Eduardo Palomares: toda la vida consagrada a un sueño
Pocas veces he tenido el privilegio de enfrentar una entrevista de este tipo. He de confesar que una madeja de nervios revoloteó por mi tripa la mañana que le conocí.
Eduardo Palomares no es un hombre cualquiera. Sentarme frente a alguien como él, me generó respeto, admiración y una sonrisa de oreja a oreja bajo mi triste mascarilla. El brillo en mis ojos conseguía delatarme. Persona ilustrada, elegante y con una inquietud que dejaría sin habla al más pintado, nació en un momento de la historia de España donde la censura lo empañaba todo. A pesar de ello, entendió desde muy temprano que el Arte debía aspirar a algo más que para decorar una humilde estancia. Su curiosidad no tenía, ni tiene límites. Su pasión por el Arte tampoco. Estudiar Económicas en la Universidad Complutense de Madrid le procuraba un futuro prometedor. Pero no era lo que realmente deseaba. Así que se armó de valor, analizó sus prioridades y decidió luchar por su sueño, ser galerista de arte. Consciente de las dificultades, albergaba lo más importante: pasión, curiosidad y plena confianza en sí mismo.
Mamá, quiero ser galerista
Nuestro protagonista, Eduardo Palomares, nace en 1954 en el término municipal de Linares (Jaén). De todos modos, tendremos que esperar hasta 1976 para su traslado definitivo a Linares. En 1961, con solo siete años, marcha a Madrid, donde manifestará sus primeros coqueteos con el mundo del Arte a través de las exposiciones ofertadas en la gran capital. En esta época, la libertad cultural estaba en entredicho. Desde el inicio de la dictadura, cargábamos con una herencia artística saturada de bodegones, paisajes, retratos o representaciones de las costumbres populares, temas muy recurrentes en las exposiciones de este periodo.
Pero este hecho nunca fue un impedimento para Eduardo. Armado de curiosidad, profundizó en otras tendencias artísticas nada habituales en nuestro país. El más que cuestionable “aperturismo” (1959-1975) instaurado por Franco ante las presiones internacionales, posibilitaba la tímida llegada de algunos movimientos artísticos bajo una constante supervisión del Estado.
Así llegamos hasta 1971, momento en el que ingresa en la Universidad Complutense de Madrid para estudiar Económicas. Posteriormente, entre 1974-1975 se instala en Granada para realizar el servicio militar obligatorio, cuestión que no detendrá sus aspiraciones. Durante este paréntesis de su vida consigue organizar sus primeras exposiciones en algunas salas de la localidad granadina. Una vez finalizada la mili y con una mochila de contactos a sus espaldas, alternará viajes entre Madrid y Linares, su ciudad natal, para continuar organizando exposiciones. En el caso de Linares, a mediados de 1975, aún no existía ningún espacio expositivo que acogiera las condiciones apropiadas para estos casos. De hecho, Eduardo presentó una de ellas en el Patio de Cristales del Ayuntamiento, un espacio del que, al menos, fue posible aprovechar sus amplias dimensiones. Era evidente que la ciudad demandaba a gritos un espacio adecuado y permanente donde lucir un Arte sin reservas. Hasta ese año, solo se habían celebrado en Linares concursos anuales de Bellas Artes. Así que, de un modo inevitable, Eduardo decidió montar una galería de Arte por su cuenta.
Con la muerte del dictador en noviembre de 1975, se abría un panorama de nuevas perspectivas e inquietudes trasladadas al ámbito cultural del país. La sociedad linarense también experimentó dicho cambio. El público de la ciudad demandaba una mayor oferta cultural que incluía, entre otras, las exposiciones. A partir de 1976, Eduardo Palomares se instala en Linares con su familia e inaugura su soñada galería de Arte, EDUMA, en la calle Isaac Peral 34. Como él mismo afirmaba en la entrevista, “En Linares había sed de exposiciones. Todo el mundo quería comprar Arte”, y estaba dispuesto a asumir el reto. Abrir la galería había sido una idea muy meditada ya que sus medios eran escasos. En varias ocasiones recibió jugosas ofertas para dirigir alguna que otra galería de arte en Madrid, pero prefirió declinarlas. Su ciudad natal le pareció un lugar idóneo para alcanzar el equilibrio deseado: vivir humildemente de lo que amaba y disfrutar de su familia. A finales de los 70, Linares se presentaba como un escenario atractivo gracias a las oportunidades profesionales otorgadas por la empresa automovilística “Santana Motor”, en plena ebullición por entonces. Así, con todas estas cartas sobre la mesa, Eduardo comienza una aventura con EDUMA que durará la friolera de cuarenta años. Analicemos por un instante el valor de un proyecto de este tipo. Durante el periodo de la transición no existía en España el concepto de “Galería de Arte”. Sólo era posible encontrar “sala de exposiciones” o “salas de arte”. Eduardo Palomares fue el primero en la provincia de Jaén en proponer un espacio expositivo privado, itinerante y libre de censuras.
