EL ESPEJISMO DE LLUVIA 48 DÍAS DESPUÉS
Jaén se enfrenta a un episodio de sequía meteorológica, agrícola e hidrológica. La escasez de agua afecta a aspectos en los que el ciudadano ni se para a pensar. Analizamos algunos de estas consecuencias
"Cielos nubosos o cubiertos con probabilidad de precipitaciones ocasionales, que podrían ir acompañadas de tormentas en las sierras, tendiendo a cielos poco nubosos a lo largo de la tarde". Es la predicción de la Agencia Estatal de Meteorología para este sábado 21 de abril. Jaén cumple 48 días sin llover y en el cielo se abre un rayo de esperanza que en realidad es un espejismo; un oasis en medio del desierto en el que se está convirtiendo el mar de olivos. La sequía es más que preocupante y las consecuencias son nefastas. La escasez de agua afecta a aspectos en los que el ciudadano ni se para a pensar, pero sí a investigadores y expertos de toda índole, desde la economía al medio ambiente, pasando por el campo. Analizamos algunos de ellos.
Según el informe de Copernicus Climate Change Service, 2022 fue el segundo año más cálido registrado en Europa, con 0,9 grados por encima de la media. España finalizó el invierno con una sequía de larga duración. Las precipitaciones estuvieron ligeramente por encima del promedio normal, pero no fueron suficientes para paliar la situación de escasez prolongada.
Febrero de 2023 fue un mes muy seco y normal en cuanto a temperaturas mientras que marzo se colocó como el segundo mes de marzo más cálido del siglo XXI y, también, el segundo con menos lluvias del siglo actual. En lo que va del mes de abril no ha caído ni una gota, literalmente. En la demarcación hidrográfica del Guadalquivir, a la que pertenece la provincia, se encuentran en situación de "alerta" el área de abastecimiento de Jaén y el Rumblar. Además, el Salado de Arjona y Salado de Porcuna registran ya un estado de "sequía prolongada", según el último informe del organismo de cuenca.
Los embalses de la provincia tienen unas reservas del 27,59 por ciento, cuando el año pasado por estas mismas fechas estaban al 29,11. El que peor se encuentra es el Giribaile, con un 17,04 por ciento de su capacidad, mientras que el Guadalmena, con un 22,04, es el siguiente. En lo que va del mes de abril no ha caído ni una gota, a expensas de lo que pase hoy. Las precipitaciones acumuladas desde que comenzó el año hidrológico son de 263,1 litros por metro cuadrado. No solo los embalses están secos, también el subsuelo.
Y por si fuera poco, es posible que la próxima semana nos enfrentemos a un episodio de altas temperaturas muy inusual para la época del año, pues incluso podrían superarse a 34 o 35 grados en puntos de la mitad sur, según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología. Son temperaturas de finales de junio o comienzos de julio en abril. Por su parte, Meteored alerta de un "episodio histórico" por temperaturas que rozarán los 38 grados en el valle del Guadalquivir. Jaén se enfrenta, pues, a un episodio de sequía meteorológica, agrícola e hidrológica.
LA SEQUÍA AGRARIA
Los principales efectos se encuentran en el campo. En el año hidro-meteorológico, con precipitaciones inferiores en más de un 40% respecto a las habituales, se mantiene el carácter muy seco. Dado el escaso volumen de lluvias, se encuentran en sequía extraordinaria las comarca agraria del sur de Jaén. Además, en sequía moderada o severa Sierra Morena, de acuerdo con el informe de marzo de la Red de Información Ambiental de Andalucía (Rediam).
Todos los cultivos van a verse afectados, no solo por los recortes de este año, sino por el déficit que arrastran de la campaña anterior como consecuencia de una situación que recuerda a 1995. En la zona del Bajo Guadalquivir y Cádiz, van a dejar de sembrarse el tomate de industria, otros hortícolas como zanahoria, brócolis, coliflores…también se está dudando sobre si sembrar algodón, típico de estas comarcas, por la falta de agua. Los árboles necesitan ya riego para poder tener producción en la próxima campaña y están peligrando cultivos de invierno como remolacha, ajos y cebollas, que se perderán si no llueve en los próximos días.
En Andalucía, el cereal ya se ha perdido a excepción de aquellas zonas más frescas, donde la producción puede llegar como mucho al 30%. El girasol está a punto de florecer, pero a causa de la sequía tienen un porte muy pequeño, siendo muy limitada la producción. La leguminosas se encuentran en situación crítica.
