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El Rosario Magno en cifras: un río de fe que desbordó la ciudad

Por Esperanza Calzado - Octubre 07, 2025
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El Rosario Magno en cifras: un río de fe que desbordó la ciudad

Más de 2.200 costaleros, 25 bandas y 54 autobuses convirtieron a Jaén en un escenario de fe y logística sin precedentes durante la Procesión Magna

La capital jiennense se convirtió el sábado en un latido colectivo. Desde la mañana, las calles se fueron llenando de fieles, de curiosos. El Rosario Magno pasará a la historia de la ciudad y con él unas cifras que desbordaron todas las previsiones.

La Diócesis de Jaén ha sido la encargada de cuantificar esa devoción desbordada. La Eucaristía celebrada en la calle Virgen de la Cabeza reunió a más de 2.000 personas, y a lo largo del recorrido oficial, 6.000 sillas distribuidas con cuidado fueron ocupadas hasta el último asiento, mientras miles de espectadores se apiñaban en cada esquina para contemplar un desfile de devoción y arte que parecía no tener fin.

Veinte cortejos, cada uno con cerca de sesenta personas, se entrelazaron con los 2.225 costaleros que portaron las imágenes, mientras veinticinco formaciones musicales inundaban la ciudad de sonidos que acompañaban el paso de la historia y de la fe. Autobuses, coches y un aumento del 238 % en los desplazamientos reflejaron la magnitud logística de una cita que, más allá de los números, se sintió como un río de esperanza desbordando calles y plazas.

En la Avenida de Madrid se concentraron entre 18.000 y 20.000 personas, que se suman a las multitudes que abarrotaron la Plaza de San Francisco, la Carrera de Jesús y otras calles del centro, presenciando con silenciosa admiración los encierros y retornos de imágenes tan queridas como el Resucitado de Martos o la Columna de Úbeda. La ciudad entera pareció transformarse en un corazón latiendo al unísono, con hoteles colgados de lleno y bares rebosando vida, mientras la memoria de los asistentes se impregnaba de luz y sonido.

Al cierre del día, la sensación de los organizadores y de quienes participaron fue clara: cada cifra, cada paso, cada nota musical y cada mirada compartida no era solo un dato más, sino un testimonio de que la esperanza puede medirse en emociones. 

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