Nuestro protagonista se moverá como pez en el agua por el universo de las exposiciones. Viajará a infinidad de ciudades españolas para conocer otras galerías de arte, artistas, nuevas corrientes, distintas metodologías expositivas, etc. Por encima de todo, perseguía atribuir un sentido didáctico a la galería, combinando pasado y actualidad. Por un lado, daba visibilidad a artistas locales emergentes y por otro, exponía nuevas corrientes de la mano de artistas conocidos. Maticemos que Eduardo siempre ha concebido el Arte como un bien valioso que debe estar al servicio del pueblo. No merece ser solo un producto listo para el consumidor. Debe actuar como pilar fundamental del sistema educativo para desarrollar nuestro pensamiento crítico y, en consecuencia, evolucionar como sociedad. En este sentido, también organizaba actividades formativas dirigidas a distintos centros educativos. Sus propuestas tenían un alto nivel de aceptación. Eran muy habituales las excursiones a su galería para presenciar interesantes charlas sobre historia del arte.
De igual forma, su catálogo de servicios también incluía alguna que otra exposición dedicada a artistas consagrados, como fueron los casos de Goya, Matisse, Picasso, Miró o Marc Chagall. Respecto a Joan Miró, guarda una entrañable anécdota. A finales de los 70, Eduardo viajó hasta la fundación Rodríguez Acosta de Granada para visitar una exposición del pintor (recordemos que aún no había fallecido. Ocurrirá en 1983). El artista estaba allí presente, así que Eduardo se armó de valor, se acercó y le preguntó “Mire usted, tengo una galería y me gustaría que expusiese conmigo”. La proposición fue acogida con entusiasmo. Miró nunca había expuesto en Andalucía y le parecía una idea estupenda. Él también albergaba una profunda sed de exposiciones.
Como podemos comprobar, la galería cosechará importantes resultados elevando el arte a la máxima potencia. Además de los artistas citados, traerá a otros contemporáneos como Paco Baños, Miguel Pérez Aguilera, Miquel Barceló, Belin, Carmen Conesa, Carla Duval, Ana Núñez, Palomo Linares, Antonio Casares Palma, Miguel Rodríguez, entre otros. A lo largo de su carrera, ha organizado más de 2000 exposiciones por toda España abordando todo tipo de estilos y técnicas. Desde el más rígido academicismo, pasando por tendencias vanguardistas como el surrealismo, cubismo, dadaísmo, en definitiva, todos los –ismos. Ha ocupado infinidad de portadas de prensa, incluyendo el periódico “El País”. No le ha quedado nada en el tintero por exponer. Incluso fue de los primeros en Linares en reivindicar el valor del grafiti como estilo artístico digno de ser protegido. A todas estas cuestiones, debemos añadir que su trayectoria profesional no se limitó a la galería. También trabajó como marchante de arte para artistas como Palomo Linares. Les cerraba eventos y exposiciones por algunas de las salas más importantes del mundo como New York o París. Sin duda, su labor impulsó notablemente muchas carreras artísticas. Mientras existiese talento, él se dejaba la piel.
