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"Jaén tiene muy buen gusto para el movimiento, aquí hay gracia"

"Jaén tiene muy buen gusto para el movimiento, aquí hay gracia"

Por Javier Cano - Septiembre 10, 2023
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Tras el exótico heterónimo de Álika late un nombre no menos sugerente cuyos apellidos, eso sí, confirman su jaenerismo. Se llama Noemí Real Quesada (Jaén,1974) y ha conseguido convertirse en todo un referente como coreógrafa, bailarina, productora y directora artística y emprendedora desde ese local suyo de la antigua calle de los Coches que no deja de transformarse, de crecer: Álika Move Lab-La Transformativa.

Titulada en Educación Física por la Universidad de Jaén, esta apasionada de lo que hace (poética en lo que dice  tanto como en sus silencios) hace bailar a la palabra en cada una de sus respuestas. 

—Decir Álika, en Jaén, es decir danza, baile pero..., ¿qué significa? ¿Por qué se bautizó artísticamente con ese sugestivo alter ego?

—En mi bagaje como bailarina desde el flamenco y la danza española con Antonio Jaén, con el que estudié ocho años, abandoné la danza académica (no me adaptaba al Conservatorio) y dejé de bailar. Desde los quince hasta los dieciocho, fueron los únicos años sin movimiento. Al llegar a hacer la carrera volví a conectar con el cuerpo (menos mal que hice esos estudios universitarios) y empecé a trabajar la expresión corporal y con otras danzas no regladas, fuera de lo académico.

—Una suerte de renacimiento, ¿no?

—Ahí empieza mi nuevo camino con la danza, busco nuevas danzas, fluidas, orgánicas, que me produjeran placer, y me conecto con la danza oriental, que en España (y aquí en Jaén) en ese momento, era muy difícil estudiarla. Estudié esa danza en Granada, en Madrid...

—Y de esa conexión, ese nombre artístico...

—Claro, empiezo a buscar un nombre que se saliera un poco de lo típico de una bailarina de Egipto o de un mito como es Salomé, algo diferente. Me costó. 

—¿Dónde lo encontró, finalmente?

—Buscando en libros, ideas... Sobre todo quería que tuviera fuerza, que tuviera la letra 'A' (que es para mí la letra más abundante) y que fuera corto y original. Realmente Álika..., Alí viene del masculino y me gustaba también que tuviera esa conjunción entre lo masculino y lo femenino, que no fuera un nombre tan dibujado, que solo se viera algo obvio como mujer, sino que tuviera más controversia.

—Vamos, que le gustó y no lo dudó.

—Juntaba varios requisitos, y al final Álika viene también del Magreb africano, tiene esa fuerza, está dentro de un Alí, un nombre masculino más conocido, que en Jaén, además, tiene un palacio, y la Ka es como un apellido, pero yo lo uno. Y se genera una palabra, en este caso un nombre, pero su origen no es un nombre, es un adjetivo

—Acaba de echar por tierra la teoría de quienes pensaban que en realidad se llama usted Alicia. 

—[Ríe] Lo de poner los nombres es complicado. 

—¿Ha calado tanto como para que la conozcan como Álika incluso cuando cierra las puertas de este local, o sigue siendo Noemí para quienes la tratan?

—En la comunidad de la danza oriental soy Álika, para mis alumnas soy Noemí, para los amigos soy Noemí, para los artistas de otras disciplinas soy Noemí... Ando entre dos aguas. Para mí Álika es una marca, que ha sido muy importante en España. Yo soy un referente de la escuela moderna y personal de la danza oriental. Pero soy más Noemí que Álika. 

—Álika, además, es también una grafía ya ensolerada en el casco antiguo de la capital jiennense. ¿Acaso la ubicación de su academia responde evoca aquellas clases que recibió del recordado Antonio Jaén, a cuatro pasos de aquí?

—Aquí cerca tenía la academia última, yo estudié con él con cuatro años, en otra academia que tenía.

—¿Nunca pensó en ejercer su carrera, en ser profesora de Educación Física, funcionaria, y ahorrarse los quebraderos de cabeza de una autónoma, de una empresaria? 

—Ahora lo pienso más que antes [ríe] Cuando acabé de estudiar en la Universidad, prácticamente me puse a trabajar en la Universidad Popular como monitora, y estuve ocho años. Ahí era "¡qué bien!", la verdad. Salió una convocatoria para dar bailes de salón y para trabajo corporal, eché la bolsa en los dos y quedé la primera, pero al final me decanté por el cuerpo en vez de por el baile. En aquel momento no confiaba tanto en mi baile, estaba en búsqueda. Me dije: "Trabajo y me preparo mis oposiciones". Claro que lo intenté.

—Pero...

—Pero no es mi camino. Mi camino es más artístico. Igual que me pasó con el conservatorio me pasa con lo público: me gusta trabajar a mi manera. Tengo tendencia, al final mi destino, mi movimiento, mi motor siempre es emprendedor y es verdad que me descubro con una naturaleza emprendedora. 

—Esa naturaleza es la que la llevó a abrir Álika Danza hace, ¿cuánto?

—Esa fue la que me llevó a abrirla en 2003, hace veinte años. 

—Mucho tiempo. ¿Qué balance realiza de estas dos décadas?

—Un gran aprendizaje, un crecimiento no solo por el bagaje del tiempo y de la edad, sino por toda la experiencia intensa que he vivido, que ni yo me la esperaba. Cuando monté Álika Danza yo ya venía de trabajar en la UP, dando cursos en barrios, en todo Jaén, trabajando con las mujeres, con grupos, desde muy joven, desde los veintitrés años. Cuando monté Álika Danza, yo lo tenía muy claro pero la gente me decía: "¿Dónde vas ahí, a esa zona?".

