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"El monologuista de Jaén tiene que salir de Andalucía"

Por Fran Cano - Agosto 12, 2018
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El monólogo fue un hallazgo en la adolescencia para Rafael Frías Gómez (Frailes, 1986). Fueron años en los que aprendió a tocar la flauta travesera y coqueteó con el rap amateur. Hay un pálpito cultural innegable en un hombre de números, pues es licenciado en Economía y Dirección y Administración de Empresas.

Aquel adolescente es hoy un treintañero con trayectoria en el ámbito del monólogo. Rafa Frías es una marca que crece al ritmo de las publicaciones de su blog, Viajes con Humor, y de los galardones que acumula en certámenes nacionales. Se ha animado a emprender, y lo hace porque quiere ajustar las visiones que tiene de cómo vivir y de cómo trabajar. El humorista nos abre su jardín, junto a la piscina de la casa de sus padres, en Frailes. Es un lunes al sol, de temperaturas próximas a los 40 grados, pero la sombra mejora la escena. Él ya entiende bastante de escenas.

—¿Siempre le llamó la atención el monólogo?

—Siempre siempre, no. Porque no conocí el monólogo hasta los catorce o quince años, cuando un amigo empezó a hablarme del tema. Entonces existía El Club de la Comedia original, y lo veíamos en El Rincón del Vago, dado que no había aún Youtube. Empecé a ver monólogos esporádicamente. De niño veía programas como No te rías que es peor, un formato que estaba más adaptado a chistes de toda la vida. El monólogo se introdujo en España mucho más tarde.

—¿Cómo se dio el interés por formarse?

—No tengo ninguna formación específica en monólogos. El aprendizaje ha sido a base de prueba y error. Ahí se tiene que dar el que se te dé bien y que nazcas con cierta gracia. Que tengas interés en investigar también influye. Me he formado en ramas más teatrales. Estudié teatro puro en Málaga, donde empecé con los monólogos. Ahí sí que me llamó el interés por formarme. Es más bien formación actoral. Y cuando llegué a Madrid sí quería apuntarme a cursos de comedia, pero me hablaron del teatro de improvisación, y me focalicé. Es una especialidad que me ha aportado mucho en el tema de los monólogos.

—Debutó en el Teatro Cervantes de Málaga. ¿Qué recuerda?

—Recordar recuerdo poco. Estaba tan nervioso que no me acuerdo prácticamente de nada. Llegué al Cervantes muy perdido. Era la primera vez que hacía algo así, y me dejé llevar. Coincidí con gente con más experiencia. Conocía y preguntaba, pero fue algo en plan 'estoy aquí, y voy hacia donde me digan'. Cuando salí, sí que recuerdo que me tiré toda la actuación mirando al suelo y moviéndome de un lado a otro. El del foco estaba loco conmigo. Lo tuve que hacer bien, porque me dieron un segundo premio. O el resto lo hizo muy mal —ríe—. Y a partir de ahí fue como un punto de partida muy bueno. Actuar delante de tanta gente me sirvió mucho.

"ME GUSTARÍA HACER DRAMA EN FORMATO VÍDEO"

—El monólogo está muy relacionado con el teatro. ¿Le gustaría saltar del humor al drama?

—Por supuesto. En el teatro no me llama tanto la atención hacer algo de drama. El de improvisación no hay tanta gente que lo conozca. Las escenas se hacen con información que da el público y se crean en el instante. Eso te lleva a que la mayor parte de los espectáculos de impro sean cómicos. Nosotros tenemos una compañía en Granada llamada Propón Teatro, y nuestros espectáculos son cómicos. Ocurre que la 'impro' te lleva a un estilo denominado long form: teatro improvisado de hora y media. Aquí cabe el drama perfectamente, aunque el público está más acostumbrado a la comedia. Es drama creado en el instante. Y sí que me llama la atención. Me gustaría también hacer cortometrajes, sketches y poner a pruebas mis habilidades interpretativas en el formato vídeo.

—Ha actuado y logrado premios en diferentes ciudades de España. ¿Cómo está la escena del monólogo y de la comedia en Jaén?

—En general en Andalucía la cosa está un poco parada. A la hora de actuar tienes dos opciones: o te representas como comercial y sales a buscar bolos, o cuentas con empresas que llevan artistas a diferentes sitios. En Jaén, según he captado tanto a partir de mi experiencia como de colaboraciones con empresas, hay poco movimiento, igual que en el resto de Andalucía. Siendo andaluces tenemos que ir a actuar fuera, porque es donde hay más movimiento. ¿Por qué? No lo sé. No sé si hay desconocimiento; no sé si hay gente interesada en hacer monólogos, pero no sabe contactar con el cómico o con las empresas; no sé si es culpa nuestra de no hacer el suficiente marqueting. Sí que creo que hay mucho trabajo por hacer.

