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¿Eres emprendedor o empresario?

Por Juan Alberto González - Abril 23, 2022
¿Eres emprendedor o empresario?
Foto: Pixabay.

Personalmente defino al emprendedor como "aquella persona que identifica una oportunidad de negocio y organiza los recursos necesarios para ponerla en marcha". Es habitual utilizar éste término para designar a una persona que crea una empresa, o a alguien que empieza un proyecto por su propio entusiasmo.

Y al empresario, lo defino así: “Persona física o jurídica, titular de una empresa, individualmente o asociado, y con capacidad de crear, desarrollar, innovar y hacerla funcionar, asumiendo riesgos en la realización de una actividad económica, comercial y/o de desarrollo de un producto o servicio, para satisfacer una necesidad o deseo existente en la sociedad, a cambio de una utilidad o beneficio”.

En mi opinión, e interpretando estas definiciones, el emprendimiento es la fase de formación, desarrollo y crecimiento de un futuro empresario. El emprendedor es un empresario en potencia. ¿Podemos calificar al emprendedor como un “futuro empresario”?

Emprendedor y empresario no es lo mismo, pero indudablemente comparten o tienen en común muchos aspectos. Ambos buscan nuevos retos, nuevos objetivos, trabajan para cumplirlos. Ambos buscan oportunidades de negocio, pero con distinta visión.

Para ser emprendedor se requieren unas cualidades y habilidades especiales, principalmente de índole personal como son, la creatividad, responsabilidad, iniciativa, capacidad para asumir riesgos, capacidad de sacrificio, saber trabajar en equipo, y que sea innovador. Y el empresario, estas mismas cualidades las complementa con otras más de índole social, como tomador de riesgos económicos, gestión de equipos, toma de decisiones más globales, de responsabilidad social, de enfrentarse con determinación a acciones difíciles...

Es decir, un empresario, aunque sigue llevando al emprendedor dentro y sigue emprendiendo, fue un emprendedor en los momentos iniciales. Por eso difícilmente la sociedad le elimina esa etiqueta. Pero por desgracia, todos los emprendedores no llegan a empresarios.

Reitero mi opinión de que el emprendedor es aquel empresario individual en formación, o microempresa en proceso de desarrollo, que, ultimada y obtenida la “madurez”, alcanza la categoría de empresa y en consecuencia de empresario. ¿Comparten mi opinión? ¿Por qué no denominamos a cada figura por su nombre?

¿Y cuál es la realidad que nos encontramos? En mi amplia experiencia como sénior de Secot asesorando a emprendedores como mentor, me he encontrado con la misma situación. El emprendedor viene con una idea concreta de un proyecto, más o menos desarrollada, creyendo que con esa idea va a triunfar, aunque le cueste un tiempo, pero sin conocer, de verdad, a lo que se tiene que enfrentar.

Cuando se le explica lo que necesita pueden suceder varias cosas. Una primera opción es que al conocer lo que en realidad significa poner en marcha su idea no se vea capaz de hacerlo y prefiere pensarlo más para ver si le interesa seguir.

La segunda opción, que es la más habitual, es continuar con el proyecto y empezar a realizar el plan de negocio, para lo cual solicita nuestra ayuda. Y aquí se presentan, también, dos situaciones.

La primera es que, con nuestra ayuda, se vaya formando en las áreas en que su desconocimiento es mayor, generalmente las áreas económico financieras y comercial, lo que es natural, y empiece a trabajar con los datos que vaya obteniendo y con la metodología que se le proporciona y, poco a poco, se va viendo el panorama global de la empresa que se quiere constituir.

Eso se consigue a través, entre otros, del CANVAS y de los cuadros del DAFO y CAME, que nos permiten visualizar nuestras necesidades, fortalezas y debilidades, y amenazas y oportunidades del mercado.

La otra situación, que se suele dar también, es que el emprendedor pretende que el mentor le haga su plan de negocio y sus presupuestos económicos y financieros. Eso no es posible ni deseable por dos motivos.

El primero, aparte de que no es nuestra función, porque el que mejor conoce, se supone, cómo es su negocio, es el propio emprendedor, y es el que debe aportar, con ayuda del mentor, por supuesto, los datos necesarios para su elaboración.

El segundo es que una parte muy importante de la labor de mentoring es enseñar al emprendedor las técnicas necesarias para que cuando esté operativo pueda funcionar de forma autónoma, con toda la ayuda profesional, interna o externa, que necesite, para poder tomar sus propias decisiones con conocimiento de causa, con objeto de que la empresa se vaya consolidando y, en definitiva, que consiga el éxito que busca.

Cuando se crea esa conexión entre el mentor y el emprendedor, las posibilidades de que el proyecto sea viable aumentan, se genera confianza ante los terceros, instituciones, inversores, clientes, etc. Y así se facilitará su acceso al mercado en condiciones más favorables.

En cualquier caso, finalizo con una frase que me encanta: "No sobran 4,5 millones de desempleados, faltan 500.000 empresarios".

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