—Ha cambiado este espacio de la ciudad desde entonces, por lo que dice. 

—Aquí no había nada, en el casco histórico. Ahora hay. Hace veinte años era como decir "¿Álika ahí? Ahí no hay nadie". Y yo decía: "Es que esto que voy a hacer es un proyecto, que tiene que ver con la cultura aparte de con el arte de la danza, y tiene que estar en el lugar de cruce de las culturas, para mí tiene sentido". Y así fue. Esto era una cochera, pero realmente Álika Danza es mi segunda empresa. 

—¿No me diga que fue cocinera antes que monja?

—Yo emprendí antes, hice una cooperativa de trabajo asociado pero no me salió bien y, al final, me vi sola. Era físico y terapéutico, ahí trabajábamos el cuerpo y empecé a dar por primera vez danza oriental. A partir de ahí hice un bagaje por diferentes sitios de Jaén hasta que conseguí abrir Álika Danza.

—Escribió el poeta sevillano Romero Murube que el arte de bailar señala el grado de refinamiento de un pueblo. ¿Cómo se mueve Jaén? ¿Somos talentosos los jiennenses a la hora de expresarnos con el cuerpo?

—Yo creo que hay arte en Jaén, en toda Andalucía. Pero Jaén tiene muy buen gusto para el movimiento. En mi experiencia, creo que ha habido una época muy dorada, por ejemplo la mía: yo he podido trabajar con muchos cuerpos diferentes, y a mí me encanta eso. Poder tener una alternativa siempre, un proyecto de danza donde puedan venir mujeres de todas las edades, dispares en muchos sentidos y que se mezclen más mayores y más pequeñas. Para mí eso ha sido muy importante y he tenido la suerte, como maestra de danza, de trabajar siempre con gente muy receptiva, con mucha escucha y con mucho arte, porque aquí hay gracia.

—Qué bonito eso que dice. 

—Sí, los cuerpos jiennenses tienen buen gusto para el movimiento, son receptivos. Tienen disfrute. Yo he tenido alumnas catalanas, valencianas, argentinas, brasileiras. He estado en Cuba hace poco, he estado en Egipto. Por ejemplo, las catalanas son de mucho rigor, serias, ¡pero en Jaén tenemos una pasión!, una forma de intercambiar, una comunicación más cercana, y eso hace que también haya una comunicación diferente entre los cuerpos. 

—Este local levantó su persiana, hace veinte años, como academia de danza, pero en 2023, precisamente, asiste a una suerte de evolución, de replanteamiento. ¿Qué es Álika Move Lab-La Transformativa, exactamente?

—Realmente no es nuevo, responde a una necesidad (primero) personal, yo estaba buscando algo, estaba dirigiendo mi proyecto en cuanto a pedagogía pero le faltaba algo. Mi proyecto es vivo y siempre va a estar vivo, ojalá que no no se rinda, estamos siempre alimentándonos, y por eso tiene una evolución que para mí es natural: no es nuevo, nace nuevo porque se transforma por completo pero responde a la evolución de mi trayectoria, a una búsqueda personal por encontrar algo que lo encontré, de nuevo, en el cuerpo y en la expresión.

—¿De qué forma se hace visible esa evolución?

—Lo que he hecho estos últimos años es ampliar mi metodología, mi pedagogía; revisarla, investigar un poco más, sinergiarla con las artes y no quedarme solo en una academia de danza al uso, sino que sea un laboratorio de investigación y creación por donde pase el cuerpo como centro; y que sea una alternativa a vivir la danza como expresión artística, no como un rigor. Con el bagaje de años que llevo con la danza, con ella, viviendo con ella, practicándola, enseñándola, puedo decir que para mí no es solo corporal, no es solo virtuosismo. 

—¿Qué es para usted, entonces, la danza, Noemí?

—Para mí, ante todo, tiene que ver con la transmisión, con la manifestación, con la expresión artística. Todo eso, esa búsqueda la he ido también aplicando en esos cuerpos que estaban entonces en Álika Danza, viendo cómo respondían, y ha sido maravilloso el proceso, porque da mucha más apertura a que todos los cuerpos puedan trabajar la danza. Es también como una forma de reivindicarnos socialmente, de tener una línea de proyecto social que es la que estoy abriendo ahora, como extensión. 

—Es decir, que será posible bailar, por ejemplo, en medio de una exposición de cuadros o esculturas entre estos muros...

—Exactamente, en sinergia con las artes, que ese ha sido todo el camino mío de transformación personal en mi danza, que ha influido en mi expresión, en mi danza, en mi lenguaje. 

—¿Cómo es su lenguaje, qué lo distingue?

—Hoy puedo decir que Álima Move Lab es un lenguaje corporal más que una danza de disciplina clásica, española, flamenca, oriental incluso. Es más bien creación. 

—Alguien que vive este oficio como lo vive usted, con tanta pasión, con dedicación plena, ¿qué hace cuando no baila? ¿Sabe estar quieta?

—Soy madre, me gusta la cocina mucho, la lectura (sobre todo la filosofía, sociología, historia...), leo, cocino, escucho música a todas horas esté haciendo lo que esté haciendo en casa, mientras no estoy bailando. Y como estoy escuchando música mientras cocino, al poco me sale un paso, estoy en movimiento, aunque sea mentalmente. Este trabajo del arte, esto de ser artista, no se sabe pero yo creo que somos animales de otra condición, no descansamos. Y yo que encima soy empresaria, emprendedora, una mujer con muchas ideas... No puedo parar y si paro, malo. Ando siempre en movimiento de la forma que sea, y moviendo, porque también genero, muevo, inspiro a mucha gente también. 

 

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