—Alguien que empiece en Jaén debe mentalizarse ya no solo para salir de la provincia, sino de Andalucía.

—Correcto. Correcto. A todo el que comienza le recomiendo que busque concursos. Así viajas por España y te enfrentas con diferentes públicos. Yo tengo mi texto, que para mí es gracioso y para ti quizá no lo sea, porque el humor es lo más subjetivo del mundo. Es bueno testar tu texto en diferentes lugares para ponerlo a prueba. Los concursos sirven también para conocer a otros compañeros. En Andalucía hay que incentivar tanto concursos como espectáculos. Se puede juntar a varios cómicos para un espectáculo, por ejemplo. Hay mucho trabajo que podemos hacer.

—Y del público jiennense, ¿qué impresión tiene comparado con otros?

—Los públicos son diferentes más allá del sitio. Dentro de Jaén, hay diferencias notables incluso entre pueblos cercanos. Mi experiencia me dice que el público jiennense es respetuoso y agradecido. Nosotros siempre decimos lo mismo: tú te puedes reír más o menos, aplaudir más o menos, pero como espectador debes respetar mi número. El cómico hace su trabajo, su interpretación, y merece respeto. Que gusta, genial. Que no, pues a ponerlo verde en redes sociales. Valoramos mucho el respeto, y el público de Jaén es muy agradecido: te dice lo que le gusta.

"ME LIBERÉ AL ACTUAR EN MI PUEBLO"

—¿Es más importante el texto que la ejecución del contenido?

—Es como preguntarnos si es mejor el coche de Fernando Alonso que él como piloto. Tan importante es un buen texto como saber defenderlo. En El Club de la Comedia es común disfrutar de textos buenos escritos por guionistas que son interpretado por actores. Se puede dar que el texto sea flojo y el actor, muy bueno, y lo contrario. Todo se compensa. Hay que buscar un buen texto y una buena actuación. Yo soy muy pro de jugar con el acting. Los silencios y movimientos en escena enriquecen al texto.

—En sus comienzos prefería no actuar en Frailes, su pueblo, y después acabó organizando un certamen nacional en el municipio. ¿Cómo ha sido el proceso para el cambio?

—Efectivamente yo era muy reacio a actuar en mi pueblo. Por un lado me pesaba eso de 'nadie es profeta en su tierra'. Y luego tenía paranoias mentales que uno se organiza: el público tiene unas expectativas y si no cumplo con ellas en mi localidad, me siento dolido. Son paranoias mentales que uno se forma. El tiempo va pasando, y me di cuenta que la gente de Frailes pedía que yo actuara aquí. Uno crece, madura, se hace profesional y anula el miedo. Yo tengo mi producto y quien quiera comprármelo, me lo compra. Volvemos a eso. Al ser el humor tan subjetivo no puedo cumplir con tus expectativas si tu estilo de humor es un poco más negro y el mío es más suave, más blanquito.

—¿Ha sido una liberación actuar en su pueblo?

—Sí, sí. Me he sentido liberado, y el feedback recibido ha sido tan bueno que hay ganas de seguir haciendo cosas.

–¿Qué balance hace del certamen?

—Fue un éxito absoluto. Los cómicos participantes se fueron sumamente contentos con el público y con la organización. Las empresas patrocinadoras también aprovecharon la oportunidad para vender y dar a conocer sus productos fuera del pueblo. El balance es genial. En la final, la concejal Encarnación Castro me animó a seguir haciendo más ediciones, y el año que viene nos sentaremos para hablar. La idea es conseguir un concurso que sea referencia. El nivel de cómicos es difícil de repetir, pero estamos en ello.

"HAY QUE ELIMINAR LA BUROCRACIA EN EL CAMINO DEL EMPRENDEMIENTO"

—Usted es más de números que de letras. ¿Hay humor en la economía?

—Hay mucho humor, solo hay que ver las crisis económicas —bromea. En todo hay humor. Y en la economía, claro. En teorías que no cuadran; en el mundo de la empresa hay humor. Y ahora hay tendencias para aplicar el ámbito del humor al mundo de la empresa. Todo está tan conectado que ambos ámbitos se retroalimentan.

—Ha vivido en Málaga, Varsovia, Granada, Madrid y Sevilla. ¿Se siente más animal de ciudad que habitante de pueblo?

