ElPozo Murcia vence al Olivo Arena
Los murcianos derrotan al Ribera Navarra y se clasifican para las semifinales de la Copa de España a pesar de tener varias aficiones en contra
De ilusión se vive cuando se llega a un torneo tan emocionalmente definitorio como la Copa de España. Las dinámicas resultan esenciales para lo bueno y para lo malo. El ElPozo Murcia llegaba a Jaén no sólo en el peor momento de la temporada, sino con todas las aficiones presentes en el Olivo Arena en contra. La efervescencia del Ribera Navarra era contagiosa y crecía la empatía en los prolegómenos. Sin embargo, a veces terminamos olvidando que la experiencia pesa (y mucho). Así ocurrió en la tarde de este viernes.
La afición no lo es todo y, a pesar de que los tudelanos eran mayoría en la grada, no pudieron evitar que se detuviera la magia de Fernandito. El granadino, cuyo rendimiento esta temporada no había recibido bellas palabras, superó a Adrián Pereira con un sombrero magistral y terminó de embocar con la cabeza. Sólo habían pasado dos minutos, suficientes para que empezara a rebotar en el Olivo Arena aquello de “La Ribera nunca se rinde”. A los seis minutos, sin embargo, estaba un poco más cerca de hincar rodilla. Anás perdió una bola en área propia y Taynan sacó el instinto que le caracteriza: oler todo lo que sea miedo. Pato pidió tiempo muerto para cortar la hemorragia.
A pesar de los golpes, el Ribera Navarra es alérgico a perder su estilo incluso si está cerca de besar la lona. En ocasiones es una apuesta efectiva y, en otras, no tanto. Pereira no ocultaba su deseo de abandonar la zona de confort, que podría ser toda la cancha, como si fuera un renacuajo resbaladizo. Con esmero y esfuerzo iba entonándose el equipo navarro, que no sólo tenía a una afición a favor (la suya), sino que la local (la jiennense) se sumaba a los cánticos. Gabrielzinho hizo sudar por primera vez a Molina. Después vino Uge. Y luego Pintinho. Algo se barruntaba. Era el gol de David: “Sí, se puede”.
Lo bueno del ElPozo Murcia es que pueden o no ser poderosos, pero lo aparentan. Taynan, Rafa Santos o Gadeia son deportistas de tal magnitud que convierten cada pelota en veneno. Y eso tiene un precio por el que se ha pagado. Así llegaron con la ventaja del 3-1 al descanso.
La consigna tras la vuelta de los vestuarios era clara: había que orientar el partido hacia el arco charcutero y convertir las acciones del ElPozo en intentos. Y así fue: David se topó con Molina en la culminación de una combinación al primer toque. Volvía a barruntarse la sensación de la primera parte, con un ElPozo que le bastaba con “estar”. Y Taynan. El ElPozo, en apariencia, no “hacía nada”. Sin hacerlo, ya ganaba 4-1.
La obligación del portero-jugador era patente. El riesgo, también. Había que hacer algo distinto. Las ocasiones llegaban, pero el tiempo se acababa. El Ribera se encomendaba a un gol que volteara a su afición (incansable) y su ánimo. Una chispa a contracorriente que sólo arribó en uno de los ocho minutos que dispusieron del juego de cinco. El tanto fue de Terry.
Finalmente, la lógica se impuso y ElPozo puso los dos pies en la semifinal de este sábado como lo hacen los equipos de toda la vida, los “grandes”: con un gesto impertérrito, inamovible. De campeón.
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