El origen de ElPozo campeón

Duda era el que llevaba las cuentas en las partidas de pocha. No tenía que hacerlo, pero uno no puede reprimir su naturaleza estudiosa y calculaba cuánto dinero ganaba este, cuánto debía el otro y cuáles eran las cartas que faltaban. Como un ordenador. “Nos metíamos con él porque tenía presente cada detalle de forma precisa”, cuenta Pato, uno de los nuevos integrantes de la plantilla que puso la primera piedra para cambiar la historia del ElPozo Murcia en 1995, el año de su primera Copa de España. El buen ambiente en el vestuario llamó a los títulos y de ahí se empezó a escribir el éxito. Pero ¿qué pasó? Tomas Fuertes acumulaba algún que otro año invirtiendo para quesu equipo lograra rascar finales a los poderosos Interviú y Castilla-La Mancha, como muestras son las contrataciones de Julio César y Fabinho, dos nombres de relumbrón en la incipiente historia charcutera. Los determinantes, sin embargo, fueron otros hombres: arribaron a Murcia el ya mencionado Pato, Santa, Duda y, cómo no, un detalle nimio llamado Paulo Roberto. “Era Dios. Ha sido el jugador que dio al fútbol sala español el salto de calidad, de marketing, de todo. Hubo una época en la que preguntabas a 100 personas en cualquier parte de España quién era el mejor y 90 y tantos decían él”, asegura Ricardo, el guardameta titular de aquella temporada, convencido de que la espectacularidad del hispanobrasileño fue crucial para que el paso del Príncipe de Asturias al Palacio de los Deportes (con el triple de aforo) no fuera un paso traumático en la temporada 1994/1995. Y no lo fue, recuerda el entrenador de aquella plantilla, Miki, que había llegado en el mercado de invierno de la campaña anterior con un juego de cuatro fresco, fortaleciendo la estrategia y con ideas novedosas: “El Palacio estaba completamente lleno. Entrada alta no, altísima. Espectacular. Tenía una plantilla muy competitiva, aunque había que profesionalizar el club en algunos aspectos. Fue ese año cuando el ElPozo empezó a ser favorito a ganar”. El club charcutero llevaba tiempo haciendo las cosas bien y necesitaba una confirmación de que iban en el buen camino. “La marca Paulo Roberto vendió muchísimo. Empezamos a jugar un buen fútbol sala, que daba espectáculo y la gente se enganchó”, prosigue Pato. Miki atina a que Paulo Roberto fue “el jugador más decisivo que jamás haya entrenado” y que fue “el reclamo”, pero no olvida que eran un equipo, que fueron cumpliendo objetivos, que ganaban, y que la afición crecía junto a ellos. “Creo que todos sabíamos que era nuestra oportunidad, teníamos más ansiedad que incertidumbre por ganar y quitarnos el lastre de no haberlo hecho nunca y de no tener un título importante en las vitrinas. El club, como entidad, lo necesitaba”, precisa Ricardo. 

Puedes leer el texto en el libro Sueños de fútbol, de Antonio Pulido.