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"La poesía y la música deben estar por encima de cualquier guerra"

Por Javier Cano - Abril 09, 2022
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"La poesía y la música deben estar por encima de cualquier guerra"

La última vez que este periódico conversó con Paco Damas, la pandemia era todavía un muro infranqueable que a duras penas permitía la proximidad con los músicos, las sensaciones que procuran los directos. Año y medio largo después, el artista se encuentra de gira con un repertorio que incluye textos de poetas ucranianas y rusas

En pleno proceso de preparación de su próximo disco, Invisibles (una segunda parte de sus ya célebres Sinsombrero, que publicará en otoño, en el que cuenta con la colaboración de grandes de la literatura y la música), el personalísimo cantautor tosiriano habla de guerra (y sobre todo de paz) para los lectores de Lacontradejaén.

—Las procesiones están a punto de tocar calle, señal de que la situación sociosanitaria se ha relajado bastante en los últimos tiempos. Y usted, ¿cómo regresa de estos años de miedo que parecen sacados de un cuadro de Roberto Matta?

—Con mucha ilusión. Retomar cierta normalidad y volver de nuevo a los escenarios, al público, está siendo muy bonito y, además, la gente está deseosa de este encuentro. Los conciertos están teniendo una muy buena acogida: todos hemos salido mucho más sensibilizados con algunas cuestiones que están en las cabezas de todos, y la gente responde con mucha emoción. Mis conciertos tienen mucho que ver con eso, con las emociones, con un mensaje que tiene que ver con un bienestar mejor para todos. Así que feliz de volver a los escenarios.

—Se decía, en plena crisis del coronavirus, que el mundo, que las personas saldrían mejores de esto. Sin embargo, las guerras que había siguen activas y hasta incluso se ha sumado un nuevo conflicto. 

—El ser humano tiene una condición, una parte llena de maldad, que es la que provoca esto que estamos viendo, y no solo hablo de la guerra de Ucrania, ya teníamos guerra en Yemen, en Siria... Luego está la otra parte de ese ser humano, que es capaz de coger un autobús, un coche o lo que sea y hacer cuatro mil kilómetros para traerse a personas. Bueno, uno quiere creer más en esa parte que en los sátrapas que son capaces de hacer la masacre que están haciendo. Me quedo con la parte buena, intento rodearme, entre mi público y en los escenarios, de buenas sensaciones, de buenas vibraciones, porque eso nos ayuda a ser más felices y a tener una convivencia más en paz. 

—En este contexto bélico, vuelve usted precisamente con una gira de Conciertos por la paz...

—En el año 2011 vio la luz un disco mío que se titula Que a todas las balas se les haga de noche. En ese disco hay varias canciones, para los refugiados, canción por la paz... Lo que he hecho es reactivar algunas de esas canciones en las redes sociales, y desde algunas instituciones me han pedido hacer ese Concierto por la paz, que nunca lo habíamos dejado pero que, por la situación que vivimos en estos momentos, tiene más sentido que nunca.

—Una gira en la que incorpora a su repertorio textos de poetas ucranianas y rusas. Una clara apuesta por la concordia a través de la música, ¿no?

—La poesía y la música tienen que estar por encima de cualquier guerra, y he tenido la oportunidad de incorporar al programa a dos poetas rusas y a dos poetas ucranianas, a las que canto no con el sentido de alguien que aprovecha la situación para hacer un homenaje, sino en la misma línea mía de trabajo de recopilación de voces femeninas, para ponerles voz a mujeres olvidadas que en sus propios países, por el hecho de ser mujeres, han sido deportadas. En definitiva, cantar a algunas de esas poetas y darles visibilidad. 

—¿Canta a poetas de ahora, como diría Alberti, o vuelve su mirada a clásicas de las literaturas rusa y ucraniana?

—Anna Ajmátova es la poeta más importante que ha tenido Rusia, fallecida como casi todas las que incorporo. Hay una poeta ucraniana que recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 2015, y voy a cantar una canción que te adelanto en primicia, porque no saldrá hasta dentro de diez días, Lágrimas por Ucrania: de Lesya Ukrainka, que murió a principios del siglo pasado. Vendría a ser la edad de plata de la poesia rusa, me encontré ese poema, lo musiqué, lo estamos produciendo en estos momentos y verá la luz a mitad de abril, en homenaje a todos los ucranianos y a la gente que sufre esta guerra. 

—¿Presenta mucha dificultad la poesía de la Europa del Este a la hora de su adaptación?

—He de reconocer que cuando me asaltó la necesidad de recuperar a estas mujeres, me metí en uno de esos líos que a mí me gustan, que es verme rodeado de poemas en ruso o en ucraniano, buscar traductores que me ayudaran, ponerles música... Mucho trabajo, pero forma parte de lo que me gusta, que es encontrar textos hermosos para poder acercárselos a la gente. En ese sentido es un trabajo hermoso, muy hermoso, pero que lleva tiempo. 

—Un par de preguntas más arriba, afirma con rotundidad que la poesía y la música tienen que estar por encima de cualquier guerra. Como sabrá, el conflicto ha traspasado las fronteras del campo de batalla para instalarse también sobre los escenarios, hasta generar división e incluso la imposición de vetos. ¿Le entristece esta situación, o se lo esperaba?

—La cultura está por encima de todo, la poesía y la música trascienden y estoy convencido de que ahora mismo hay rusos y ucranianos deseando encontrarse y abrazarse, son pueblos hermanos y lo han sido toda la vida. Esto es un sinsentido y no creo que la sociedad rusa esté completamente convencida de lo que está haciendo su dirigente. 

—¿Se imagina Paco Damas interpretar esos poemas recién incorporados a sus conciertos en tierras ucranianas o rusas, se le ha pasado por la cabeza?

—Precisamente en uno de los viajes recientes pensamos en la posibilidad de hacer un concierto en Polonia pero, ahora mismo, quizá lo que los refugiados necesitan no es un concierto, sino dinero, ayuda económica: un porcentaje altísimo de la venta de mis discos se está recogiendo para enviarlo a Ucrania. 

—Se ha comprometido usted con la causa hasta ese extremo, de una manera tangible.

—Tan tangible que ya llevamos una buena cantidad de dinero recogida, que entregaremos en Ucrania, ojalá que personalmente. Estoy en conversaciones con la Unesco para hacer una gira por la paz en diferentes países europeos. 

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