Guadalupe Lara o cómo emprender en tiempos del coronavirus
La joven arjonera apuesta por abrirse camino en su pueblo natal con una idea de negocio totalmente novedosa en el ámbito del mercado de abastos del municipio
Se llama Guadalupe Lara Caro, es de Arjona, licenciada en Bellas Artes y, a sus 24 años, le ha tocado tomar una decisión tan trascendental en la vida de una persona como seguir estudiando o tirar por otros caminos. Lo ha tenido claro: "Quería seguir, pero con todo esto del Covid-19 he preferido emprender", sentencia.
A esa edad muchos no tienen planes más allá del próximo botellón o sueñan con extender las alas y volar lo más lejos posible de su tierra natal; todo lo contrario que esta valiente joven cuyo proyecto vital y profesional pasa por Arjona sí o sí.
"Siempre he pensado en hacer cosas por mi pueblo, Arjona me gusta mucho; hoy en día da igual la localización, porque es todo on-line, pero la verdad es que he preferido emprender en mi pueblo, hacer algo nuevo", aclara. "Si quieres ser universal, habla de tu tierra", escribió alguien.
Con su título universitario bajo el brazo y una determinación a prueba de bombas, Lara Caro tanteó el universo empresarial urgabonense, barajó posibilidades y, finalmente, optó por desarrollar un proyecto de lo más creativo, acorde con su formación académica y su vocación artística.
Imagínate... ¡No, no es una invitación, es el nombre del negocio con el que aspira a ganarse la vida sin renunciar a sus raíces y, además, en uno de los corazones comerciales arjoneros: el mercado de abastos, un espacio en el que no abundan, precisamente, este tipo de propuestas.
"La plaza de Arjona no es que esté abandonada, pero hay cosas muy clásicas: la carne, el pescado... Cuando vi este sitio vacío hablé con el alcalde y me dijo: —"¿Crees que es el mejor para lo tuyo?". "Estaría bien —le dije yo— darle una nueva visión a las plazas de abastos, modernizarlas un poco, que entrara otro tipo de negocios, gente joven sobre todo". Eso es practicar con el ejemplo y lo demás, tonterías.
De casta le viene al galgo. Ha contado con la ayuda de sus padres, de su familia y con el consejo impagable de su hermano, curtido en el mundo empresarial dentro de un clan que no parece dejarse intimidar por los malos augurios económicos derivados del coronavirus.
No en vano, adquirir la maquinaria precisa, decorar el puesto del mercado, dotarlo de medidas de seguridad básicas o pagar el "asequible alquiler" del establecimiento ha requerido una "inversión importante". ¿Otro refrán? "Quien algo quiere...".
Desde su puesto, entre perfume de verdura y aroma de embutidos, la joven emprendedora personaliza "ropa, mascarillas, de todo, cualquier cosa que se pueda personalizar ", realiza detalles para bodas, comuniones, bautizos... Ella se lo guisa y ella se lo come, desde el diseño hasta la gestión empresarial, estampa o realiza la más mínima de las tareas que su trabajo implica.
"Estaré yo sola, y si de aquí a un tiempo la cosa va bien pensaré en contratar a alguien", aventura mientras celebra unos comienzos que no están mal del todo, con los tiempos que corren: "Llevo un mes vendiendo on-line, hasta que abra el puesto físico, seguramente la semana que viene, pero la cosa está yendo bien, no voy a hacerme rica pero las expectativas son buenas", celebra. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, reza otro viejo refrán.
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