LA PLEGARIA POR ATENDER DE LAS DOMINICAS ALCALAÍNAS
La priora Sor Carmen abre la puerta del monasterio a Lacontradejaén para mostrar las grietas de los tejados y cuenta cómo se ha articulado la ya mediática campaña de donaciones
Las 14 monjas de clausura del Real Monasterio de la Encarnación de Alcalá la Real miran hacia arriba preocupadas. El asunto no tiene que ver con la fe ni con Dios, sino con el estado de los tejados del monasterio; abundan las grietas y ya está en marcha una campaña de donaciones para lograr al menos 330.000 euros. La plegaría de las Dominicas para mantener el inmueble, que es de ellas, goza de respaldo fuera y dentro del municipio, con el altavoz de figuras mediáticas como Íker Jiménez. Todo por preservar el lugar —parcialmente destruido en la Guerra Civil— de una orden que data de 1588.
Son las seis de la tarde del martes 23 de agosto, y antes incluso de entrar a El Llanillo, desde donde se llega al monasterio por la calle de Las Monjas, hay carteles alusivos a la iniciativa. Las donaciones superan los 10.000 euros. Las monjas esperan que continúe el ritmo de las ayudas en el número de cuenta ES47 0237 0115 2091 7225 0318 y vía Bizum bajo el concepto 'Monasterio de la Encarnación Dominicas Alcalá la Real'. El único ingreso anual de las religiosas, al margen de los donativos, es la venta de dulces caseros en Navidad.
Sor Carmen es la priora del monasterio. Lleva en Alcalá la Real desde los 14 años. Ahora tiene 52 y dice que es feliz en una vida consagrada a Dios. En tanto que priora, está al servicio de las demás y asume sin problemas hablar con los medios de comunicación. Ella atiende a este periódico, separada por las rejas, desde el locutorio del monasterio, donde se produce el primer contacto físico.
—Tanto los periodistas como los vecinos se han conmovido con nosotras y nos están ayudando. Los tejados están muy mal —dice y valora que el pueblo alcalaíno esté volcado con las Dominicas.
EL VÍDEO QUE VISIBILIZÓ EL CASO
Todo empezó a mediados del pasado mes de julio con el contacto entre Sor Carmen y la Fundación Clausura, que animó a la religiosa a grabarse con un teléfono móvil para difundir por internet la causa. Sor Carmen, que había sido previamente aconsejada por otra monja del municipio, mandó el audiovisual a 'Clausura' y a partir ahí surgió el interés de medios de comunicación provinciales y nacionales.
Quizá el golpe de efecto lo dio Íker Jiménez, conductor de Horizonte, quien activó en directo y vía YouTube una campaña de donaciones que ya ha destinado 1.200 euros.
—Le soy honesta: yo no sé quién es, pero estamos muy agradecidas a él y a sus compañeros de televisiones como Cuatro, que nos entrevistaron por la aplicación Zoom —cuenta la priora, que asegura que están arropadas por la Diócesis de Jaén y por el Ayuntamiento de Alcalá la Real, activo en la difusión de la campaña.
En el capítulo de agradecimientos, Sor Carmen hace mención aparte para Almazán y Asociados Arquitectos, que ha colaborado sin cobrar un sólo céntimo y que ha acondicionado la biblioteca del monasterio. Cuando se le pregunta a la priora qué expectativas tiene en término de plazos contesta que urge, antes de los tejados, restaurar la parte del lavadero, donde también hay una tapia ruinosa. La previsión es que las obras en el lavadero, en lo que se conoce como 'la casa vieja', comiencen en septiembre.
—Cuando tengamos el dinero necesario, llegará el turno de los tejados. Nosotros no podemos pedir un préstamo porque no tenemos avales. Pero lo vamos a conseguir. La gente nos llama y confía en nuestra oración, que a fin de cuentas es nuestra
misión.
Han emocionado a las religiosas detalles como el de un niño que, estando de vacaciones en la Sierra Sur, destinó su paga a la causa o la aportación de 100 euros desde una aldea.
"SOMOS DE ESPAÑA Y MADAGASCAR: ALCALAÍNAS UNIVERSALES"
Detrás de la puerta del locutorio están los pasillos de un monasterio bien amplio. Es entonces cuando ganan protagonismo las humedades y las grietas en los techos y en algunas paredes. La priora repite una y otra vez la recolecta no es un capricho.
También en las habitaciones de las monjas están las grietas que alertan de la decadencia. La más joven de las 14 monjas es Sor Clara, de 28 años, y la de mayor edad es Sor Isabel, ya nonagenaria. Entre las veteranas está Sor María Luisa, que lleva en el monasterio desde hace 43 años, cuando todavía rondaba la mayoría de edad.
—Somos españolas y de Madagascar, pero aquí lo más importante es que todos somos alcalaínas universales, como la Iglesia católica —reivindica la priora.
Las extranjeras sólo pueden salir del monasterio cada seis o siete años para estar en su país durante un tiempo que nunca excede los dos meses. En el día a día, las salidas se limitan a cuestiones fundamentales como visitar el médico y arreglar papeles.
LA VIDA CONTEMPLATIVA: "YO SOY MÁS LIBRE AQUÍ"
La vida en el monasterio comienza a las seis y media de la mañana. Poco después, las hermanas rezan diferentes oraciones en el coro. A las diez menos cuarto desayunan —leche con Cola Cao, pan y aceite— y posteriormente cada cual se ocupa de diferentes labores, como cuidar a las gallinas o cultivar verduras en el huerto. Algunas de éstas provienen de Madagascar y son ranobetroka, petsay y tongolo, muy similar a la cebolla.
El almuerzo se da en torno a la una y media y el recreo dura treinta minutos entre las tres y media y las cuatro de la tarde. Después, a las siete regresan las oraciones. La jornada no termina sin algo de televisión para saber hacia dónde va el mundo. Sólo hay un teléfono móvil y otro fijo en el monasterio. El primer es el que utilizan las más jóvenes —todas se defienden con el castellano— para hacer fotos en el patio, una vez este medio ha tomado las que necesitaba.
—Cada día es un regalo. Por más que piense la gente, aquí cada día es nuevo. Damos las gracias al amanecer y al anochecer —dice la priora, la sonrisa en el rostro.
¿Le preocupa a ella que esta vida contemplativa y austera se pierda en un mundo cada día más adicto a la inmediatez?
—Yo sé que nuestra vida a veces no se comprende, pero nuestra vocación es más ambiciosa que estar en un hospital o cuidar a una persona. Con la vocación abarcamos más. Sólo se trata de amor. Habrá quien piense que estamos encerradas, pero yo aquí, al otro lado de la reja, soy más libre que quien está atrapado en el consumismo de fuera.
La tarde avanza. Nube, el gato, y Luna, la perra, campan a sus anchas por el patio del monasterio. Sor María Luisa es diáfana cuando se le pregunta por el futuro de los tejados:
—Nuestro pueblo está con nosotras. Las Dominicas de Alcalá la Real no pueden faltar.
Fotografías y vídeo: Fran Cano.
Únete a nuestro boletín