La ganadería extensiva, principalmente la cabaña ovina, es otra gran perjudicada por la sequía. Si no llueve no hay pastos para poder alimentar a las ovejas y esto obliga a que los ganaderos tengan que recurrir a la compra de pienso y forraje para mantener a sus animales. Una situación muy similar es la que atraviesan los apicultores. La falta de vegetación y floración en los montes impide que las abejas puedan alimentarse y producir miel. Y con esta, sería la tercera campaña sin cosecha para estos profesionales.
Este panorama tiene consecuencias directas para el bolsillo de los jiennenses. La industria de alimentación y bebidas frenó su crecimiento en 2022 debido a la situación inflacionista en el país y en los mercados exteriores. El aumento de los costes productivos a causa del agudo aumento del valor energético, de los transportes y de las materias primas, entre otros factores, han limitado la trayectoria positiva del sector.
Es una de las principales conclusiones que se desprende del Informe Económico de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) que augura un escenario de incertidumbre para este 2023. Al escenario inflacionista se suma además otros elementos determinantes como la sequía, devolviendo una mayor inestabilidad a la actividad de la cadena alimentaria. La escasez de lluvias en marzo y abril hacen pensar en malos escenarios. El propio secretario general de Agricultura y Alimentación, Fernando Miranda, entiende que el problema en el campo podría reflejarse en los precios de mercado, al disponer de una oferta más escasa. La preocupación de Miranda se fija en los productos que se cultivan en España como el aceite, los cítricos o la fruta de hueso.
¿QUÉ PASA CON EL OLIVAR?
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir mantiene abierto, hasta el 9 de mayo, el plazo para solicitar los riegos extraordinarios al olivar y al resto de la arboleda para la campaña 2022-23, que fueron acordados el pasado lunes en el Pleno de la Comisión de Desembalse con una dotación de 400 metros cúbicos por hectárea. Los solicitantes deberán cumplir una serie de requisitos, como que hayan sido beneficiarios de riego extraordinario en alguna de las tres últimas campañas, siendo suficiente con haberlo sido en una de ellas.
El organismo de cuenca aprobó días atrás un desembalse de 385 hectómetros cúbicos para el riego de los cultivos del Sistema de Regulación General, así como 700 metros cúbicos por hectárea para los cultivos de mayor consumo de agua. Supone una reducción de casi el 90% respecto a su dotación concesional. También se acordó que la campaña de regadío termine oficialmente el 30 de septiembre si no cambian las circunstancias pluviométricas y de reserva de agua en los embalses, aunque durante este mes el Comité Permanente de la Comisión de Desembalse podrá adoptar la decisión de realizar desembalses auxiliares en octubre, fundamentalmente para la arboleda.
Con estas perspectivas, el olivar afronta una campaña adelantada en, al menos, dos semanas. El árbol ya está en flor y lo demuestran las concentraciones de niveles de polen. Los últimos datos del Hospital Universitario de Jaén del viernes apuntaron a 2.100 granos por metro cúbico; es decir, una situación extrema.
Fitopilas es una empresa de asesoramiento agrícola y explica, a la perfección, qué está pasando. "Estas condiciones climatológicas y el estado fenologico actual del olivo nos lleva a hablar de estrés hídrico y térmico". El olivar se encuentra en el estado fenologico de floracion, lo que produce un importante gasto energético para la planta que, junto con la pérdida de energía en amortiguar el estrés hídrico y térmico, componen una gran pérdida de producción para el buen desarrollo de la floración.
"Tenemos que luchar contra tres factores: estrés biótico (plaga prays), estrés abiótico (térmico e hídrico) y caída fisiológica natural de flores y fruto recién cuajado del olivo". ¿Cuáles son las opciones? Según Fitopilas, hay dos: "dejar nuestro cultivo a su libre albedrío y a su suerte o ayudarle en lo que esté en nuestra mano con fitosanitarios para luchar contra prays y nutricionales para lucha contra el estrés basados en algas (ricas en manitol) y/o aminoácidos (ricos en prolina y glicina)". "Se presenta un año difícil si no llueve pronto".
Desde la Denominación de Origen Sierra de Segura se advierte de que durante la brotación y la floración de los olivares, las condiciones climatológicas pueden suponer un punto de inflexión en el desarrollo de la próxima campaña. "Esta es la etapa más crítica del olivo, puesto que los cambios bruscos de temperatura y/o la abundancia de lluvias pueden dañar al posterior fruto", reconocen. Teniendo en cuenta que solo entre el 1 y el 2% de las flores se acaban convirtiendo en aceituna, cuanta más flor sana haya, más posibilidades hay de que la campaña siguiente sea un éxito.