La trayectoria de la galería EDUMA alcanzará un punto de inflexión. Con la llegada de la crisis económica de 2008 y el cierre definitivo de “Santana Motor” en 2011, se dispara la tasa de paro en Linares, dañando gravemente el tejido económico de la ciudad. Esto se tradujo en una sistemática fuga de jóvenes generaciones sedientas de oportunidades que no podía ofrecerles su tierra, además de un progresivo envejecimiento de la población. Las consecuencias de estos hechos no tardaron en percibirse en el panorama cultural linarense. Durante algunos años, se apreció un desinterés general hacia la actividad cultural, incluida la galería de arte EDUMA. La demanda de exposiciones, la venta de obras y la afluencia de público se vieron afectados significativamente. Eduardo intentó mantener a flote la galería reduciendo el número de exposiciones e intentando atribuirles un mayor impacto mediático. Pero no será suficiente. La situación económica de la ciudad, lejos de mejorar, empeoraba a pasos agigantados. La cultura pasó a ser la última de las preocupaciones de la gente y el gobierno local de entonces huía avergonzado de una situación incapaz de manejar. Finalmente, Eduardo cierra la galería de arte EDUMA en 2016.
Un cambio de ciclo
Aparentemente, había llegado el momento de retirarse después de tanto trabajo cosechado. Pero no fue así. Ese mismo año, los dueños de una empresa llamada “Gourmet Cazorla” tuvieron la idea de abrir una galería de arte en la planta baja de sus instalaciones. Conscientes de la dilatada experiencia de Eduardo, le propusieron gestionar la galería. Allí dispondría de 600 m² ajustados a las necesidades técnicas de un espacio expositivo. Eduardo aceptó sin pensarlo. La nueva galería se llamaría “GC Espacio de Arte” o “GC ART SPACE”. Lugar donde continúa trabajando en la actualidad. Durante estos 4 años ha seguido exponiendo a destacados artistas como Ripollés, Jacinto Lara, Javier Flores, los hermanos Nikita y Egor Zingura, Rafael Alvarado, María Bejarano, la alemana Sabina Huber, Pedro Casermeyro, Fernando de la Rosa, Robert Harding, Chema Lumbreras, José Melguizo, Sebastián Navas, Cayetano Romero, José Seguiri, Beato, Mota, entre otros.
Además, en estos momentos pueden disfrutar de una exposición temporal cuyo discurso expositivo versa sobre la pinacoteca municipal del ayuntamiento de Linares. Su nombre es “Redescubriendo. Exposición del patrimonio pictórico del ayuntamiento de Linares”, disponible hasta el 29/01/2021. Se trata de una selección de obras que participaron y fueron premiadas en los reiterados concursos de Bellas Artes que se celebraban en Linares. Sin duda, un trozo de nuestra historia que nadie debe perderse. Asimismo, debo añadir que recientemente Eduardo propuso un proyecto escultórico dedicado al torero y artista Palomo Linares cuyo coste será sufragado a través de actividades culturales y donaciones. Su ubicación estará frente a la puerta grande del coso de Santa Margarita y tendrá una altura de 5 metros. El escultor elegido para ejecutarla ha sido Antonio Polo. El ayuntamiento ya ha dado luz verde a este proyecto que esperan se finalice en un máximo de 2 años.
Reflexiones de una historiadora del arte
Aunque las actividades no cesan en esta nueva galería, seguimos apreciando un desinterés general ante un espacio de estas características. Es cierto que desde hace una década hasta hoy, Linares ha notado un impulso cultural gracias a unas jóvenes generaciones que han apostado por sectores culturales como el teatro o la música. Pero el ámbito de la historia del arte y de las Bellas Artes continúa estando en un segundo plano a pesar de los esfuerzos. En Linares, además de la galería de arte de Eduardo, contamos con organismos dedicados a las humanidades como, por ejemplo, el Centro de Estudios Linarenses (CEL). También contamos con el Archivo Histórico Municipal o la Biblioteca Pública municipal, lugar utilizado como espacio multidisciplinar desde 2017. Quizás falle la forma, pero considero que ya va siendo hora de que la historia del arte cale en el imaginario colectivo linarense. Es hora de dar un empuje eficaz a este campo. Ahora, más que nunca, toca apoyar nuestra razón de ser como sociedad. Nuestra identidad. Personas como Eduardo Palomares llevan luchando toda la vida contra viento y marea para mejorar esta situación cultural. Y continúa haciéndolo a pesar de los obstáculos. De lo que sí estoy segura es que se unirán más adeptos a esta causa. A mí, desde luego, ya me tiene asegurada.
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