—No, no. Me siento de pueblo y me enorgullezco. Alguien de la ciudad que se muda al pueblo lo pasa peor, porque está muy acostumbrado al bullicio y a las actividades. Y en el pueblo se aburre. Todos queremos la naturaleza y a todos nos gusta el campo, pero si alguien de la ciudad llega al pueblo, la adaptación le cuesta mucho más. Nosotros, los de pueblo, nos adaptamos mejor. Tienes la tranquilad del pueblo en el cuerpo y te sabes adaptar a la ciudad. Y claro que hay ejemplos de lo contrario: gente del pueblo que no puede vivir en una ciudad. En mi caso, sé adaptarme muy bien, pero creo que es mi condición. Me gusta conocer y tengo curiosidad. Dicho esto, a Frailes siempre hay que volver para oxigenarse.

—Si le pregunto por trabajo, ¿se imagina en Jaén o fuera de la provincia?

—Yo he iniciado un proyecto de marketing digital como freelance. Quiero adaptar una forma de trabajar a mi forma de vida. Así puedo trabajar donde quiera como quiera. Me basta con un ordenador y con tener conexión a internet. Ahora estoy en una etapa de mi vida en la que no busco una estabilidad o una ubicación fija. Estoy abierto a viajar y me interesa conocer distintos destinos. A día de hoy no me planteo ni estar en Jaén ni en otro sitio concreto. ¿A largo plazo? En el pueblo se está muy bien, pero estoy tan focalizado en este estilo de vida que prefiero no plantearme nada del futuro.

—¿Qué tal emprender?

—Me está dando un aprendizaje brutal. Antes de emprender, tú tienes tus ideas en la mente. Idealizas el camino y tal, pero cuando empiezas te das cuenta de que es muy duro. En este país partíamos de un momento en el que no había tanto desarrollo enfocado hacia los emprendedores. Hay muchísimo camino que recorrer. Damos pequeños pasos, pero aún son insuficientes. Toda ayuda que reciba el emprendedor es poca. Por cada paso que das salen pegas y problemas. El camino tiene que suponer aparcar problemas y favorecer a los emprendedores, que somos, creo, el 90 por ciento del tejido empresarial de este país. Debemos apostar por los emprendedores, y hay que reducir la burocracia. Hay que ir con los nuevos tiempos, con la era de internet. Es parte del aprendizaje que me estoy llevando.

—¿Cuánto lleva con su proyecto?

—Terminé el master en Sevilla en noviembre del año pasado. La idea surgió en el posgrado, y me puse en serio a partir de enero de 2018. Ahora tengo un trabajo constante de conocer clientes.

—Le van a crecer las ojeras. 

—Sí, ya las tengo.

—¿Ha conocido a mucha gente sin sentido del humor?

—He conocido a muchísima gente sin sentido del humor. Me parece muy triste. Y lo peor es que tendemos hacia una disminución del humor por el tema de la indignación por todo. Es un fenómeno para estar en alerta. No podemos tener el hacha de guerra levantada siempre, y sobre todo en redes sociales, donde tan valientes somos todos. Saltamos a la mínima.

Le pongo un ejemplo. Cuando empecé mi blog seguía a otros colegas a través de Twitter. Un día me escribió una señora para decirme: 'Por favor, deja de seguirme, porque mis viajes no tienen nada que ver con el humor'. Aquello me pareció súper triste. Primero, porque esa señora no conocía el funcionamiento de Twitter: que yo te siga no quiere decir que esté ahí encima tuya. Y si te sigo es porque tu contenido me interesa, de modo que deberías sentirte halagada por eso. Pero su reacción fue muy triste: estar ahí a la defensiva para que no se le vincule con cualquier cosa relacionada con el humor. Es respetable, pero muy triste: si no ríes, tu alma está muerta.

—Se lo pregunté a dos raperos de Martos a raíz del caso de Valtònyc. En vuestro ámbito, en el humor, ¿también podéis caer en la autocensura por miedo a represalias?

—Puede pasar, claro. Encima del escenario interpretas un papel. El problema es que alguien del público puede pensar que todo lo que haces es verdad. Y no es así. Si en una obra de teatro hay un violador o un ladrón, no quiere decir que el actor lo sea en su vida. Hay que entender que en el humor siempre ha sido una crítica. El público inteligente valora ese trabajo.

—¿A usted le ha influido en algún texto?

—Claro. Hay temas en los que prefiero no entrar. Sé que son polémicos y sé que hay mucho público que se lo va a tomar tan en serio que me va a suponer un problema. Sabiendo que puedo hacer un humor por otro camino, pues sigo por ahí. Hay otros cómicos con estilo más agresivo o provocativo. Pero es su personaje. Y quien apuesta por ahí, debe seguir si no quiere perder a la gente que se enganchó a él en base a ese estilo provocador. Yo tomo la decisión de no entrar en ciertos temas para ahorrarme calentamientos de cabeza.

Vídeo y fotos: Antonio Anguita.

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