OTROS EFECTOS Y PROPUESTAS
El agua es de vital importancia para el planeta y el ser humano. Tal y como advierte el Gobierno en su plan "Estrategia España 2050", será más cálida, árida e imprevisible que la de hoy. Si no adoptamos medidas contundentes, las sequías afectarán a un 70% más del territorio. Los incendios y las inundaciones serán más frecuentes y destructivos, sin olvidar que el nivel y la temperatura del mar aumentarán. Esos efectos se notan ya. En 2021, el Infoca actuó en marzo 18 veces. En este mes de marzo de 2023 lo ha hecho 94 veces, cinco más. "Estamos hablando de un incremento superior al 400% en el número de actuaciones", ha advertido esta semana la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa, Antonio Sanz.
Sectores clave como la agricultura o el turismo sufrirán daños severos. Además, añade, que se registrará un empeoramiento de la calidad de nuestras masas de agua provocado por procesos de salinización (asociados a la subida del nivel del mar) y la concentración de productos contaminantes.
El agua está en los cimientos del sistema productivo. Pero las consecuencias de las sequías no solo se limitan a la pérdida de producciones agrícolas y tierras para el ganado, con la consiguiente pérdida de ingresos y alimentos y un encarecimiento de los mismos como consecuencia de la ley de la oferta y la demanda. Una situación prolongada se puede derivar en pérdida de la biodiversidad o lo que es lo mismo, la reducción e incluso extinción de especies vegetales y animales. Trae consigo tormentas de polvo, por la desertificación y erosión.
Ante este panorama, todo el mundo tiene algo qué decir. Todos los afectados por la escasez de agua quieren dar su opinión y conseguir 'salvar' en la medida de lo posible a su sector. La Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua) pide un plan de medidas paliativas y compensatorias de tipo económico y fiscal, como la condición de cánones y tarifas de riego para 2023, las exenciones de IBI’s. Junto a éstas, se pueden adoptar otras, a su modo de ver, para aliviar el daño que sufrirá el regadío y el sector agrícola en Andalucía. Entre ellas, la disponibilidad de pozos de emergencia para poder salvar los cultivos de arboleda, o la agilización de otras herramientas de cesión de derechos del agua, para facilitar el mejor uso posible de los escasos recursos disponibles.
Desde UPA se propone una planificación hidrológica eficaz que debe tener tres ejes prioritarios: la mejora de las infraestructuras existentes, la redistribución social de los recursos y el fomento del ahorro y la eficiencia en el uso del agua. "Lo que, en definitiva, supone desarrollar una gestión eficaz y socialmente justa del agua, reforzando el control público de su uso y de su calidad y potenciando la participación y corresponsabilidad de regantes y usuarios”, como defiende el vicesecretario general de Desarrollo Rural, Agua y Acción Sindical de UPA Andalucía, Roque García.
Ahora, pues, toca tomar medidas y hacerlo con la hemeroteca en mente y recordando qué paso en las peores sequías vividas en España. La primera (1749-1753) llegó a secar el río Tormes según los escritos y documentos que existen. Afectó a la mitad septentrional que es, por lo general, la más húmeda. A la vez que se secaron ríos en el norte, en el 1752 se produjeron riadas en el Guadalquivir, algo que muestra el gran contraste que existió.
La sequía de 1944-1946 en una de las peores que se recuerda. Ríos como el Ebro perdieron casi su caudal y el rio Manzanares, en Madrid, desapareció por completo con importantes cortes de agua en la capital. Años después, en 1949, Nuestro Padre Jesús salió en rogativa por el agua, igual que hará el próximo 1 de mayo en Jaén. Según la Agencia Estatal de Meteorología, el porcentaje de precipitación de ese momento fue el más bajo que se ha registrado entre el año 1940 y 2003.
Otros episodios destacados, según el Monitor de Sequía del CSIC, fue entre 1979-1983 y 1991-1995. Durante estos años, en especial los tres primeros, los recursos hídricos estaban al 28% de su capacidad habitual y en 1995 se redujeron al 15%. Esto provocó graves restricciones y cortes de agua. La más reciente es la de 2017. El mes de septiembre de ese año fue el más seco del siglo XXI con solo 15 litros por metro cuadrado, un 33 % de la media.
Galicia y Castilla y León fueron las comunidades más afectadas, que vieron una disminución importante de las lluvias habituales. Hubo cortes de agua, subió el precio de algunos alimentos y del propio agua y muchos animales se quedaron sin comida. Hasta el precio de la luz se disparó a causa de sequía. ¿Qué pasará ahora?
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