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Dolores Pozas, una hospitalaria galduriense adoptada por Arquillos

Por Javier Cano - Junio 18, 2023
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Dolores Pozas, una hospitalaria galduriense adoptada por Arquillos
Dolores Pozas muestra la placa que recibió en el homenaje que le brindaron, recientemente, por su amor a las tradiciones arquilleras. Foto cedida por Miguel Ángel Manrique.

Enamorada de las tradiciones locales, la protagonista de este reportaje cuenta con el aprecio general de su pueblo adoptivo, en el que lleva casi seis décadas

"Tengo mi corazón partido en dos, pero no me voy de Arquillos por nada del mundo". Toda una declaración de amor a su pueblo natal estas palabras de Dolores Pozas Martínez (Jódar, 1945), una de las arquilleras más queridas a cuenta de su hospitalidad, de su amor a las tradiciones locales, que hizo suyas en cuanto pisó el municipio hace ya casi seis décadas:

"Soy de Jódar, pero con mucho orgullo y en hora buena que me casé con uno de Arquillos", celebra. Un municipio que a lo largo de su historia ha contado con la visita de ilustres tan universales como el mismísimo Cristóbal Colón o Santa Teresa de Jesús y que cautivó también a esta galduriense nada más llegar de la mano del hombre más importante de su vida:

"Mi padre era encargado de una fábrica de aceite y de capachos de Jódar; y mi marido tenía olivas arrendadas y fue buscando gente para la aceituna. Habló con mi padre, trataron y a un hermano mío, el único varón, lo mandó para que se acostumbrara a las cosas de la aceituna. Entonces los hombres eran privilegiados, porque no se podían ni lavar unos calcetines, así que me dijo mi padre que me fuera con mi hermano para lavárselos", relata Dolores, y apostilla:

"Mi marido conoció a mi hermano en la cooperativa y nos veníamos en el mismo coche de los aceituneros. Me lo presentó, me echó el ojo y me conquistó el corazón".

Diecisiete años tenía Pozas cuando empezó relaciones y él, trece más: "Al principio, yo le hablaba de usted". Eso, al principio, porque después se tutearon para los restos: "Me lo puso Dios en mi camino, porque toda la fe que yo tenía era que me gustaba mucho el tráfico de los conventos y las monjas: yo decía que me tenía que meter a monja, pero Dios me lo envió". 

Una diferencia de edad que sembró cierta controversia entre los padres de Dolores, temerosos de que esa 'ventaja' pudiera causarle el más mínimo sufrimiento a su hija.

"Mi madre me decia 'a ver si te engaña', y yo le decía: 'Tú tranquila, yo me lo voy a dejar'. Y yo decía: '¡Cómo voy a dejar a esta criatura, con lo que yo lo quiero!' Y le decía a mi madre: 'Me meto a monja de clausura'. Entonces, mi madre decía: '¡No, que no te vea yo!' Vaya pie derecho que eché con mi marido en Arquillos".

Casi veintiocho años lleva viuda y, afirma, se acuerda de él cada día: "Sigo muy enamorada de mi marido". El recuerdo, que es perfume del alma, o eso pensaba la novelista francesa George Sand, tan romántica ella. 

Madre de tres hijos y abuela de cinco nietos, está encantada de la vida con su prole: "Como no llegué a tener hijas, le pedí a San Antón, el patrón del pueblo, que me diera nietas, y me ha dado cuatro y un nieto, estoy encantada con mis nietos y mis hijos", aplaude, y sentencia: "Mis hijos se merecen una placa, por cómo se han portado conmigo en la operación", su reciente paso por 'talleres' para reparar achaques. 

ENAMORADA DE LAS TRADICIONES

Hechas ya las presentaciones, toca ahora poner en valor las aptitudes de Dolores Pozas Martínez, esas cosas por las que es tan querida en Arquillos que hasta recibió, no hace mucho, un homenaje del Ayuntamiento, con placa incluida: 

"Tengo un patio muy bonito con muchas macetas, y aquí hago la cruz [de mayo]. Las tradiciones me encantan, eso lo he percibido de mis padres. Todos los años pongo una cruz en mi patio, cuando llega el mes de mayo digo '¡este año ya no puedo!', pero como me encanta parece que Dios me da ánimo y la hago".

Una excusa perfecta para dar rienda suelta a su espíritu hospitalario, a su don de gentes, como destaca el alcalde del municipio, Miguel Ángel Manrique:

"Está siempre colaborando no solo con el Ayuntamiento, sino con cualquier persona que tenga una necesidad. La hospitalidad que tiene es enorme, abre las puertas de su casa a cualquiera que quiera pasar a su patio".

El regidor añade: "Hace también un poco de tejido social, porque invita a todas las vecinas que están solas, que han perdido a sus maridos, y encuentran allí, en su casa, un resquicio. Es un poco como antiguamente, cuando se salían los vecinos a las puertas de la casa, ella todavía mantiene esa unidad, ese buen ambiente entre personas mayores, algo que se echa de menos".

Y concluye: "No tengo más que palabras de agradecimiento para esta vecina de Arquillos a la que quiere todo el mundo por su increíble fortaleza, su energía y su devoción". Un sentimiento mutuo, como demuestran las palabras de Dolores hacia su alcalde: "Qué buen alcalde que tenemos, a su madre la he peinado también mucho, era muy buena persona".

Peinado, sí, han leído bien, que a esta mujer de armas tomar no la echó para atrás la muerte de su marido y, lejos de regodearse en su soledad, tiró de recursos para sacar a sus hijos adelante en una época difícil e hizo todo lo que fue necesario para ganarse el pan honradamente: "He sido peliquera sin título, he cogido aceituna y he ido a pintar a las casas del pueblo", detalla.

Pero siempre le ha quedado tiempo para dedicarlo a su pasión particular, a sus devociones locales, lo mismo en Navidad (con el belén que monta en casa) que en Semana Santa, cuando se ha sumado a sus compañeras de la Asociación de Mujeres San Antón y no lo ha dudado a la hora de calarse la peineta y colocarse la mantilla para engrandecer la Semana Mayor arquillera: "Siempre pueden contar conmigo", asevera, satisfecha y convencida. 

Arquillos lo sabe, la aprecia y la trata como lo que es: una arquillera más, o mejor dicho, una vecina especial. 

 

 Aspecto del patio de la casa de Dolores Pozas, todo un homenaje a las tradiciones arquilleras. Foto cedida por Miguel Ángel Manrique.
Aspecto del patio de la casa de Dolores Pozas, todo un homenaje a las tradiciones arquilleras. Foto cedida por Miguel Ángel Manrique.

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