que no se pervierta la ayuda.
—Es difícil 'acomodarse' con 461 euros —lo dice y se le escapa la risa— al mes. ¿Qué familia con hipoteca o alquiler, además de los gastos comunes, vivirá con ese dinero? Y tenemos la manía de comer tres veces al día. Yo creo que lo de 'acomodarse' es complicado. Indirectamente el ingreso mínimo vital nos beneficia a todos. Si las personas tienen dinero, comprarán y consumirán. Y no hablamos de personas que invertirán en bolsa, sino que irán a la tienda de la esquina y a los supermercados de barrio, donde les han dejado a fiar. Si hay dinero para gastar, la gente lo gastará. Me gustaría que nos pudiésemos acomodar con 461 euros.
"BUSCO QUE LA TECNOLOGÍA FAVOREZCA EL BIENESTAR SOCIAL"
—El acceso a internet ha sido un tema comentado en el tercer trimestre de los estudiantes, volcado en formato digital. ¿La brecha digital es mayor en zonas rurales de la provincia?
—Sí, y sobre todo en personas que tienen más de 55 años. Le explico por qué. Hoy en los centros de Guadalinfo hay talleres gratuitos de robótica y impresión 3D. A los jóvenes les llama la atención y no dudan en inscribirse. En cambio a las personas mayores no les atrae tanto. Están más acomodadas en el día a día y no lo han visto necesario. Dependen de hijos o nietos para trámites telemáticos. Hay brecha digital, claro.
—Todavía hay personas que no conciben cuánto se puede hacer con internet. ¿Ése es su gran reto como dinamizadora del CAPI?
—Sí, ligo mi formación de Trabajo Social con dinamizadora en el CAPI y busco que las nuevas tecnologías favorezcan el bienestar social de las personas. La teleasistencia es una tecnología, y hay gente que no sabe que con una aplicación vinculada al reloj inteligente puedes saber si tu madre se ha tomado la medicación. Son tareas que nos hacen el día mucho más fácil. Antes era imposible salir a andar y que un teléfono te contara los pasos, o que hiciese vídeos y fotos. Ahora es algo que hacemos como si nada.
"LOS AUTÓNOMOS HAN SIDO HÉROES DURANTE LA PANDEMIA"
—¿Por qué apostó por este trabajo?
—Siempre me ha gustado el tema de dinamización. El trabajo social de calle se ve mucho en este tipo de centros, donde aportas iniciativas que son elegidas por los propios usuarios. No hay una dotación económica, sino herramientas digitales para que la vida sea mucho más sencilla. Hay personas que gracias a este centro han encontrado empleo o han aprendido a utilizar las aplicaciones escolares tan comunes ahora. Por ejemplo, nuestros usuarios trabajan con Google Classroom desde hace dos años. Ahora que les ha hecho falta de verdad lo tenían totalmente dominado. Si damos herramientas de igualdad, todos podemos estar en el mismo punto de partida para llegar adonde quieren llegar. Eso es muy importante en Trabajo Social.
—Lo intentó por la vía privada con Tindíparo, que duró ocho meses. ¿Qué aprendió de aquella experiencia?
—Te vale mucho para constatar las deficiencias que hay en lo social. No es un bien tangible que puedas comprar, como un móvil ya que hablamos de tecnología. Cuesta aún un poco pagar por recursos sociales. Pero también te das cuenta del buen sistema que tenemos. Mi socia y yo en Tindíparo hacíamos trabajos sociales para dinamizar las aldeas de Alcalá. Ahora en cada aldea hay un telecentro, recursos gratuitos. Y si lo tienes público obviamente no lo pagarás de forma privada. Para gestionar ayudas sociales tienes la Seguridad Social y el SEPE. Puedes competir a través de licitaciones y de convenios. En lo que concierne al tema de personal, nos dimos cuenta que el servicio ya estaba bastante bien estructurado como para que el asesoramiento fuese directamente desde lo público.
—Es más difícil ser autónomo.
—Sí —ríe—. Elogio a todos los autónomos que están superando esta cuarentena. Son unos héroes. Si me hubiese pillado de autónoma, habría cerrado. No se pueden hacer tareas de dinamización, porque no se puede juntar a gente. Y los gastos siguen siendo los mismos. ¿Cómo lo haces? Cuando se trata de actividades grupales, como ocurre con las ferias, no saber cómo volver ni cuándo provoca una inestabilidad bastante importante.
—Jaén está pasando las sucesivas fases de la desescalada. ¿Le preocupa que bajemos la guardia ante el coronavirus?
—Es una preocupación que siempre está ahí. Los que hemos empezado a trabajar de forma presencial ya vemos conductas que nos llaman la atención, porque no son las más inteligentes. Claro que piensas en la posibilidad de volver atrás y de perder todo lo que hemos hecho.
—Puede acabar la entrevista como quiera.
—Quiero agradecer a la gente que ha estado al pie del cañón en el confinamiento para que el resto podamos cuidarnos. Desde los periodistas hasta los tenderos pasando por los trabajadores de residencias de mayores como la de Alcalá y en general a todos los que han trabajado más.
Por otro lado, informo de los trámites que todavía se pueden solicitar aquí, en el CAPI. Tenemos la inscripciones abiertas en junio e impulsaremos actividades como solicitar el sistema clave a través de internet. Animo a la gente a que lo haga porque ya hemos visto que es muy necesario para cualquier trámite, como el certificado digital. Haremos también actividades de estimulación cognitiva a través de nuevas tecnologías destinadas para personas que viven solas, de manera que tengan ese vehículo de comunicación y socialización. Aquí hemos hecho un voluntariado para ese fin precisamente. Y por último recuerdo que para cualquier trámite relacionado con bolas de empleo o ayudas estamos aquí, bien para hacerlo directamente o derivar al servicio que corresponda.
Fotografías y vídeo: Fran Cano.
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